En la noche del domingo 26 de mayo de 1991, Asunción era una fiesta. Tras dos años de la caída de la larga dictadura stronista (1954-1989), se celebraban las primeras elecciones municipales democráticas libres en toda la historia del Paraguay.
Contra los pronósticos, en la capital del país, los candidatos de los dos principales partidos, Juan Manuel Morales (ANR) y Félix Bogado Gondra (PLRA), eran vencidos por Carlos Filizzola, un joven médico surgido de las manifestaciones sociales, al frente del inédito movimiento ciudadano, Asunción para Todos (APT).
Fue la primera derrota histórica del Partido Colorado, que tuvo un gran impacto político y generó mucha expectativa de construir gobiernos locales más democráticos y transparentes desde los municipios, con equidad y solidaridad, participación ciudadana y obras amigables con la cultura y el medioambiente, que puedan mejorar la vida de los vecinos.
BALANCE
El 26 de junio de 1991 asumieron los primeros intendentes y concejales electos en todos los municipios del país (en esa época eran 207, actualmente son 256). Hasta entonces, los intendentes eran nombrados directamente por decreto, como pequeños dictadores en sus feudos.
¿Qué pasó en estas tres décadas? “La gran mayoría de las municipalidades se encuentran en crisis, desnudas e incapaces para enfrentar la demanda social, agudizada hoy por la pandemia. Desde hace rato, las municipalidades no logran satisfacer las necesidades básicas de sus comunidades”, asegura el sociólogo y analista Víctor-Jacinto Flecha, experto en descentralización.
La crisis obedece a varios factores, entre ellos, la ausencia de una política coherente e integral de descentralización, destaca Flecha.
“Las autoridades locales se muestran incapaces de impulsar una ley que defina la estructura del Estado. Al principio existieron esfuerzos para definir una ley de descentralización que reglamente el artículo 1 de la Constitución Nacional, en el que se define la esencia del Estado paraguayo como unitario y descentralizado, pero desde el gobierno de Duarte Frutos, los intendentes y gobernadores se acomodaron a los intereses del Gobierno central”, indica.
POCOS AVANCES
Son escasas las experiencias positivas de impacto logradas a nivel municipal. En Atyrá, Cordillera, un quijotesco intendente, Feliciano Martínez, de la ANR y luego de Patria Querida, inició en los 90 un proceso ambiental que situó a su distrito en ejemplo de limpieza y manejo de residuos.
En Fram, Itapúa, la intendenta colorada Tatiana Trociuk impulsó un innovador seguro de salud comunitario. En Leandro Oviedo, Itapúa, la intendenta liberal Del Pilar Vázquez logró imponer la paridad, garantizando la participación de un 50% de mujeres en las dirigencias vecinales y de organizaciones sociales.
Frente a estos avances, surgieron roscas políticas que acapararon poder, convirtiendo a sus municipios en feudos de autoritarismo, con manejo caudillista y graves denuncias de corrupción. El clan de los Zacarías Irún, en Ciudad del Este; el de los González Daher, en Luque; el de los Núñez, en Villa Hayes; el de los Acevedo, en Pedro Juan Caballero; el de los Fanego, Cuevas, Samaniego y otros en Paraguarí, son tristes ejemplos de dictaduras municipales. Algunas de estas roscas cayeron tras muchos años de lucha ciudadana.
LIMITACIONES
No existe, por parte de los gobiernos municipales, una política consciente de impulsar la conformación y capacitación ciudadana, como para que se constituya en un pilar fundamental del desarrollo local, refiere Víctor-jacinto Flecha.
“Las publicidades de candidatos a intendentes y concejales, apelando a los instintos primarios antes que presentar pruebas, es una muestra soberana de lo que piensan de la ciudadanía, solo como trampolín para obtener votos y no ser servidores de sus comunidades. El proceso de cambio de un Estado centralista a un Estado descentralizado ha sido sumamente torpe, lento y anárquico”, agrega.
