El director del estudio, Benjamin Geffroy, del Instituto francés de Biodiversidad Marina, Explotación y Conservación (Marbec), llegó a esta conclusión tras analizar los resultados de 173 estudios previos que investigaban los conducta y los rasgos fisiológicos que utilizan algunos animales para evitar a sus depredadores.
Tras analizar el comportamiento de 102 especies de mamíferos, aves, reptiles, peces y moluscos domesticados, en cautiverio y urbanizados (no están cautivos pero sí acostumbrados a la presencia de los hombres), los investigadores constataron que el contacto con los humanos provocaba una rápida pérdida de sus rasgos antidepredadores y que esos cambios se reforzaban en las siguientes generaciones.
Según el estudio, los animales mostraban cambios inmediatos en las respuestas frente a los depredadores en la primera generación tras el primer contacto con los humanos, una flexibilidad del comportamiento que, incluso, puede ir acompañada más tarde de cambios genéticos si el contacto se prolonga durante muchas generaciones.
Los investigadores también descubrieron que la domesticación alteraba las respuestas de los animales contra los depredadores tres veces más rápido que la urbanización, mientras que el cautiverio daba lugar a los cambios más lentos.
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Otra de las observaciones del estudio fue que los herbívoros cambiaban de comportamiento más rápidamente que los carnívoros y que las especies solitarias tendían a cambiar más rápidamente que los animales que vivían en grupo.
Por último, los científicos concluyeron que la domesticación y la urbanización ejercen presiones similares sobre los animales y pueden dar lugar a rápidos cambios de comportamiento, y que la pérdida de comportamientos antipredadores puede causar problemas cuando esas especies domesticadas o urbanizadas se encuentran con predadores o cuando son liberados de nuevo en la naturaleza.
Comprender cómo responden los animales al contacto con los humanos tiene importantes implicaciones para la conservación y la planificación urbana, los programas de cría en cautividad y la gestión del ganado, según el estudio.
“Aunque es bien sabido que el hecho de estar protegido por los humanos disminuye las capacidades antidepredadores en los animales, no sabíamos lo rápido que esto ocurre y hasta qué punto es comparable entre contextos”, advierte Geffroy.
El investigador concluye que hay que seguir investigando para trazar un patrón global de lo que está sucediendo y para entender si esto ocurre también con la simple presencia de turistas.