Dr. Víctor M. Oxley
Algunas consideraciones etimológicas, más o menos claras, resultan del carácter altamente motivado propio a los nombres en guaraní”, comenta Rubén Bareiro Saguier explicando cómo los guaraníes referenciaban las cantidades en su idioma, y al respecto dice: “Así, mokõi viene del factitivo mbo- (mo en contexto nasal) + kõi, ‘doble’ (“dos cosas pegadas”, dice Montoya); ‘hacer, volver doble’”. En esta explicación ¿se desprende la idea semiabstracta de la propiedad cardinal u ordinal, discreta o continua de los números en sentido moderno, que pudieran tener los guaraníes sobre los números?
Es una aventura estimulante el intentar reconstruir los presupuestos filosóficos de base que configuran el pensamiento cuantitativo de los guaraníes, aunque algunos como Bareiro Saguier nos señalen ciertos caminos a su criterio erróneos. Al respecto sostuvo que “tanto más que el abuso del argumento etimológico, a lo que es proclive una gran cantidad de especialistas paraguayos del guaraní puede conducir a ciertas aberraciones fantasiosas”. Por nuestra parte asumimos la tesitura popperiana que a fuerza de conjeturas y refutaciones se llega al conocimiento y para poder intentarlo, a pesar del pesimismo de Bareiro Saguier, partiremos de los posibles vestigios etimológicos que subyacen a esas palabras que utilizamos hoy para nombrar los números en esa lengua nativa.
Si partimos que mokõi, que referencia al número 2, etimológicamente refiere a ´cosa doble´, al uno muy bien lo podrían referir como cosa simplemente, pero ¿cómo se puede decir esto en guaraní? Antes de intentar una respuesta a lo planteado, hoy día asumimos que el número 5 es una mano (que contiene 5 dedos) o ´po´, y por regla referenciamos el 6 como ´poteî´ (cinco + uno, po + peteî). Con esta lógica constructiva en nuestras narices, y asumiendo que 1 es peteî y 2 es mokõi, el 3 muy bien podría nombrarse ´mokõiteî´. El investigador Grahan Flegg documenta que tribus de América del Sur como los Bakairi o Arará (cuyas lenguas están emparentadas con el Tupí-Guaraní) construyen sus cantidades por yuxtaposición, así por ejemplo los Bakairi dicen, tokale (uno), ahage (dos), ahage-tokale (tres, 2 + 1), ahage-ahage (cuatro, 2+2), ahage-ahage-tokale (cinco, 2+2+1) etc.
La posteridad nos legó que el 3 lo designa el vocablo ´mbohapy´, y como vemos este resultado no puede derivarse del todo de la regla semántica citada líneas atrás.
Si analizamos ambos vocablos, mokõi y mbohapy, por lo menos encontramos que el ´mo´ (mbo) y el ´mbo´, de cosa, está presente en ambos. El ´ha´ guaraní equivale a la conjunción ´y´ castellana, así que el ´mbo´ bien puede ser la contracción de ´mokõi´, así en vez de decir mokõihapeteî (2 + 1), bien podría decirse por polisíntesis ´mbohateî´ para referenciar al 3, pero no es el caso heredado culturalmente. Ya intentamos dilucidar el vocablo hasta ´mboha´ ¿y la partícula ´py´? ´py´ en guaraní es pie, y con miras a este nos resulta muy difícil encontrar un sentido al aglutinar este significado al vocablo en discusión, pues ´mbohapy´, es decir dos + pie no tiene ningún sentido ni por aproximación al número 3.
Pero si intentamos entender el ´py´ como una contracción de otras palabras, y proponemos que la original sea ´hapykue´ obtenemos ´mbohapykue´, es decir ´mokõi´ + ´hapykue´, mbohapy damos a entender lo designado como ´lo que está detrás del 2´. Desde este proceder adquiere una lógica en la misma regla semántica de construcción guaraní, e inclusive si el ´py´ es la contracción de ´aty´ obtenemos la idea similar a la anterior de que ´mbohapy´, mbo + ha + aty, referencia al cúmulo agregado al par o al doble del uno, es decir, todo lo que indeterminadamente viene después del 2.
El principio numeral
Peteî es el vocablo que heredamos de los guaraníes como principio numeral. En sentido moderno el número 1 (uno). Atendiendo que una de las particularidades de la lengua guaraní es la aglutinación o polisíntesis, es decir una palabra está compuesta por varias que la constituyen, es todo un desafío tratar de descomponer en sus partes el término ´peteî´. ´Pe´ podría ser usado en distintas acepciones, así por ejemplo podría significar ´chato´ o ´ese´, bien también puede ser la simplificación de ´ápe´ (aquí de lugar o ´ape´ de espalda); ´te´ puede asumir varias posibles referencias, cuerpo (tete) y mismo (ete) por ejemplo. También puede ser el constitutivo de ñoite, único; ´î´ por su parte referencia a estar.