“Dificultad en manejo honesto y transparente de los fondos”
“En estos 30 años no se produjeron muchos avances en los municipios, en lo relativo a descentralización y participación ciudadana. Si bien hay una heterogeneidad y algunos sí pudieron tener progresos importantes; la pandemia nos mostró una buena capacidad de gestión en algunos municipios como Encarnación, Villa Elisa, Ciudad del Este” sostiene Lilian Soto, experta en administración pública, ex concejala de Asunción.
Al analizar la descentralización como la capacidad municipal de ofrecer servicios, tampoco hubo una transferencia de competencias desde lo nacional a lo local, en temas claves como la educación o la gestión del agua, destaca.
“En el ámbito de salud, se avanzó un poco más con los Consejos Locales de Salud, aunque no se observa a simple vista una eficiencia importante de los mismos en todas partes, que no sea para pequeños parches en la salud pública. Y si bien varios municipios han contado con recursos extras de los royalties y el Fonacide, ha habido una dificultad muy importante a la hora del manejo honesto y transparente de esos fondos”, indica.
VERGONZOSO. “En términos de participación ciudadana, veo acciones aisladas, sin continuidad ni sistematicidad y un gran impacto de la cultura política prebendaria y clientelar a nivel local, en la mayoría de los municipios. Algunos, como el de Asunción, son vergonzosos, porque se propició esto desde el propio organismo que debería ser contralor del buen manejo, como es la Junta Municipal. Basta con mirar el repudiable reparto de cargos públicos a los concejales”, enfatiza Lilian.
Para la experta, existen varios aspectos para pensar en los municipios como instrumentos de la democracia. “Menciono solo algunos: descentralización efectiva con transferencias de competencias y recursos para brindar los servicios y garantizar derechos claves desde el ámbito local, estableciendo mecanismos efectivos de control ciudadano; transparencia plena de la administración municipal, instalación de la carrera del servicio civil en los municipios y erradicación de la discrecionalidad para el acceso a un puesto público”, afirma.
“Se deterioró mucho la representación política”
“Hace 30 años teníamos muchas esperanzas en la democracia, pero con el correr de los años hemos visto cómo se ha deteriorado la calidad de la representación, la calidad de la clase política. Uno de los grandes responsables ha sido la corrupción”, dice Marta Ferrara, directora de la oenegé Semillas para la Democracia.
Al proveerles importantes fondos como royalties y Fonacide a los municipios, pero no controlar su utilización de manera eficiente, se abrió puertas a una mayor corrupción, indica.
“Lo más importante en este momento es fortalecer la participación ciudadana para mejorar la calidad de la representación política. Una democracia existe con partidos políticos, pero están muy deteriorados y los representantes no son confiables para la ciudadanía. Hay que utilizar todas las herramientas para una auditoría social mucho más eficaz, como la Ley de Acceso a la Información, el portal de Contrataciones Públicas y sobre todo tratar de incidir de una manera en que la Justicia sea independiente”, enfatiza.
Lo que más daña la confianza de la ciudadanía es la corrupción, la falta de control, la impunidad y la Justicia selectiva, refiere. “Mientras no tengamos justicia, no vamos a tener instituciones sólidas, no vamos a tener democracia”, advierte.
PREOCUPACIÓN. Marta dice que preocupa mucho lo que pueda ocurrir en estas elecciones. “Hay nuevas reglas, ninguna ha sido recomendada por las observaciones de la Unión Europea ni la OEA. Se hicieron dos cambios en el Código Electoral: el desbloqueo de listas y las urnas electrónicas, tenemos una nueva ley de financiamiento y hemos notado que en la actual campaña hay una lucha de todos contra todos”, señala.
Advierte que en la campaña “se cosifica a las mujeres, con descaro se entregan bebidas alcohólicas a los niños, hay peleas intensas entre distintos sectores, vemos con mucho peligro y temor la atomización de los partidos políticos. Hay todo tipo de candidatos que vienen sin mucho conocimiento en gestión pública. Es preocupante para una democracia tan frágil como la nuestra”.
