Así lo explica en una entrevista con Efe la doctora en Filología Hispánica y directora académica del Máster en Literatura Española y Latinoamericana de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) en España, Yannelys Aparicio, en el contexto del Día Internacional de la Mujer.
A lo largo de la historia, afirma Aparicio, las mujeres en los países de habla hispana se han enfrentado al reto de lograr un reconocimiento como intelectuales y escritoras, mientras la sociedad no les concedía un lugar “apropiado” como a los hombres para publicar sus obras y promociones artísticas e intelectuales.
En algunas ocasiones, las mujeres escritoras tenían que esconderse bajo algún seudónimo de hombre, como fue el caso de Fernán Caballero, seudónimo de Cecilia Böhl de Faber, o bien escribían para los hombres, como María Lejárraga lo hizo para su esposo Gregorio Martínez Sierra.
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Algunas, incluso, se enfrentaron a situaciones “violentas”, como Elena Garro, cuando Octavio Paz intentó firmar una obra escrita por ella, “La tragedia Felipe Ángeles”, hacia finales de los años 50, subraya Aparicio.
En la mayoría de sus obras, estas mujeres intelectuales de países de habla hispana abordan temas relacionados con el universo de las mujeres y su vinculación con la historia y la sociedad, afirma.
Han sido también los casos de las mexicanas Elena Poniatowska, Elena Garro y Rosario Castellanos, y la argentina Luisa Valenzuela, mujeres “muy brillantes”, que no alcanzaron, en su momento, la fama de los hombres del “boom”, pero sí lograron luego conquistar la fama y el éxito aunque con cierto retraso, asegura.
Mayor reconocimiento
Sin embargo, poco a poco “muchas autoras del ámbito hispánico están gozando cada vez más de un mayor reconocimiento”.
Entre ellas, cita en España a Irene Vallejo, Premio Nacional de Literatura en Ensayo 2020; Cristina Morales y Almudena Grandes, premios Nacional de Narrativa 2019 y 2018, respectivamente; Pilar Pallarés, Premio Nacional de Poesía 2019; y la uruguaya Ida Vitale, Premio Cervantes en 2018.
Este progreso en los modelos femeninos en la literatura española y latinoamericana, incluso su relación con otras artes, forman parte de la investigación del Grupo de Estudios Literarios sobre la Mujer en España y Latinoamérica de la UNIR, al que Aparicio pertenece.
“Aunque hubo mujeres que comenzaron a escribir en la década de los 50 -posguerra- y recibieron reconocimientos importantes -subraya- no fue hasta la década de los 80 cuando generaron una amplia percepción e impacto en las generaciones posteriores”.
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Como ejemplos, cita a las españolas Carmen Martín Gaite y Ana María Matute, quienes dejaron su huella en las generaciones posteriores de mujeres escritoras.
En las últimas décadas, ya en el siglo XXI, es cuando se ha producido “un nuevo boom” literario, tanto en la narrativa como en el ensayo y poesía de literatura femenina, afirma.
En Latinoamérica, precisa Aparicio, “fue hacia las últimas décadas del siglo XX, a partir de la década de los setenta”, cuando comenzó a tener un mayor reconocimiento la obra de mujeres escritoras.
El hecho de que hasta la segunda mitad del siglo XX la obra literaria de la mujer no tuvo el reflejo que merecía en la sociedad, no significa que no hubiera mujeres escritoras en épocas anteriores, sino que “tenían más dificultades para publicar, menos presencia en los medios y había menos interés por las editoriales para publicar sus obras”, concluye.