Un nombre dominó ese periodo: el mariscal Tito. El mismo que formó el grupo de los no alineados junto con Nehru y Nasser. También en esta región mataron al Archiduque Fernando de Sarajevo en 1914 que desató la primera de las grandes confrontaciones mundiales.
Los Balcanes con su cadena de montañas que lucen verdes en este comienzo del verano me ha tocado visitarlo de manera más amplia 30 años después. Lo hice la primera vez cubriendo parte de la guerra para este diario en 1994 desde Zagreb y Split en Croacia. Esta es una crónica de mi viaje por los territorios llenos de cicatrices de una confrontación muy reciente y cercana.
La Guerra de los Balcanes de 1991 a 1995 es considerada una de las más feroces de finales del siglo pasado. Se enfrentaron visiones históricas, culturales y religiosas mezcladas fanatismos nacionalistas que derivaron en muerte, desplazamientos y destrucción. Contaré mi versión de la historia desde el final.
Empecé mi viaje hace un par de semanas por Prishtina la capital del país más joven de Europa: Kosova. La última creada por la Guerra de los Balcanes. Nació como resultado del desprendimiento de Serbia que no tuvo compasión con ellos en el proceso de escisión. La ciudad es joven, vibrante y con un notable crecimiento desde que se independizó oficialmente en el 2008.
Todavía no tienen 20 años y su bandera disputa territorio con la de Albania a la que culturalmente se encuentra unida por el mismo idioma. La bandera roja con las dos águilas se observa a lo largo de todo su territorio.
La encargada de la aduana mira una y otra vez mi pasaporte en un aeropuerto con no muchos vuelos. No habrán venido muchos de los nuestros por aquí. Llama por teléfono a su supervisor para confirmar que no requiero visa para ingresar a pesar de que el Paraguay no reconoce a esta joven nación. 102 países lo hacen y 90 no.
Lo hacen muchos pero varios: no entre ellos el nuestro, España, China, Rusia y otros porque declaró su independencia sin negociarla. Detrás del tema están los intereses de los omnipresentes serbios.
Me desplazo hacia el centro de la ciudad desde un aeropuerto que lleva el nombre del héroe de esta Nación: Adem Jashari quien falleció junto a toda su familia en un ataque serbio a su comarca natal.
Es una especie de Che Guevara local. Barba larga, ropa de granjero y en sus manos una AK 47. Me sorprende en la capital un boulevard que lleva el nombre de Bill Clinton y una estatua levantada en su memoria.
El hombre de Hope (Arkansas) fue el presidente estadounidense que decidió ordenar el ataque contra las posiciones serbias y fue determinante para el cese de la destrucción que el ejército de ese país llevaba adelante.
Son pocos los kosovares. No más de 2 millones en un territorio la mitad de la extensión del departamento de San Pedro: 10.908 kilómetros cuadrados.
Una universidad moderna la AAB se yergue en uno de los barrios de mayor crecimiento de la ciudad. Tiene 37 mil alumnos.
Han decidido otorgarme la distinción de profesor doctor honoris causa por el apoyo que había dado a los países que luchaban en Europa del Este por su democracia luego de años de autoritarismo.
En el acto académico hablo de la necesidad de construir una verdadera cultura democrática, cosa nada fácil cuando las experiencias de diversidad compartida terminaron en un baño de sangre.
El Rector destaca la necesidad de abrir vínculos con el mundo y en especial con América Latina. Conoce muy poco de Paraguay. Casi nada, como nosotros de ellos.
Me corrigen que no debo decir Kosovo sino Kosova con la A final porque la primera es la denominación Serbia del territorio.
Finalizada la ceremonia con un concierto de Lizza Bogado vamos a comer unos trozos de carne cocinados sobre piedras calientes. Buenos vinos que son exportados acompañan la conversación sobre cómo se está construyendo un nuevo país.
El Rector había sido combatiente en las fuerzas de liberación y su cabeza tiene precio en Serbia.
La lucha de los credos
La Madre Teresa de Calcuta tiene una gran catedral en construcción en Pristina. Luce majestuosa y es la hija dilecta de la región. Nació en Skopie ahora la capital de Macedonia del Norte pero la reconocen como suya los kosovares, los macedonios y los albaneses. La población aquí es mayoritariamente musulmana.
Santa Teresa de Calcuta fue elevada a los altares por su trabajo a favor de los más desfavorecidos en la India y en varios países donde sus hijas extienden su labor. Kosova es 90% musulmán lo que lo convierte junto a su vecina Albania en los dos países europeos con esta mayoría. El resto son ortodoxos y católicos.
Tengo una cita con el jefe de estado en un día feriado. Es el día de Europa pero Albin Kurti (primer ministro de Kosovo) tiene tiempo para conversar conmigo. Los protocolos de seguridad son simples pero eficientes.
El político de los kosovares habla de la necesidad de ser reconocido a nivel global, luchar por elevar los estándares de seguridad, aprender la lección de la Guerra de los Balcanes, poner atención a los serbios y sus movimientos.
El PIB del país es de USD 13 mil millones y el ingreso per cápita igual al nuestro: 7 mil. Me invita a la celebración del Día de Europa a la noche en que tocará a Chopin un pianista ucraniano. El auditorio está repleto.
Me encuentro con el embajador de los EEUU, Jeffrey Hovenier, quien en 1993 había estado en Asunción como diplomático y que una de sus hijas nació en Asunción. La legación diplomática norteamericana ocupa un amplio espacio y su rol es protagónico en la construcción de la naciente república.
La cooperación es amplia y Kosova aplicó para su ingreso en la UE y ser parte completa de la OTAN. La cuestión no es fácil. Serbia sigue sin reconocer a la fue durante la era yugoslava una región autónoma junto con Voivodina.
Era parte de las demás: Eslovenia, Croacia, Serbia, Bosnia, Montenegro y Macedonia del Norte. Aquello se despedazó a dos años de la caída del muro de Berlín (1989). Las pasiones soterradas emergieron y se enfrentaron de manera brutal.
Al día siguiente vamos a conocer el poblado de Skenderaj donde está el símbolo de este país. Aquí Adem Jashari y 46 miembros de su familia fueron masacrados por los serbios mientras resistian la invasión. Jashari tiene estatus de mártir y es casi un santo en todo Kosova.
Nos acompaña Sadri Ramabaja, un intelectual quien estuvo preso y ha luchado desde las trincheras de las ideas para consolidar la república que hoy la abraza como propia.
El campo custodiado por militares kosovares mantiene la estructura de la casa bombardeada por los serbios.
Vamos camino a Albania, el país que con su dictador Hoxha cerró como el Dr. Francia su país a todo contacto con el mundo. El paso de las aduanas no aplica ningún control entre los dos países. De la asediada y libre Kosova emprendemos la marcha hacia Tirana. Se los comentaré en más detalles el próximo domingo.