Marian Quiroga
“Para tener éxito en este sector, en primer lugar hay que sentir pasión por la gastronomía. Para mí, eso es lo primordial”, afirma Leticia María Vallejos Roldán, destacada empresaria del rubro gastronómico. Leticia, quien forma parte de la segunda generación del reconocido grupo Talleyrand, confiesa: “Es un trabajo muy exigente, al cual se le tiene que dedicar horas de trabajo por día, sin fines de semana ni feriados”.
Además, destaca que se requiere de creatividad e innovación, y, sobre todo, “estar en todos los detalles en cuanto al producto y el servicio. Hay que ser paciente, aprendiendo cada día de las experiencias internas como externas, siendo humilde y estando convencidos de que lo que hacemos es lo mejor”.
Comienzos
Sus inicios en el mundo empresarial se remontan a 1998, tras una década de carrera bancaria. “No fue fácil porque ingresé a un mundo totalmente diferente del que venía. Ingresé a la empresa gerenciando un local y acompañando a mi hermano Carlos en la parte financiera de la misma”, recuerda la empresaria al hablar de sus primeros pasos en el rubro.
Actualmente, Leticia se desempeña como directora de restaurantes de Talleyrand, donde todas las unidades de negocio están a su cargo.
Su incorporación a la empresa familiar fue mientras esperaba obtener trabajo en otra entidad bancaria.
“Eso fue lo que había hecho siempre, no fue fácil al principio, y con el tiempo le fui tomando el gusto al tema de emprender, innovar y poder crear productos para el disfrute y experiencia de la gente; por lo tanto, me quedé, y no me arrepiento, al contrario cada día me gusta más”, afirma.
Valores
Se sabe que el reconocido grupo Talleyrand es una empresa que, año tras año, consolida una tradición familiar de excelencia en el arte culinario. Entre los valores fundamentales que guían su negocio, destaca en primer lugar la honestidad. “Ser íntegros es clave para establecer la base de relaciones de confianza tanto internas como externas. Esto va muy de la mano con la calidad del producto y del servicio. En la empresa siempre decimos: ‘Con la calidad no se negocia’. También creemos en la innovación constante para que la experiencia del cliente sea siempre la mejor, y valoramos el trabajo en equipo con nuestros funcionarios, a quienes identificamos como nuestra familia”, explica Leticia.
Además, menciona que lo más importante que le inculcó a su familia fueron los valores personales y profesionales. “Mi papá fue una persona honesta, responsable y disciplinada. Desde siempre nos guió así”, recuerda. También reafirma que en ningún momento su familia la obligó a seguir en el rubro gastronómico, decisión que confió por su propia pasión y compromiso.
En cuanto a las lecciones de vida que considera más importantes a lo largo de su carrera, comparte que tiene muchas y muy valiosas. “Si tuviera que decir cuáles fueron las más importantes, sería la resiliencia y la capacidad de aprender de los fracasos”, destaca, subrayando cómo estas habilidades la ayudaron a superar desafíos y crecer como profesional y como persona.
Y añade: “El camino al éxito no es recto, no es fácil, hay momentos de duda, fracasos, desafíos, cambios inesperados y lo importante es cómo responder a ellos. Siempre hay que aprender de los errores y tener mentalidad de crecimiento para prosperar, innovar y seguir teniendo oportunidades de negocios”.
Vida familiar
Leticia está casada con Jorge Huespe Pin y es madre de Luciana, Carlos Jorge y Constanza. Sus dos hijos mayores, Luciana y Carlos Jorge forman parte de la nueva generación del grupo Talleyrand, asegurando la continuidad de esta tradición familiar en el arte culinario.
Estar al frente de una de las empresas más importantes del país no es tarea fácil, pero trata de equilibrar su vida personal con las exigencias propias de su trabajo.
Confiesa que cuando sus hijos eran pequeños era muy complejo encontrar el punto de equilibrio por la alta demanda de actividades y atención que conllevan los niños.
“Hoy me dedico los fines de semana a mi familia, durante la semana es más complejo, ya que todos están grandes y están con sus actividades profesionales y personales. Los sábados al mediodía nos reunimos para la infaltable milanesa, junto con mi yerno, mi nuera, mis nietos y Rosita, mi mamá, quien es la fundadora de Talleyrand”, recalca orgullosa.
La rutina diaria de la mujer empieza con actividades físicas. “Son mi cable a tierra para arrancar”, refiere.
Para ella es primordial estar los fines de semana con su familia en casa, también dedica su tiempo para compartir con amigos sin que falte un buen vino.
“Además de tener una carrera en gastronomía soy sommelier, por lo tanto disfruto mucho de ese mundo”, expresa.
Para culminar Leticia sostiene que el éxito no solo significa haber llegado a una meta y tener una empresa como la que tiene. “Va mucho más allá, es tener equilibrio mental y emocional, crecimiento y aprendizaje continuo y, sobre todo, poder acompañar todo esto con el equilibrio entre la vida familiar, social y empresarial”, enfatizando así la importancia de mantener un equilibrio en todas las áreas de la vida.