Emocionadas, muchas con lágrimas en los ojos, las primeras personas pudieron contemplar a partir de las 17.00, hora local, de este miércoles el féretro de la reina Isabel II, cubierto por el estandarte real y la corona imperial, en Westminster Hall, Londres, la parte más antigua del edificio que acoge el Parlamento británico.
Desfilaron apenas unos segundos frente a los restos de Isabel II, colocados sobre un alto catafalco púrpura, situado a su vez sobre un zócalo de cuatro peldaños y protegidos por varios guardas en uniforme de gala.
Algunas personas habían dormido hasta dos noches en la calle, como Anne Daley, de 65 años, segunda de la cola. “Renuncio a dos noches de comodidad por alguien que dio 70 años de compromiso infatigable al mundo, no es nada”, dijo a la prensa.
Durante los próximos cinco días, cientos de miles de británicos y visitantes, hasta 750.000 según la prensa, pasarán por una capilla ardiente abierta casi ininterrumpida hasta la madrugada del 19 de setiembre, día en que tendrá lugar el funeral de Estado en la Abadía de Westminster y el entierro en la capilla Jorge VI del Castillo de Windsor.
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El Gobierno avisó de que podrían tener que esperar 30 horas, en una fila de hasta 10 kilómetros que transcurre por el centro de la ciudad a lo largo del río Támesis.
“Tengan en cuenta esto antes de decidir asistir o traer a niños”, advirtió Downing Street, pidiendo que la gente vista “de manera apropiada” debido al frío y la lluvia que podrían abatirse en Londres hasta el lunes.
“La noche fue bastante húmeda, fría y mojada, pero tengo una pequeña silla y un gran paraguas, así que me mantuve bastante seco”, bromeó este miércoles por la mañana Dan Ford, un policía jubilado de 52 años, que había llegado el martes por la tarde equipado de guantes y un gorro.
Procesión desde Buckingham
En unas calles abarrotadas, miles de personas habían presenciado la solemne procesión fúnebre que llevó el féretro desde el Palacio de Buckingham, donde había pasado la noche tras llegar el martes desde Edimburgo, capital de Escocia.
La monarca falleció el pasado jueves, con 96 años, cuando pasaba el final del verano en su residencia escocesa de Balmoral, por lo que los primeros homenajes se realizaron allí a principios de semana.
El ataúd, cubierto con el estandarte real, una corona de flores blancas y la impresionante corona imperial, ornadas con diamantes y piedras preciosas, fue trasladado en un afuste tirado por caballos.
Este avanzó durante 40 minutos por el centro de Londres, acompañado a pie por el rey Carlos III, de 73 años, y sus hermanos Ana (72), Andrés (62) y Eduardo (58). Los hijos del monarca, Guillermo y Enrique, caminaban juntos detrás.
Durante la procesión, cada minuto se disparó una salva de cañón desde Hyde Park y sonó la imponente campana del Big Ben en homenaje a la soberana más longeva del Reino Unido.
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El cortejo caminó al ritmo de las marchas fúnebres de Beethoven, Mendelssohn y Chopin, interpretadas por bandas de la Guardia Escocesa y la Guardia de Granaderos.
El tercer movimiento de la Sonata para piano 2 de Chopin ya sonó en los funerales del presidente estadounidense John F. Kennedy y de los primeros ministros británicos Winston Churchill y Margareth Thatcher.
“Es un acontecimiento histórico y ya que hemos tenido la oportunidad de venir a Londres, qué mejor que ver todo esto”, aseguró a AFP Cristina García, una turista española de 44 años, cuyo viaje con unas amigas coincidió con los homenajes a la difunta reina.
“Funeral del siglo”
Más de 100 dignatarios y otras personalidades deben asistir al “funeral del siglo”, entre ellos, el presidente estadounidense, Joe Biden; el rey de España, Felipe VI, y su padre Juan Carlos I; o el mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, anunció una fuente gubernamental.
Los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro y Nicaragua, Daniel Ortega, no fueron invitados al funeral, precisó una fuente gubernamental a la agencia británica Press Association, sumándose a otros como el presidente ruso Vladimir Putin y su homólogo bielorruso.
El entierro de la soberana que vio pasar a 15 primeros ministros —el primero, Winston Churchill, nacido en 1874 y la actual, Liz Truss, nacida en 1975— tendrá lugar el mismo día en Windsor en una ceremonia privada, confirmando el fin de una era.
Mientras tanto, Carlos III se instala en el poder, pero sus primeros pasos no están exentos de polémica, como durante su visita el martes a Irlanda del Norte, en el marco de una gira por las cuatro naciones que forman el Reino Unido.
Las imágenes mostraron como el rey perdía los nervios con una pluma utilizada para firmar en el libro de honor que parecía perder tinta. "¡Oh, Dios, lo odio! (...). No puedo soportar esa maldita cosa”, dijo el rey, reputado por su carácter caprichoso.