-¿Qué sabes del Mariscal López...?
-¡Es un shopping...!
La singular respuesta que brindó un joven estudiante secundario a una encuesta realizada hace algunos años, provocó una sensación de alarma sobre el vaciamiento de la memoria acerca de una de las figuras emblemáticas de la historia paraguaya.
“Que hoy los jóvenes crean que el Mariscal López es solo un shopping o una avenida, habla del nivel de la educación en el Paraguay y de la manera en que enseñamos la historia”, destacó en más de una oportunidad la historiadora Milda Rivarola.
Francisco Solano López es considerado oficialmente el “Héroe Nacional sin Ejemplar”, título otorgado durante el Gobierno del general Rafael Franco, en 1936, cuando también decretó el 1 de marzo como el Día de los Héroes, en conmemoración a su trágica muerte en combate, el 1 de marzo de 1870, en el campo de batalla de Cerro Corá, que puso fin a la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) contra Brasil, Argentina y Uruguay.
Milda Rivarola, autora de varios libros sobre López y la Guerra Guasu, es una de las que aporta una visión más crítica y humana sobre la figura del ex presidente guerrero, evitando caer en el debate entre el lopizmo y del antilopizmo que dividió -y de alguna manera sigue dividiendo- a la sociedad paraguaya durante más de un siglo.
En esa misma línea, el también historiador Hérib Caballero Campos plantea que “López no es ni el demonio ni el tirano, representado de manera teatral por Cecilio Báez (uno de sus mayores detractores históricos), como tampoco es el héroe divino, representado por Juan E. O’Leary (su gran reivindicador). Fue un hombre que tuvo sus aciertos como sus desaciertos, que gobernó autoritariamente, nadie lo puede negar; cometió excesos, pero obviamente su muerte, su forma de morir, le dieron un hálito de gloria”.
Pero al margen de la necesidad de recuperar la figura del “héroe máximo” en un contexto más diverso y contrastado, hay un detalle que llama la atención: Solano López ha servido -y sigue sirviendo- de bandera tanto a sectores políticos de derecha, entre ellos la dictadura stronista, como también a los sectores de izquierda que tenían a Stroessner como enemigo y lo combatían desde batallones guerrilleros bautizados con el nombre “Mariscal López”.
Aún en la actualidad, gobiernos colorados como el del presidente Horacio Cartes proclaman la figura del Mariscal López como referente heroico, mientras sectores que se le oponen desde la violencia armada, como el grupo fuera de la ley Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), también lo reivindican.
El Mariscal López, ídolo del dictador Stroessner
El domingo 1 de marzo de 1970 se conmemoró el centenario de la muerte del mariscal Francisco Solano López en Cerro Corá. Ese día, la dictadura stronista decretó que todo el país rinda un minuto de silencio en memoria del “héroe máximo de la nacionalidad” y el propio dictador, general Alfredo Stroessner, pronunció un discurso en la cadena nacional de emisoras de radio y televisión.
“Para nosotros los paraguayos, la historia del Paraguay, en la época de la Epopeya cuyo centenario evocamos con amor, es la trayectoria del mariscal Francisco Solano López y de su pueblo. La mistificación de nuestros antiguos adversarios se ha disipado al empuje de la verdad, que tarda en llegar, pero que siempre llega y se impone. Las nuevas generaciones contemplan hoy la ejecutoria broncínea del soldado y estadista que con su vida y con su muerte trazó en la constelación histórica una profunda y luminosa huella”, expresó Stroessner en su largo y rebuscado discurso.
“Como presidente de la República del Paraguay, mi corazón se estremece al sólo recuerdo de sus glorias y estoy seguro que todos mis compatriotas, hombres y mujeres, ancianos y niños levantan hoy al cielo su mirada para contemplar su imagen santificada por nuestra irrenunciable y firme veneración. Nadie puede negar al pueblo paraguayo su derecho a honrar a sus héroes y mártires, que como el Mariscal Francisco Solano López fue el genio de la paz, el rayo de la guerra y el modelo absoluto de la dignidad de la raza”, agregó el dictador.
Tanto en sus reiterados mansajes, como en sus materiales de propaganda y en los contenidos del sistema educativo, la dictadura stronista buscó asociarse con las figuras de los héroes de la Independencia y de la guerra del 70, como las de José Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López y sobre todo la de Francisco Solano López.
“Con su reivindicación de Francia y de los López, Stroessner buscaba que se lo asocie con ellos, que se le considere como una especie de continuidad de los héroes máximos del Paraguay”, destacó en un artículo sobre la dictadura stronista el escritor uruguayo Eduardo Galeano.
Con ese mismo espíritu, el dictador encargó al escultor español Juan de Ávalos y García Taborda, el mismo que construyó el monumento del Valle de los Caídos para el dictador español Francisco Franco, que levantara un gran monumento en la cumbre del Cerro Lambaré, con la imagen de “los cinco principales héroes del Paraguay”, que incluía, además de la esfinge de un indio con la imagen de la Virgen de Caacupé, las estatuas de bronce de José Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López, el mariscal Francisco Solano López, el general Bernardino Caballero... y el general Alfredo Stroessner.
El propio Stroessner inauguró el monumento a los héroes -que lo incluían a él- el 28 de abril de 1982.
La gloria de compartir el panteón de los máximos héroes le duró hasta el 7 de octubre de 1991, cuando -tras la caída de la dictadura- el entonces primer intendente municipal democrático de Asunción, Carlos Filizzola, ordenó que se derribe la estatua de Stroessner de la cumbre del cerro Lambaré, dejando las estatuas de “los otros verdaderos héroes”.