“Gobiernos municipales son peores que el Ejecutivo central”
“El fracaso de la descentralización me parece casi planeado en todos aquellos aspectos que importan a la ciudadanía como salud y educación. Es que el éxito estaba en esa apuesta casi clientelista de que, a menor capacidad local de monitoreo, mayor la facilidad para que se formen feudos dominados por clanes y apellidos, que en su mayoría heredaron mucho de los presidentes de seccionales”, afirma David Riveros García, director de ReAcción, organización anticorrupción que desde hace una década controla la ejecución de fondos públicos desde Ciudad del Este.
“Si los ministerios del Gobierno central son incapaces e incompetentes en muchos aspectos, los gobiernos municipales son peores. La capacidad de gestión o la apuesta a funcionarios íntegros, idóneos y con formación ha sido la excepción. De hecho, no se me ocurre ninguna administración municipal que lo haya hecho, ni la de Miguel Prieto que volvió a anteponer lealtad antes que formación, experiencia e idoneidad. Así, desde el clan Zacarías, se perdieron oportunidades y la mejor época económica de Ciudad del Este no se tradujo proporcionalmente para su ciudadanía, sino que se concentró en lo visible de esa pequeña parte de Ciudad del Este que visitan quienes pasan por la ciudad”, agrega.
LO MISMO. Según Riveros, las lógicas de desarrollo siguen siendo las mismas: el asfalto y el empedrado tienen prioridad sobre sectores como salud y educación.
“Esto fue clásico de la administración del clan Zacarías, pero se mantuvo con la administración de Miguel Prieto. Uno fácilmente compara la velocidad y desarrollo de obras de empedrado y encuentra que en comparación las obras en educación casi no existieron. En 2020 no se ejecutaron recursos del Fonacide para obras en Ciudad del Este, mientras se avanzaba a ritmo industrial en empedrados y la Costanera. Así, no sorprende que la capacidad de innovación o de gestión de nuestros municipios hayan pasado más bien por modas, a veces importadas de afuera, de las cuales la construcción de Costaneras es solo una de las últimas”, cuestiona.
El experto apunta que hasta hoy la ciudadanía conoce muy poco de lo que puede o no hacer un concejal, qué se hace en la Junta Municipal o cuáles son las promesas factibles de una candidatura a la intendencia municipal. Pero las propias instituciones heredadas de la dictadura a nivel municipal condicionan a que las relaciones de participación ciudadana tiendan hacia vínculos de “esto a cambio de aquello”, con poquísimas excepciones.
MEJOR. Riveros cree que, “sin duda, la administración Prieto es mejor que la administración del clan Zacarías, pero esa comparación es triste porque el estándar con el que se compara es muy bajo. Cualquier administración podría ser mejor que la del Clan Zacarías”.
“Debemos aprender a extender la mano para construir críticamente y dejar de aplaudir con los ojos cerrados. Ciudad del Este tiene poco que decir en mejoras de transparencia desde la salida del clan. Un impuestómetro no es una reforma de transparencia porque poco importa saber cuánto entra diariamente si no se sabe en qué, cómo y cuánto se gasta eso que ingresa. Esa es una cortina de transparencia, por ejemplo”, agrega.
Propone abandonar el “Asuncentrismo” para poder encarar problemas locales. “Paraguay se narra desde Asunción y las agendas locales de varios municipios se tejen en la capital. Cambiar eso requiere un proceso largo de construcción colectiva con intencionalidad en la formación y vinculación de capital humano, de infraestructura social en nuestras comunidades y municipios. Eso hemos hecho en 11 años de vida de reAcción. Pero casi nadie quiere hacerlo porque es más atractivo lanzarse electoralmente sin trabajo comunitario previo, que construir a largo plazo sin atención mediática ni recursos”, enfatiza.