Pobladora en la zona del Banco San Miguel (Bañado Norte), con su labor diaria de recicladora, Evelyn, quien es madre soltera, paga la escuela de Karen (13), Rosa (12) y César (9), sus tres hijos.
“Mientras ellos están en la escuela yo salgo a trabajar, me voy a reciclar. Cuando vuelven de la escuela se quedan con mi familia”, dice al describir la rutina que inició hace una década.
El cuidado mutuo y la obediencia a quienes están a cargo de ellos son algunos de los consejos que la recicladora deja a sus hijos al salir de la casa.
Los recicladores ya son conocidos en muchas partes. Esto hace que no pasen por las situaciones de discriminación que suele padecer la gente del Bañado.
“A mis hijos les enseño que para no pasar hambre deben hacer cualquier cosa. Lo único que no tienen que hacer es robar, porque es malo. Eso siempre les digo”.
Salir todos los días a la calle para rebuscarse el sustento genera la cuota de preocupación por cómo estarán sus hijos.
Por eso, dice, intenta terminar lo más rápido posible sus labores diarias para estar de regreso pronto.
Pero algunas veces no es posible, revela, pues el motocarro que usa se descompone por el camino. El vehículo ya lo compró usado y tiene como 20 años. No tiene la posibilidad de adquirir uno nuevo.
“Todo el tiempo pienso en ellos para saber qué tal están, para que no pasen hambre. Cuando estoy con ellos les hablo y les digo que sean respetuosos, que cualquier trabajo no es deshonra y que les voy a ayudar hasta donde yo pueda”, dice la madre dedicada a esta labor hace una década.