Los ciudadanos habían sido testigos de la puesta en marcha de un emprendimiento negligente, irresponsablemente planificado y pésimamente comunicado. El centro de Asunción quedó desierto, porque casi nadie entendía la aplicación y los que intentaban pagar el estacionamiento tenían dificultades insalvables al intentar ingresar sus datos. Los que lograban hacerlo no obtenían facturas o se consignaban datos erróneos. En fin, las irregularidades eran múltiples y no fueron corregidas en los días siguientes.
Cuando los representantes de Parxin fueron convocados a dar explicaciones en la Junta Municipal la improvisación quedó expuesta de manera patética. Las pruebas previas de la app habían sido muy insuficientes antes de someter a miles de asuncenos al suplicio de estacionar en pleno enero a quince o más cuadras de su lugar de trabajo o de pagar un estacionamiento privado mensual.
Lo más irritante es que, si tuvieron algún problema de software, no lo hayan podido solucionar en los días siguientes. Sobre todo, si se tiene en cuenta que Parxin había sido adjudicada con el estacionamiento tarifado en 2015, hace ya nueve años, y que aduce haber invertido dos millones de dólares, aunque no se entiende muy bien en qué.
Todo tiene el aspecto de ser un negociado en el que el ciudadano asunceno es un socio muy minoritario. Solo vemos unas señalizaciones chapuceras, unos “cuidacoches” convertidos en “ordenadores”, zonas residenciales tarifadas, innecesarios horarios nocturnos y la exoneración de 200 espacios tarifados en los alrededores del Palacete. –¡Qué palabreja espantosa!– Municipal para no molestar a los sindicatos.
Hay cosas oscuras con Parxin. Empezando por sus verdaderos dueños. Originalmente estaba integrada por las firmas Onix –con el 60% de las acciones– y Geolatina –con el 40%–, aunque en 2016, esta última habría adquirido un 20% de su paquete y pasó a ser su principal accionista. Si esta información es cierta, sería una modificación de su integración societaria realizada sin permiso municipal lo cual infringiría normas del contrato de concesión. Además, Geolatina no puede ser líder del consorcio pues no tiene el currículum requerido en el pliego de bases y condiciones. De hecho, parece que la experiencia la está adquiriendo a costa de los usuarios.
Se entiende la necesidad de mejorar el tránsito capitalino reconvirtiendo el centro histórico a través de múltiples intervenciones. El estacionamiento tarifado es una de ellas, pues apunta a desestimular el uso del vehículo privado de lunes a viernes. Un proyecto de este tipo solo tiene sentido si va acompañado de reformas en el sistema de transporte. Cuando se pensó en el estacionamiento tarifado asunceno se creía que el Metrobus sería una realidad. El Metrobus no existe. ¡Librémonos de Parxin! Comencemos de nuevo.
Hace unos años un tribunal arbitral dictó un dictamen sorprendente dándole la razón a Parxin. Ahora las cosas pueden haber cambiado. La empresa ha dejado suficientes evidencias de su irresponsabilidad e ineficiencia. No se puede quebrantar las reglas de juego con tanta impunidad. Si las autoridades municipales se muestran pusilánimes o cómplices, los ciudadanos de a pie tenemos la obligación de exigir a las otras instituciones que nos defiendan de un atraco al bolsillo disfrazado de ordenamiento del tránsito.
La Contraloría General de la República, la Dirección General de Contrataciones Públicas, la Fiscalía General de la República, la Secretaría de Defensa del Consumidor y del Usuario y cualquier otra institución que se sienta de alguna manera involucrada están amablemente invitada a acercarse y escrutar minuciosamente el contrato de la Municipalidad con Parxin. Estoy seguro de que van a encontrar cláusulas que justifiquen la rescisión del dichoso contrato. Los asuncenos se lo agradeceremos.