Hoy en el lugar solo quedan los pies de la imagen de Stroessner, que tuvieron que ser cortados con una sierra para echar la estatua. La estatua del tirano estuvo mucho tiempo tirada en los depósitos de la Municipalidad, hasta que el el escultor Carlos Colombino la cortó en pedazos y la incluyó en el monumento a los desaparecidos, en la plaza junto al Palacio de Gobierno. Allí se ve ahora un pedazo del rostro y la punta de una mano, sumergido y aplastado por moles de cementos.
El Mariscal López, ídolo de los guerrilleros
“Mariscal López” se llamaba la columna guerrillera del Frente Unido de Liberación Nacional (FULNA), dirigido por el comandante Agapito Valiente, del Partido Comunista Paraguayo (PCP), que desde 1959 intentó derrocar por las armas a la dictadura del general Alfredo Stroessner, la misma que también consideraba a López su “héroe máximo”.
En épocas más actuales, el grupo armado que se pretende guerrillero y que actúa en zonas de Concepción y San Pedro con el nombre de Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), desde su presentación en sociedad con el ataque a una estancia en 2008, adoptó como logotipo la figura del Mariscal López montado a caballo.
En su libro “Programa Político del Ejército el Pueblo Paraguayo”, escrito desde la prisión, el principal ideólogo Alcides Oviedo -a quienes los miembros del grupo denominan como su “comandante en jefe"-, sostiene que el EPP se fundó oficialmente con ese nombre el 1º de marzo de 2008, día de aniversario de la muerte del Mariscal Francisco Solano López, a quien consideran su principal héroe militar inspirador.
Es común encontrar en la literatura revolucionaria de la izquierda paraguaya la reivindicación de la figura del Mariscal Francisco Solano López, como la del prócer de la Independencia y dictador José Gaspar Rodríguez de Francia, aunque no tanto la de Carlos Antonio López.
“Resulta un tanto inquietante que este ícono (el Mariscal López), que ha sido más bien útil al discurso de la derecha y los sectores más conservadores, haya sido apropiado también por algunos sectores progresistas o de izquierda”, señala el escritor Damián Cabrera.
“Si bien las lecturas marxistas de la historia de la Guerra contra la Triple Alianza en el Brasil se afirman en el capitalismo de Estado de los López, en muchas ocasiones celebrándolo como experiencia insólita en la región, a nivel local parece bastante difícil disociar la tradición conservadora vinculada a la figura de López. Y sin embargo, tanto el Partido Comunista del Paraguay como referentes de Patria Libre y aún el EPP reivindican la figura de López”, agrega.
En una entrevista que Cabrera realizó con la historiadora Milda Rivarola, para el sitio digital Viento Fuerte, sobre esta reivindicación desde la izquierda de la figura de López, ella asegura: “El lopizmo es una construcción ideológica estructurada en los años 20 como forma local del nacionalismo. Como muchos nacionalismos, porta contenidos fuertemente antidemocráticos y militaristas, defendidos primero por los colorados, asumidos desde la década del 30 por el partido comunista paraguayo y por la derecha nacionalista liberal (los “cuarentistas”). Entiendo que se trata más bien de una incapacidad de la izquierda -y de los demócratas- de construir mitos históricos propios, construyendo figuras de “héroes” identificados con sus valores. El revisionismo histórico posterior (paraguayo, argentino, brasileño), de los años 60 para adelante, tiene muy poco respeto por fuentes históricas y mucho de ensayo o literatura con fines ideológicos”.
En su entrevista con Milda Rivarola, Damián Cabrera hace referencia a un ensayo publicado por Bernardo Coronel, también en Viento Fuerte, sobre “López, héroe antiimperialista”. “Si bien se puede afirmar que López era antiimperialista con relación al Imperio de Brasil (y esto a pesar de su francofilia, su eurocentrismo), las connotaciones que el término “antiimperialista” puede adquirir en un discurso de izquierda son inquietantes”, le consulta a Milda.
La historiadora contesta: “Es lo que en historiografía se llama ‘un salto anacrónico’. De acuerdo al primero de sus estudiosos, el mismo Lenin, el imperialismo es una fase superior del capitalismo iniciado hacia 1885. Eso supone hacer de López un antiimperialista dos décadas antes del surgimiento de ese fenómeno mundial”.
“De hecho, Francisco Solano gobernó apenas dos años sin guerra (de 1862 a 1864), lo que hace difícil juzgar las políticas de su Gobierno. En el Paraguay seguían existiendo esclavos (unos 12.000 fueron armados tras la derrota de Tuyutí), no hubo políticas distribuidoras de tierras en un país extensamente campesino y el sistema electoral, fijado por su padre, excluía expresamente a los no propietarios (la mayoría del país) de la ciudadanía política”, indica Rivarola.
“El progreso de esos años favoreció exclusivamente a las clases propietarias (encabezadas por la familia López y sus parientes), y hay varios registros de crítica y oposición a su gobierno y a las prácticas de guerra por parte de las clases populares (mercaderas, campesinas), ocultadas cuidadosamente por la historia oficial. Para no mencionar la cantidad de desertores y ‘pasados’ a filas aliadas desde 1858, que contradice el mito de ‘pueblo paraguayo unido a su gobernante’”.
Finalmente, Milda Rivarola concluye: “Si se buscan figuras combativas dentro de la izquierda paraguaya -tan derrotadas en el plano militar como López- hay varios: Cantalicio Aracayú, el de la toma de Encarnación en 1931; Obdulio Barthe, combatiente en la guerra civil del 47; Agapito Valiente, de la guerrilla comunista de 1960/70, o Juan Carlos da Costa, otro héroe combativo de la izquierda, de la OPM de 1976. Ni hablar de héroes civiles como Rafael Barret, Francisco Gaona y otros tantos. No había por qué copiar del espectro autoritario y de la derecha los personajes que existen, con gloria propia, en el de la izquierda”.