Los científicos del proyecto Chimpancé Ozouga, en Gabón, llevan siete años estudiando un grupo de estos animales en el Parque Nacional de Loango y publican este descubrimiento en Current Biology.
La primera vez que observaron este comportamiento fue en 2019, cuando una chimpancé llamada Suzee inspeccionaba una herida en el pie de su hijo adolescente, tras lo que cogió un insecto en el aire, se lo metió en la boca y lo aplicó sobre el lugar dañado.
“En el video se puede ver que Suzee primero mira el pie de su hijo, y luego es como si pensara: '¿Qué podría hacer?’ y entonces levanta la vista, ve el insecto y lo atrapa para su hijo”, indicó una de las autoras del estudio Alessandra Mascaro, quien grabó las imágenes.
Los científicos consideran que este comportamiento de curar las heridas de otros ejemplares es “una prueba de que los chimpancés tienen la capacidad de realizar comportamientos prosociales que se han relacionado con la empatía en los seres humanos”.
El equipo empezó a vigilar a los chimpancés en busca de este tipo de comportamiento de atención a las heridas y en los 15 meses siguientes documentó 76 casos en los que el grupo aplicaba insectos a las heridas de ellos mismos y de otros.
En una ocasión, un macho adulto, Littlegrey, tenía una profunda herida abierta en la espinilla y Carol, una hembra adulta, que lo había estado acicalando, de repente extendió la mano para coger un insecto, relató Lara Southern.
“Lo que más me llamó la atención fue que ella se lo entregó a Littlegrey, él se lo aplicó en la herida y posteriormente Carol y otros dos chimpancés adultos también tocaron la herida y movieron el insecto sobre ella. Los tres chimpancés sin relación entre sí parecían realizar estos comportamientos únicamente en beneficio de su miembro del grupo”.
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Aplicar un insecto a las heridas de otro es “un claro ejemplo de comportamiento prosocial, es decir, un comportamiento que actúa en beneficio de otros” no sólo de uno mismo, aseguró Simone Pika de la Universidad de Osnabrück. “De repente tenemos una especie en la que realmente vemos individuos que se preocupan por los demás”.
No es la primera vez que se observa que los animales no humanos se automedican. Nuestros dos parientes vivos más cercanos, los chimpancés y los bonobos, tragan hojas de plantas con propiedades antihelmínticas y mastican otras amargas que matan los parásitos intestinales, lo que llama la atención es que nunca se había visto que lo hagan también con los otros.
Además, nunca se había documentado la aplicación externa de materia animal en heridas abiertas. El equipo quiere investigar ahora “las posibles consecuencias beneficiosas de un comportamiento tan sorprendente”, afirmó el primatólogo Tobias Deschner.
Ahora, los científicos van a identificar cuáles son los insectos que usan y documentar quién lo aplica a quién. “Estudiar a los grandes simios en sus entornos naturales es crucial para arrojar luz sobre nuestra propia evolución cognitiva”, afirmó Pika.
“Nuestro estudio demuestra que aún queda mucho por explorar y descubrir sobre nuestros parientes vivos más cercanos, y que por tanto debemos seguir esforzándonos mucho más en protegerlos en su hábitat natural”, indicó Deschner.