Todo plan de educación, sobre todo si es de ámbito nacional, debe definir claramente qué pretende conseguir, cuáles son los fines, los objetivos y las metas de su planificación, cómo y cuándo los alcanzará.
La Constitución Nacional, en el artículo 73, dispone quince fines de la educación nacional paraguaya que la Ley 1264 General de Educación explicita y ordena, en el artículo 9.
El primer fin (por ser el más importante e ineludible) de la educación paraguaya, según la Constitución y la ley, es “el pleno desarrollo de la personalidad”, y la ley completa diciendo, “en todas sus dimensiones”.
¿Dónde está este fin, sus objetivos y metas, en los currículos, planes y programas del Ministerio de Educación y Ciencias y en las propuestas del Plan Nacional de Transformación Educativa (PNTE)? ¿Quiénes, cuándo y cómo se evalúa en las instituciones educativas si se ha conseguido o no el “pleno desarrollo de la personalidad” en todas sus dimensiones?
El Ministerio y el PNTE (por tantos errores rechazado) ignoran las implicancias pedagógicas, didácticas, técnicas, psicológicas y científicas de este fin fundamental y prioritario de la educación, y violan impunemente la Constitución y la Ley General de Educación.
La situación creada no es baladí. Los daños que generan esta irresponsable ignorancia y violación son muy graves y perennes, en perjuicio, prácticamente irreparable a los educandos y a la sociedad y la nación:
1. Se le está robando a millones de educandos un derecho fundamental, protegido por la Constitución y la ley.
2. Queda truncada la natural realización de la original identidad biológica definida en el ADN y las huellas dactilares.
3. Sin desarrollo de la personalidad quedan masificados y manipulables fácilmente por poderes fácticos.
4. La sociedad se empobrece al recibir personas amorfas, personalmente subdesarrolladas y desaparece la riqueza del pluralismo y la diversidad social.
5. Es una aberración pedagógica y un fraude llamarle educación a unos procesos que han eliminado el fin principal de la educación.
6. La ausencia de planes y programas para desarrollar la dimensión espiritual de toda persona y su personalidad, deja al ser humano, es decir, a todos los educandos a nivel de simple mamífero, ya que lo que nos diferencia a los humanos de los demás mamíferos es precisamente la dimensión espiritual, sea esta natural o también religiosa.
7. Sin desarrollo de la personalidad es fácil ser dominados por el colectivismo y alienar los derechos humanos personales, cediéndolos sin réplica al poder dictatorial del macro Estado totalitario.
8. Para los creyentes no educar y no desarrollar la personalidad es pervertir el plan de Dios, que nos ha creado a todos diferentes . No hay dos personas iguales, ni siquiera entre mellizos o gemelos.
El gran desafío de todos los educadores profesionales es afrontar la educación personalizada, inteligentemente recreada y promovida por Pierre Faure.
Espero que, sin tratar todos los fines, solamente esta breve reflexión sobre el estado del fin más importante de la educación paraguaya, ayude a comprender por qué queremos otra educación y por qué rechazamos el Plan Nacional de Transformación Educativa (PNTE).