Liderar con compasión es una decisión difícil, diaria y profundamente transformadora. En el mundo empresarial que muchas veces premia la velocidad, al que resuelve, al más fuerte, siguiendo la lógica del “sálvese quien pueda”, elegir liderar con empatía –o en un sentido más amplio con compasión– puede parecer ingenuo. Pero no lo es. Es revolucionario.
Y vale la pena detenerse un instante en esta palabra a la que le tenía un concepto errado: Compasión, que viene del latín compassio, que significa “sufrir con”. No es lástima. No es debilidad. Es la capacidad de conectar con el dolor o la carga del otro y, desde ahí, actuar con humanidad. ¿Qué mejor momento que esta Semana Santa para recordarlo?
Jesús nos mostró un liderazgo compasivo. No buscó el poder para dominar, sino para servir. Lavó los pies de sus discípulos con profundo amor. Sanó, acompañó, perdonó. Y en la hora más oscura, cuando fue traicionado y crucificado injustamente, no eligió el resentimiento, sino la entrega total. Jesús es un faro para quienes deseamos vivir nuestra vocación –sea empresarial, política, educativa o social– con sentido y propósito.
Hace 17 años fundé PRessencia con la convicción de que era posible emprender con razón sin perder el corazón. Desde entonces, lideré campañas, eventos, crisis, equipos… y cada una de esas experiencias me confirmó que la autoridad no se impone: se gana. Escuchando. Cuidando. Acompañando a quienes caminan a nuestro lado. He aprendido que ser firme no significa ser duro, y que ser compasiva no me vuelve débil, sino más humana.
Y hoy, en medio de una coyuntura donde la desconfianza hacia las instituciones crece, donde el trabajo digno escasea y la informalidad alcanza al 65% de la población ocupada según datos del INE, liderar con valores cristianos ya no es solo una opción personal: Es un acto necesario.
Esta Semana Santa nos llama, una vez más, a volver a lo esencial. ¿Estamos dispuestos a lavar los pies de nuestro equipo como lo hizo Jesús? Revisemos si el éxito que estamos construyendo nos honra. A preguntarnos si nuestras decisiones están alineadas con ese amor que no mide ni calcula ganancias, sino que se entrega. Porque solo así, liderando con compasión, seremos parte de una verdadera transformación.