El Ministerio de Salud Pública informó este martes sobre los avances en materia de trasplantes tras la implementación de la Ley 6170/18, conocida como Ley Anita.
Las nuevas estadísticas señalan que esta normativa propició un incremento del 30%, tanto en la cantidad de trasplantes como en la de donantes.
Este porcentaje se tradujo, según los datos de la cartera sanitaria, en un promedio de seis trasplantes por millón de población y 3,8 donantes por millón de población.
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La tasa de donación se mantuvo en dos personas por millón de habitantes por más de 10 años, excepto el 2009, cuando se llegó al 3%. Con estas cifras, Paraguay se posicionaba en los últimos escaños de las estadísticas a nivel regional.
“En el 2019 se han realizado cinco trasplantes de corazón, 82 de córneas, 40 de riñón, 16 trasplantes de médula ósea, y dos de hígado, llegando a un total de 145 trasplantes”, refiere el informe.
La Ley Anita establece que la ablación e implantación de órganos será realizada una vez agotadas todas las alternativas terapéuticas para mejorar la salud, cita un comunicado del Ministerio de Salud.
Es considerada como donante voluntaria toda persona mayor de 18 años que no haya dejado manifiesta su oposición ante el Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT).
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La negativa también podrá hacerse constar en el Departamento de Identificaciones de la Policía Nacional, al momento de la renovación de la cédula de identidad, y ante la Municipalidad de su localidad, al momento de la renovación del registro de conducir. El trámite no tiene costo.
La Ley Anita ya fue promulgada por el Poder Ejecutivo el 7 de setiembre del 2018, luego de un rápido trámite en ambas cámaras del Congreso. Obtuvo su decreto reglamentario en julio de este año.
¿Por qué lleva el nombre de Ley Anita?
La Ley lleva ese nombre en honor a la pequeña Ana Laura Almirón Riquelme, quien falleció a los 6 años, tras sufrir una miocarditis dilatada.
Tras su muerte, sus padres, Luis Eugenio Almirón y María Elena Riquelme, decidieron donar las córneas de Anita.
El INAT había registrado varios posibles donantes cadavéricos en aquel año, con muerte cerebral; sin embargo, hubo negativa por parte de las familias a ceder los órganos.