Si aglutinamos combinados los anteriores significados podemos obtener por ejemplo ese (pe) cuerpo (tete) o el cuerpo que está (î) ahí (señalando individualmente a algo), o también eso (pe) solo o único (ñoite) que está (î), así entendido peteî como la polisíntesis de pe + ñoite + î obtenemos una idea aproximada de la unidad como cosa individualizada.
La evidencia antropológica nos demuestra de que contar con un mínimo de dos vocablos para designar cantidades antes de poseer otro para referenciar ´´gran cantidad´´ fue la práctica común en los pueblos más primitivos o arcaicos; así estos solo distinguían el 1 y el 2 al principio para luego distinguir también a ´muchos´.
El padre Anchieta en su obra sobre la lengua Tupi (ligada al guaraní) afirma que estos solo contaban hasta 4, irundy. En el habla común del guaraní entre la población paraguaya (los que se manejan dentro del jopará) generalmente se utilizan los vocablos correspondientes del uno hasta tres para referir cantidades, si son 4 o más las cifras que hay que connotar se utilizan los números en castellano coloquial. Irundy, de irû, ‘compañero, -ty (ndy en contexto nasal), colectivo, ‘par’, ‘reunión’, y al mismo tiempo idea distributiva, de donde irundy sería ‘el conjunto, el par de compañeros’”. Este vocablo guaraní escapa totalmente a la regla de la aglutinación o polisíntesis gramatical en sentido de ir numerando, pues ¿por qué este vocablo que intenta referenciar al numeral 4 no resulta por ejemplo en, mokõikõi, mokõi + mokõi, 2+2? Más la idea del 2+2 se refleja en su etimología.
Si bien vemos que los guaraníes, como un sinfín de otros pueblos, tenían vocablos para etiquetar cantidades, la antropología aporta datos que nos demuestran que estos vocablos no precisamente significan abstracciones de cantidades o magnitudes, pues estos vocablos eran propiedades inherentes a los objetos que describían. Si el nativo expresase ´mokõi panambi´, la dosidad de la idea tiene el mismo estatus ontológico que el color e incluso olor de las mariposas, percibir propiedades no es lo mismo que contar en sí mismo. Para que el 2 pase de ser etiqueta lingüística relacionada a un objeto es necesario ser capaces de reconocer las relaciones que se dan entre cantidades diferentes -per se y en se- y esto implica un salto cualitativo, el de la conceptualización.
“Contar y numerar, esto es, identificar la cantidad y darle un nombre, no es algo tan intuitivo como lo que pudiera parecer en primera instancia”, dice Mateos Maroto. Es muy fuerte la intuición y el presupuesto de asumir que la primera idea para tener una noción del número sea la idea de ´particularidad´, es decir de que algo es eso ´algo´ y que eso, llámese ´cosa´ o de otra manera sea diferente a las otras cosas. Esta noción de unicidad o individuación primitiva podría ser el fundamento de lo ´uno´, constructo por el cual distinguimos a este de los ´otros´, ´muchos´, ´múltiples´ etc.
En nuestra exposición a este tema, vimos que peteî y mokõi son vocablos que insinúan a los numerales -en sentido moderno 1 y 2- como cantidades abstractas de nuestro actual sistema aritmético. Y en esencia creemos ver en este hecho, dos vocablos distintos para designar numerosidad, una base numérica de rango 2, en concreto un sistema puro de base 2. Las reglas de aglutinación polisintética de la gramática guaraní nos enseñan de cómo esta base pura 2 puede convertirse en un sistema neo-2, es decir ir yuxtaponiendo estos dos vocablos a ellos mismos y así ir formando los otros numerales, pero como hemos desarrollado, esta lógica constructiva jamás se dio en la lengua guaraní nativa.
Hoy día se nos presenta a la lengua guaraní como un sistema completo en cuanto su potencialidad de contar números, pero ¿eran conscientes los guaraníes de los números como ´cosas´ que adquieren un propio estatus ontológico más allá de las cosas a quienes acompañaban al ser mencionados? Los guaraníes no contaban -en sentido moderno del término-, lo máximo que hicieron fue emparejar cosas, no le encontraron utilidad a la acción de crear vocablos para designar cantidades concretas. Sus ideas generales sobre la numerosidad se delimitaban a lo “solo”, al “apareado” y a los “muchos”, creo que el 4 ya está muy cercano en invención a los jesuitas de las reducciones. Así las cosas, para los guaraníes dos son compañía y tres son multitud.