26 nov. 2024

Lindo tu país, una vergüenza tu gobierno

Vino y se fue otra final de la Copa Sudamericana en Asunción, y nuevamente nos dejó bien alta la autoestima. Como aquella vez en 2019 cuando jugaban Colón con Independiente del Valle, y los de Santa Fe coparon la ciudad y lograron sacar lo mejor de la gente, mostrándonos ante el mundo como gente buena y solidaria.

Medios y redes sociales abundan en anécdotas de ambas finales que tienen en común las emociones desplegadas por todas partes.

Por lo que pude leer en redes sociales, andamos necesitando urgentemente encontrar razones para sentirnos bien, y que tanto argentinos como brasileños nos elogiaran y nos llamaran por calificativos tan positivos resultó muy importante para mejorar –al menos por unos días– el humor social.

Tenía algo de simpático que cada vez que alguien decía que no era tan así y que el gobierno es un desastre y que Nenecho va a vender toda la Costanera y que se cuiden los de Racing que sin darse cuenta le ponen el nombre del banco aquel, cada vez que alguien decía eso, recibía un akãpete.

Un escenario parecido encontré en esos días en Tuiter, cuando una persona publicó una larguísima reflexión sobre la ciudad.

Admitía algunas de las ventajas locales, pero se quejaba de la burocracia. También se quejaba del calor que tenemos durante casi todo el año; de la infraestructura a la que llamó terrible; que si alguien de afuera se aleja del par de barrios más exclusivos y se aventura al resto de la ciudad, iba a advertir olores repulsivos.

En la lista entran el caos del tránsito, la falta de un transporte público decente, la falta de veredas, que nadie conoce las normas de tránsito y que básicamente aquí todo el mundo compra nomás su licencia de conducir.

Entre las desventajas están asimismo la falta de infraestructura turística y la ausencia de espacios verdes. La basura, decía, está por todas partes y no hay basureros en las calles, y cómo no, recordó la contaminación del lago azul.

Después entró a opinar sobre la gente. Sostuvo que la élite que vive en los barrios exclusivos y la gente que está en X, un porcentaje mínimo de la población, es gente con la que se podría hablar, pero con el resto imposible porque, atendé esto: sois todos ignorantes, aunque no es culpa de uno, sino de la educación; y esta parte es superimportante para el hermano extranjero que se aventure hacia estos lares. Debe saber que aquí no se puede hablar de cosas elevadas más que de autos o plata.

Las quejas seguían sobre la calidad del servicio, que mejor buscar extranjeros si se necesitara mecánico, plomero o electricista, y ni qué decir de la salud que es absolutamente deficiente. En resumen, somos un país bueno para los negocios, pero malo para vivir.

Y es impagable entrar a leer el Olimpia-Cerro que se arma en los comentarios al posteo: Que es una crítica demasiado dura; que los lugareños son de las personas más agradables del mundo; y también le dicen: Vuelvan a su país, evasores de impuestos; o que es verdad, dolorosamente cierto, y otros comentarios no reproducibles.

Más allá de la crítica, a mí me resulta molesta su aporofobia. Su descripción, sin embargo, se acerca bastante, y es la gran deuda que tienen presidentes e intendentes.

Porque lo más lindo que nos pasó en estos días tan futboleros lo aportó la gente. Y esa capacidad de ser solidarios, a pesar de nuestras carencias, es algo que se confirma en cada pollada. Nada de eso es mérito de un presidente que viaja demasiado, se cuelga de los logros de todo el mundo, y nada hace para darles calidad de vida a los paraguayos.

Con los de afuera siempre sobran amabilidades, pero bien que cuando los olimpistas salen a celebrar el título 47, la misma Policía les golpea y tira gases. Porque al final del día vamos a seguir viviendo aquí y sufriendo gobiernos que disfrutan destruyendo el país y a su gente.

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