Israel continuó en la víspera su campaña aérea contra el sur del Líbano, el oriental Valle de la Bekaa y los suburbios meridionales de Beirut, mientras cientos de albergues para los desplazados han alcanzado su máxima capacidad entre denuncias de ayuda insuficiente para las familias que huyen.
“El número es grande, se estima que un millón de personas se vieron obligadas a moverse de un lugar a otro lugar durante los últimos días. Es considerada la mayor operación de desplazamiento en el Líbano en toda la historia”, anunció el primer ministro libanés.
Gestión difícil. Mikati reconoció que la gestión de esta crisis requiere más esfuerzos que simplemente proporcionar un techo y alimentos para los desplazados, que suponen ya casi un quinto de la población total del país, estimada en algo más de cinco millones de personas.
“Hay otras cosas, como garantizar un servicio sanitario en estos centros de acogida para evitar la propagación de enfermedades o el problema de la acumulación de basura”, explicó el dirigente.
Su Gobierno había preparado un plan de emergencia para lidiar con una potencial guerra ya al inicio de los enfrentamientos entre Hezbolá e Israel hace casi un año y había alistado el apoyo de diferentes organizaciones ante la falta de recursos estatales desde la crisis económica de 2019.
Pese a que el plan contemplaba potenciales escenarios de desplazamientos masivos, diversas ONG han denunciado en los últimos días una falta de servicios básicos en los albergues y una escasez de espacio que en algunos casos obliga a alojar a varias familias en una misma aula.
Según el último informe de situación publicado ayer por la presidencia del Consejo de Ministros, 116.100 de los desplazados internos están alojados en 777 centros y colegios habilitados por las autoridades, de los que más de 500 han llegado a su aforo máximo.
Ayer, se abrieron las puertas de 120 nuevas escuelas para acoger a las familias, mientras que la “capacidad de las instituciones educativas públicas ha alcanzado su límite en Beirut y Monte Líbano”, esta última una provincia adyacente a la capital con el mayor número de albergues, 272.
Además, cerca de 50.000 personas han cruzado la frontera con Siria, donde la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) anunció la apertura de dos grandes carpas para los desplazados que esperan poder entrar a territorio sirio.
LLUVIA DE FUEGO. El ejército israelí lanzó ayer una andanada de bombardeos contra Hezbolá en Líbano que dejaron más de 100 muertos, dos días después de haber asesinado al líder del movimiento islamista libanés, Hasán Nasralá, junto con decenas de otros miembros del grupo en otro ataque. En otro frente, Israel dijo que golpeó objetivos de los rebeldes hutíes en el oeste de Yemen, después de que estos insurgentes proiraníes reivindicaran el lanzamiento de un misil contra el aeropuerto de Tel Aviv.
El papa Francisco condenó ayer el uso “inmoral” de la fuerza en Líbano y en Gaza, y pareció pedir moderación a Israel. Preguntado a bordo del avión sobre las consecuencias para los civiles de los bombardeos israelíes en Gaza y Líbano, el pontífice respondió: “Un país que utiliza la fuerza para actuar de esta manera, sea el país que sea, que actúa de una manera tan excesiva, [se presta a] acciones inmorales”. “La defensa siempre debe ser proporcional al ataque. Cuando no es el caso, surge una tendencia dominante que va más allá de la moral”, respondió el jesuita argentino, de 87 años. “Incluso en la guerra, hay una moral que defender. La guerra es inmoral, pero las reglas de la guerra indican una forma de moralidad”, agregó. Sucesor. El jefe del Consejo Ejecutivo de Hezbolá, el clérigo Hashem Safi al Din, fue elegido ayer como el secretario general del movimiento político y armado de la organización, informó el medio árabe Al Arabiya. Safi al Din reemplazará así a Hasán Nasrala, su primo materno, quien murió en un reciente bombardeo israelí.