La intención del gobierno de realizar trabajos en el Cerro León -asentado en una zona protegida donde existen importantes especies de la flora y la fauna- motivó el repudio de varios sectores, además de un debate medioambiental. ¿Hasta dónde el progreso es más importante que mantener la biodiversidad?
Numerosos casos confirman que en nuestro país “desarrollo” y “sustentabilidad” no van precisamente de la mano. A continuación, algunos ejemplos.
Cerro Tacumbú
Lo que antes se erigía como el coloso de la periferia de la ciudad de Asunción ahora se encuentra muerto y sepultado.
La muerte del cerro fue lenta y dolorosa: Comenzó en el lejano 1871, un año después del fin de aquella Guerra Grande que dejó un país devastado. Pero fue en el siglo XX, en la década de 1950, que se intensificó su explotación para llenar de piedras las por entonces calles de tierra de la ciudad capital. Coleccionistas guardan en la actualidad fotografías de presos picando las piedras de una elevación de la que no quedan siquiera sus cenizas.
Foto: Luis Vera
La cantera encargada de los trabajos cerró sus puertas cuando ya no había más nada que sacar. El Cerro Tacumbú pasó a la posteridad convertido en una triste y solitaria laguna dejada a su suerte. Desde el año 1997 los vecinos de la zona intentaron a través de la Comuna revitalizar el espacio, todos los intentos quedaron en la nada. Como el cerro...
Cerro Ñemby
De Asunción a Ñemby hay pocos kilómetros de distancia. Se llega yendo por Acceso Sur, camino hecho con las piedras de un cerro incompleto que se ve de fondo.
Foto: Sonia Delgado
Incompleto decimos porque se nota que al Cerro Ñemby le falta algo. Un tajo en el medio delata que hace más de medio siglo se inició un desmesurado saqueo de piedras.
Pese a que en el año 1999 el municipio lo declaró patrimonio natural gracias a la presión de comisiones vecinales de la zona; la explotación continuó de la mano de la empresa Concret Mix S.A., perteneciente al ex presidente de la República, Juan Carlos Wasmosy (1993-1998).
Las voladuras en la cantera provocaron daños materiales a numerosas viviendas aledañas al cerro. Actualmente existe una organización denominada “Salvemos al Cerro Ñemby”, que lucha contra un poderoso rival pero que no baja los brazos.
Cerrito – Capiatá
Al igual que en Ñemby, la elevación que da el nombre a un barrio se encuentra siendo explotada en plena zona urbana con la complicidad y complacencia de las autoridades comunales y estatales.
Aquel “Cerrito” fue reemplazado por una cantera que deja en zozobra a los vecinos, quienes varias veces denunciaron ante los medios de prensa las irregularidades.
Basta solo rebuscarse en el archivo para caer en la cuenta de la cantidad de muertes registradas en el sitio debido a que la cantera no cuenta con una valla de seguridad.
Villa Hayes: Una ciudad de explosiones
El caso de la “ciudad del acero” es particular y digno de ser abordado a profundidad. Ubicada en la misma región que el Cerro León, dista mucho de éste en kilómetros, tratándose de la puerta de entrada al impenetrable Chaco.
La orografía villahayense fue tentadora para las empresas dedicadas a la extracción de piedras. Tanto así que los cerros Verde y Confuso prácticamente ya no existen. En su lugar, gigantes canteras se abren paso en medio de zonas urbanas, al igual que en otros casos.
Las firmas encargadas de la explotación de minerales en la zona son “Minera Ypacaraí” (Cerro Confuso) y “Talavera y Ortellado” (Cerro Verde). Imágenes aéreas muestran que los cerros de Villa Hayes desaparecieron casi en su totalidad.
Como dato no menor, la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) ofrece como opción turística del departamento de Presidente Hayes al devastado Cerro Confuso, presentándolo como una de las atracciones. Paradojas dolorosas, y confusas...
Cerro Peró
En el medio de la serranía que atraviesa el departamento de Paraguarí y muy cerca de la ciudad del mismo nombre, se asienta el Cerro Peró (Pelado en guaraní), que tal como señala su toponimia guaraní fue “pelado” por manos humanas.
Del emblemático cerro se extrajo en la década de 1960 una gran cantidad de ripio, con el objetivo de nivelar ciertos tramos de la ruta nacional número 1.
Su altura original según datos históricos era de 250 metros de altura, y a consecuencia de los trabajos se redujo a 240. El mirador ubicado en la cima refuerza la precisión.
El Cerro Peró también sufrió los embates de la explotación ilegal, tanto que, en la década de 1990 y gracias a la presión de la ciudadanía, fue convertido en reserva ecológica.
Después de los casos citados no resulta extraño que la ciudadanía tome con escepticismo las promesas de las autoridades de no tocar el Cerro León.