Antes de caer la noche, los reyes se sumaron a 20.000 espectadores frente al escenario instalado en Windsor, pequeña localidad a unos 40 kilómetros de Londres, para un gran espectáculo presentado por Hugh Bonneville, actor de la serie “Downton Abbey”.
Toda vestida de dorado, la estadounidense Katy Perry, que colabora en obras benéficas con Carlos III, interpretó sus célebres “Roar” y “Firework”.
El veterano Lionel Richie arrancó incluso unos pasos de baile al monarca, de 74 años, con un “All Night Long” cargado de energía que puso a toda la familia real en pie.
“Sé que está ahí arriba mirándonos”, dijo el príncipe Guillermo sobre su abuela, la fallecida Isabel II, “y sería una madre muy orgullosa”, afirmó al subir al escenario para rendir homenaje a su padre.
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Habló de su pasión de larga data por la ecología, de su ayuda a miles de jóvenes desfavorecidos y de su defensa de todas las religiones.
En breves vídeos, presentados por actores como Pierce Brosnan, Hugh Jackman o Joan Collins, recordaron durante el concierto datos biográficos sobre el rey como su afición por las artes, su amor de los animales o su formación como piloto.
“Puede ser mi copiloto cuando quiera”, afirmó Tom Cruise en una grabación desde su avión de la película “Top Gun”.
También aparecieron las marionetas de la cerdita Piggy y la rana Kermit, que hicieron reír a los nietos del monarca Jorge y Carlota, sentados juntos a sus padres, Guillermo y Catalina.
La “boy’s band” de Mánchester Take That cerró un concierto de poco más de hora y media.
Tras la pompa y solemnidad de la ceremonia del sábado, llegó el momento de los festejos populares durante un largo fin de semana, ya que el lunes fue declarado feriado.
El domingo se celebraron en todo el país más de 67.000 “grandes comidas” de barrio que reunieron a vecinos de todas las edades, géneros y orígenes, cada uno aportando su comida y bebida para compartir.
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“Es la forma perfecta de celebrarlo” porque “la gente gasta tanto o tan poco como quiera”, dijo a la AFP Annette Cathcart, de 67 años, en la pequeña localidad de Ashley Green, en el sur de Inglaterra.
Y no importa estar a favor o en contra de la monarquía, agregó Rob Barnes, de 42 años: “tengo sentimientos encontrados respecto a la familia real” pero “se trata de unirnos como comunidad”.
Fiestas callejeras de este tipo ya habían marcado los festejos por la coronación de Isabel II en 1953, un momento histórico de celebración tras los duros años de la posguerra.
Más de 14 millones de telespectadores -en un país de 67 millones de habitantes- siguieron la coronación de Carlos III en la BBC, informó la radiotelevisión pública.
Los monarcas están “profundamente emocionados” y “agradecidos” por el apoyo, afirmó un portavoz del palacio.
Carlos III, que subió al trono en septiembre tras los 70 años de reinado de su madre, heredó un país enfrentado a importantes desafíos.
Estos van de las aspiraciones secesionistas en Escocia e Irlanda del Norte a la grave crisis por el coste de la vida, pasando por una revisión del pasado colonial que incluye una investigación sobre los lazos de la monarquía con el tráfico de esclavos.
El rey aspira a modernizar la institución, haciéndola menos costosa y más cercana a la población.
Carlos III y Camila fueron coronados el sábado en una ceremonia modernizada y simplificada respecto a las anteriores, pero que aun así vio el despliegue de coronas engarzadas de diamantes y ropajes antiguos bordados con oro.
Puntuada con música, cánticos, sermones y lecturas de los evangelios ante 2.300 invitados -incluidos un centenar de jefes de Estado y gobierno y representantes de otras casas reales- vinculó la actual monarquía a su longevo pasado.
Sin embargo, estuvo maculada por la detención de medio centenar de manifestantes, incluidos antimonárquicos y ecologistas.
Fueron arrestados, muchos incluso antes de que iniciaran sus protestas, gracias a una nueva ley, promulgada de forma acelerada esta semana, que da mayores poderes a la policía contra las manifestaciones.
“El derecho a manifestar ya no existe en el Reino Unido”, tuiteó el domingo Graham Smith, director del movimiento antimonárquico Republic, cuyos líderes fueron liberados tras 16 horas de detención.
“A menudo me han dicho que el monarca servía para defender nuestras libertades; ahora nuestras libertades son atacadas en su nombre”, fustigó.