Las locuras del mariscal es una comedia teatral que debía ser estrenada durante las celebraciones de la Independencia patria. Eso no fue posible porque su director recibió amenazas de muerte; pues –según sus detractores– la obra es un “insulto” a la figura de Francisco Solano López.
La noche del miércoles 12 de junio, un pequeño grupo interrumpió de forma violenta la representación, causando caos. El personaje de la obra de teatro ni siquiera se refería al Mariscal López, y –según su director– estaba inspirado en un hombre que vivía sobre la avenida Perú, entre Mariscal López y Eligio Ayala, en Asunción, recordó que en los 90 iba siempre vestido de militar y entretenía –por decirlo de alguna manera– con relatos fantasiosos de la Guerra Guasu.
Esa es la obra de teatro que en el Paraguay del siglo XXI sacude los mármoles de la patria.
OLIMPIA-CERRO. El historiador Hérib Caballero asegura que todos los países tienen estas polémicas, pero aclara que en nuestro caso, “es parte de esa tradición política intolerante y falta de democracia que tenemos”.
No podemos discutir, afirmaba en diálogo con radio Monumental. “O le querés a López o le odiás a López, no podemos intercambiar opiniones... A mí en mi clase siempre me preguntan: ¿es usted lopista o antilopista? Y yo les digo ni lo uno ni lo otro, no entro en la polémica”.
El catedrático apunta que precisamente esa lógica “Olimpia o Cerro”, “rojo o azul”, esa filosofía maniquea es la que domina todas nuestras discusiones.
Francisco Solano López es considerado el “Héroe Nacional sin Ejemplar” del Paraguay, título otorgado durante el gobierno del general Rafael Franco, en 1936, cuando se decretó el 1 de marzo como el Día de los Héroes, en conmemoración a su muerte el 1 de marzo de 1870, en el campo de batalla de Cerro Corá; batalla que puso fin a la Guerra Guasu, la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) contra Brasil, Argentina y Uruguay.
Pero la realidad es que la figura de López pasó por distintas etapas, explica Caballero. Indica que inmediatamente terminada la guerra, Solano López fue declarado fuera de los libros de historia, culpable de la guerra, enemigo del género humano, lo cual hasta hoy día está en el registro oficial.
La reivindicación de Solano López se inicia con el presidente Rafael Franco, pero es Alfredo Stroessner quien lo eleva a los altares patrios.
ANTES DE LA GUERRA. Para otro historiador, Fabián Chamorro, el denominado antilopismo es anterior a la Guerra de la Triple Alianza incluso, y se inicia con los opositores que tenían ambos López, incluso en tiempos del doctor Francia.
Explica que se convierte en un discurso de Estado cuando cae Asunción en 1869 y los aliados crean un gobierno títere, que es el famoso triunvirato, “en ese famoso triunvirato están dos que habían peleado la guerra contra el Paraguay siendo paraguayos; y el triunvirato lo primero que hace es declararlo fuera de la ley a López, a partir de ahí el discurso antilopista se vuelve una cuestión de Estado”.
Añade que al pasar una generación de paraguayos, alrededor del 1900 se inicia el otro discurso, el discurso lopista nacionalista que tiene entre sus adalides principales a Juan E. O’Leary, e inicia el proceso que culmina con la figura de López restablecida.
INTOLERANCIA. Después de la Guerra del Chaco, Franco lo declara héroe, López se convierte en parte del sistema educativo y el lopismo se convierte en discurso de Estado, agrega el historiador. Pero entonces aparece Alfredo Stroessner, quien abraza la figura de López, y es cuando opinar mal del Mariscal es sinónimo de “legionario” o antipatriota. Se inicia el largo periodo de la intolerancia.
IDEOLOGÍA. Pero, en pleno siglo XXI, ¿cómo se explica la tensión lopistas vs. antilopistas? Cómo se explica el ataque a una manifestación cultural y el exacerbado nacionalismo.
Milda Rivarola, historiadora y politóloga, menciona un consejo que le dieron sus asesores a uno de los presidentes de España. Como el año en cuestión iba a ser económicamente malo, y no se preveían buenos resultados de gestión, “era necesario hacer ideología...”, relata. Y apunta a que lo que estamos presenciando forma parte de una escalada de odio e intolerancia, bastante perceptible en las redes locales. “Cuando de las redes salta impunemente a las calles, es bien peligroso para la República”, sostiene Milda.