Lo señaló ahora un equipo internacional de investigadores, contradiciendo así un estudio anterior, que se publicó el pasado año, según el cual el Tyrannosaurus rex tenía un número excepcionalmente elevado de neuronas, lo cual estaría directamente relacionado con su inteligencia, y compararon algunos de sus hábitos con los de los simios.
Un equipo internacional formado por investigadores en paleontología, ciencias del comportamiento y en neurología, examinó de nuevo el tamaño y la estructura del cerebro en distintos dinosaurios y concluyó que se comportaban de forma parecida a como lo hacen los cocodrilos o los lagartos.
En el nuevo trabajo, cuyas conclusiones se publican hoy en la revista The Anatomical Record, participaron investigadores de las universidades británicas de Bristol y de Southampton; la de Heinrich Heine (Alemania); de la Universidad de Alberta y el Royal Ontario Museum –ambos en Canadá–; y del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP).
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En el estudio publicado el pasado año, los investigadores mantuvieron que el elevado número de neuronas estaba directamente relacionado con la inteligencia de los dinosaurios y citaron, además, la transmisión cultural del conocimiento o el uso de herramientas como ejemplos de rasgos cognitivos que esta especie podría haber presentado, informa la nota de prensa de la Universidad de Bristol.
Sin embargo, los investigadores examinaron con detalle las técnicas que utilizaron para estimar el tamaño del cerebro y el número de neuronas de los dinosaurios, y concluyeron que sus deducciones sobre el tamaño del cerebro en los dinosaurios y el número de neuronas eran poco fiables.
Durante las últimas décadas, los paleontólogos y los biólogos han examinado el tamaño y la anatomía del cerebro de los dinosaurios y han utilizado estos datos para inferir su comportamiento y estilo de vida.
El equipo de investigación dedujo que el tamaño del cerebro, especialmente de la parte anterior, se había sobreestimado en los estudios anteriores y, por lo tanto, los recuentos de neuronas también, y concluyó que las estimaciones del número de neuronas no son un indicador fiable de la inteligencia de estos animales.
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El equipo de investigación defiende en el nuevo artículo que aparece hoy que para reconstruir de manera sólida la biología de especies extintas hay que analizar distintos aspectos, como la anatomía de su esqueleto, la histología ósea, el comportamiento de los parientes actuales o los rastros fosilizados.
“Para determinar la inteligencia de los dinosaurios y otros animales extintos hay que incorporar distintas evidencias, que van desde la anatomía general hasta las huellas fósiles, y no centrarse únicamente en estimaciones del número de neuronas”, explicó Hady George, de la Escuela de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bristol.
Los recuentos de neuronas “no son buenos predictores del rendimiento cognitivo, y usarlos para predecir la inteligencia en especies extintas puede llevar a interpretaciones muy engañosas”, según la investigadora Ornella Bertrand, del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont.
“La posibilidad de que el Tyrannosaurus rex pudiera haber sido tan inteligente como un babuino es fascinante y aterradora a la vez, y supone reformular nuestra visión del pasado”, concluyó Darren Naish (Universidad de Southampton), y aseguró que los nuevos datos “van en contra de esta idea; eran más bien como cocodrilos gigantes inteligentes, y eso es igual de fascinante”.
Fuente: EFE