Por Daniel Espinoza
El 2 y 3 de febrero de 1989 se puso fin a una dictadura que duró 35 años en la República del Paraguay. Un golpe de Estado ejecutado por un grupo de las propias Fuerzas Armadas, liderado por el general Andrés Rodríguez, provocó la caída del gobierno de Alfredo Stroessner y la culminación de su régimen dictatorial, que dejó cerca de 500 desaparecidos.
La senadora Desirée Masi recuerda el Frente Amplio conformado por partidos políticos de oposición, movimientos sociales y organizaciones que luchaban en ese tiempo para lograr una democracia. Esas manifestaciones allanaron el camino para que los militares se animen a dar el golpe de Estado, admite.
“Si no existiese un ambiente ciudadano de protesta, no creo que ninguno de esos militares se hubiera animado a hacer el golpe, sin saber que iban a tener un respaldo importante de la ciudadanía, de sectores políticos, movimientos sociales, gremiales y campesinos”, expresa.
En la misma tarde del 3 de febrero la ciudadanía copó las calles para exteriorizar su alegría que estuvo contenida por más de tres décadas.
La instalación de la democracia fue un avance importante para el país en lo que se refiere a las libertades de expresión, de prensa, de manifestación y el derecho al voto para todos los ciudadanos, explica Masi, senadora por el Partido Democrático Progresista (PDP).
“Se debe resaltar que estos 25 años de democracia son absolutamente diferentes a aquellos años oscuros de la dictadura. No hay punto de comparación. La libertad de expresión, la libertad de organización, el pluralismo político, todo eso marca una evidente diferencia, extremadamente positiva”, es también el pensamiento de Hugo Richer, senador por el Frente Guasu.
Los senadores Arnoldo Wiens de la ANR y Carlos Amarilla del PLRA, también destacan la importancia del sistema democrático con la consolidación de las instituciones públicas.
“La democracia representa todo porque logramos comprobar las consecuencias del quebrantamiento de los derechos del pueblo, entrega de soberanía al extranjero como la energética, desocupación, inmoralidad, decadencia, improvisación, falta de libertades públicas, violencia y desorden”, manifiesta, Eduardo Petta, senador del Partido Encuentro Nacional.
Democracia de baja calidad
Si bien todos destacan a la democracia como el mejor sistema político de convivencia social, reconocen que en estos 25 años no se logró desarrollar al nivel esperado debido al mal manejo político, judicial y el aumento de la pobreza.
Para el senador Amarilla el gran déficit de estos 25 años es la baja calidad de la democracia, por la incapacidad de resolver problemas que se originaron en la dictadura y que se agravaron en este proceso debido a las malas gestiones administrativas y políticas. “Tenemos una democracia imperfecta, secuestrada por una dirigencia mediocre”, afirma.
Masi lamenta que no se tenga la democracia deseada a consecuencia de contar con cerca de 3 millones de paraguayos viviendo bajo la pobreza.
“Eso es un peligro para la viabilidad del sistema. Eso se tiene que entender; nos estamos convirtiendo en un Estado fallido. Por eso corremos el riesgo de que la gente desvalorice la democracia y lo vea como algo sin sentido, como ocurre actualmente. “Lastimosamente los políticos no fuimos capaces de darle contenido a la democracia en todo este tiempo” confiesa.
En ese mismo sentido, Richer menciona que las fuerzas políticas predominantes no tuvieron la capacidad de hacer que la democracia revalorice algunos derechos sociales como lo es la pobreza extrema.
“Yo creo que las fuerzas políticas predominantes y las instituciones no supieron darle ese valor a la democracia y al no saber darle ese valor mucha gente lo descree, desvaloriza este proceso porque se siente muy postergada”, considera.
El más optimista de todos es el colorado Arnoldo Wiens al decir que, si bien existieron crisis muy fuertes, la institucionalidad democrática se puso en evidencia en esos momentos difíciles. “Es un proceso bien consolidado en estos 25 años que nos avizora que ahora la gestión de las autoridades de turno tiene que manifestarse en hechos más gravitantes por el bienestar de la comunidad”, sostiene
Pobreza
Uno de los puntos más cuestionados durante estos años es el alto porcentaje de pobreza extrema, la mala distribución de la riqueza, el problema de la tierra, una mejor calidad de educación al igual que salud y el incremento de la inseguridad. El senador Amarilla cree que la pobreza es el elemento que mejor ilustra la democracia de “escasa calidad”.
“Existe desigualdad y eso tenemos que trabajar mucho, porque estamos ante un peligro de ruptura del contrato social y una disolución de la idea de ciudadanía. Debemos entender y demostrar que entendemos la voluntad de la gente o comenzaremos a perder legitimidad, dinamismo y eso sin duda pone en peligro la democracia y otros logros que alcanzamos en este tiempo” expresa el senador Eduardo Petta.
Wiens recuerda que la disminución de la pobreza es el gran desafío del Gobierno de Horacio Cartes para garantizar la estabilidad de la democracia. Fue al expresar que Paraguay es uno de los países más desiguales en materia de poder adquisitivo. “No hay sistema político que pueda sobrevivir en el tiempo si no llega a disminuir ese porcentaje de pobreza”, alega.
¿Sigue la transición o estamos en una democracia plena?
Para Wiens, el periodo de transición ya culminó y actualmente Paraguay está atravesando por una democracia donde todas las instituciones del Estado demostraron madurez al igual que la ciudadanía. Resaltó los últimos procesos electorales donde hubo alternancia y transparencia. El liberal Carlos Amarilla también dice que se tiene una democracia consolidada pero de baja calidad.
Una opinión contraria de sus colegas tiene Desirée Masi al afirmar que todavía se está en un periodo de transición al no tener una vigencia plena de los derechos sociales. “La transición fue más difícil de lo esperado y sobre todo más larga de lo esperado porque todavía estamos en eso”.
Petta asegura que el cambio producido por el golpe de estado fue la “liberación política” promovida por un grupo descontento dentro del mismo régimen. “Consolidar la democracia cuesta, cuando los principales actores o sus descendientes tienen el ADN de la dictadura”, afirma.
Mientras que Hugo Richer refiere que la consolidación democrática está muy lejos. “La democracia otorga derechos a la ciudadanía, pero las instituciones del Estado y los Gobiernos no precisamente son comprometidos con los derechos de la gente”, asevera.
“El problema es cuando la ciudadanía reclama esos derechos y el Estado no siempre reconoce. Al contrario, muchas veces las instituciones actúan para negar o postergar ese derecho. Ahí está el principal problema de estos años de democracia”, agrega el senador del Frente Guasu.
Corrupción e impunidad
Otro de los puntos negativos en la transición democrática son los númerosos casos de corrupción arraigados en la dictadura y con plena vigencia en la actualidad, resguardados bajo la impunidad.
El senador Carlos Amarilla reconoce que la corrupción se extendió durante la democracia al comparar con la dictadura, donde todo se centralizaba. “En estos 25 años se desparramó la corrupción. Me parece que la corrupción, que era un cáncer en la dictadura, en la democracia hizo metástasis generalizada”, lamenta.
Desirée Masi y Arnoldo Wiens sostienen, que la corrupción y la falta de transparencia de las instituciones, son por una cuestión cultural arraigada en la dictadura.
“Está tan arraigada que la gente con tal que el político tenga algún resultado le perdona que robe al Estado. Entonces eso va a llevar mucho tiempo para que podamos nuevamente instaurar algo que alguna vez tuvo el país con el gobierno de Eligio Ayala”, explica Masi.
Corrupción en los poderes del Estado
“La corrupción es en los tres poderes del Estado. Así de grave es la situación en este país; no son hechos aislados. Existe toda una rosca de diferentes colores y extracciones económicas que el poder corrupto está por encima de todos”, responde a la consulta Masi.
Richer cree que el mal funcionamiento del Poder Judicial no permite valorar la democracia desde el punto de vista de los derechos. Carlos Amarilla también cuestiona con dureza a este poder del Estado al calificar como la institución que lleva el liderazgo en corrupción.
Con relación al Poder Legislativo, Carlos Amarilla califica como muy bajo el desempeño del Congreso. “El poder legislativo ha sido un observador escasamente comprometido con la suerte del país y dejó de tener esa oportunidad de relevancia que hubiésemos querido. No tenemos actualmente esa representatividad”, fustiga.
Por su parte, Petta dice que deben reconciliar a la ciudadanía con sus instituciones ampliando los espacios para que la gente participe. “Esa participación con denuncias de corrupción que tienen nombres, hoy ejercen tal presión que hasta hace rectificar votos en el Congreso. Estamos logrando desde abajo hacia arriba que el Congreso y el Gobierno generen los cambios exigidos por la ciudadanía; eso es ir consolidando la democracia.
Manifestación ciudadana
Todos los senadores hablaron sobre la vital importancia de la participación ciudadana en los espacios de poder para hacer efectiva la democracia representativa y participativa.
“La participación de la gente es fundamental o sino solo será la clase política. Ahora hay un resurgir de la participación. La propia ciudadanía organizada suple muchas veces las funciones del Estado”, afirma Desirée Masi.
Richer valora la fuerza ciudadana que se puede generar al estar articulada como la mayor incomodidad de la clase política.
“La participación ciudadana en crecimiento promueve un mensaje a esa clase política instalada en el Congreso y por eso estamos logrando leyes importantes como la modificación de la ley de nepotismo, ley de transparencia en la información de la gestión pública, propuesta de eliminación de gastos reservados, reducción del gasto público”, asegura Petta.
Agrega que esa participación puede lograr rectificar rumbos en la clase política y que aquel político que no entienda el mensaje, “logrará su certificado de defunción”, dice tajantemente.
El senador Wiens considera que actualmente no solo el Gobierno está haciendo un esfuerzo, sino también la ciudadanía que está acompañando para trasparentar las instituciones.
Dictadura, nunca más
Arnaldo Wiens manifiesta que estos 25 años no fueron fáciles, el hecho de salir de un sistema fuertemente arraigado como lo es la dictadura a una política participativa. Valora nuevamente la madurez y por eso califica como exitosa esta era democrática, pero con un mejor resultado de gestión en temas como mayor equidad, mayor justicia y la oportunidad de salir de la extrema pobreza.
“Soy optimista y paciente, siendo un proceso, tiene su tiempo para lograr cambios profundos. El oportunismo y desesperanza estarán allí siempre; pero la ciudadanía irá consolidando su democracia; las crisis son parte de la consolidación y concluyo como positivo el proceso que vivimos en estos 25 años”, también expresa Eduardo Petta.
