EFE
GUADALAJARA-MÉXICO
Botellas, tapas y bolsas de plástico se convierten en paredes y techos de casas ecológicas con un proyecto desarrollado en Jalisco, en el oeste de México, que busca contribuir a la sostenibilidad y disminuir la cantidad de desechos marinos.
La basura plástica que va a los mares y ríos puede tener un destino más amigable y servir como una vivienda que además de ser económica, es resistente a sismos, tiene propiedades térmicas y no se degrada ni se estropea como los muros convencionales.
Este tipo de casas son posibles gracias a la elaboración de la madera plástica, un material hecho a base de varios polímeros y que fue ideado por el ingeniero Ramón Espinosa como una solución a la contaminación que produce la basura plástica generada tanto en los hogares como en la industria. “Es una propuesta de solución para poder revertir la situación que actualmente vivimos en diversas partes del mundo. Es una propuesta sana, sustentable, ecológica y, sobre todo, va dirigida a cualquier ámbito de la sociedad”, indicó el creador de este concepto y director de la empresa Ecoplástico Ambiental.
UNA BUENA OPCIÓN. Desde que era estudiante de la Maestría en Energías Renovables, hace poco menos de una década, Espinosa quiso crear un material que fuera resistente, abundante y no afectara el medioambiente. El plástico fue una buena opción, pues lejos de disminuir el consumo a nivel mundial, en aquel momento iba en aumento.
El resultado de años de pruebas con diferentes polímeros es la madera plástica, una lámina altamente resistente que se obtiene de moler los plásticos que usamos todos los días en el hogar: desde botellas de leche y bolsas hasta los esqueletos de aparatos electrónicos, además de materiales posindustriales. Todos estos elementos son tratados y fundidos en máquinas especiales.
Tras este proceso, se obtiene una placa multicolor, lisa y capaz de soportar toneladas de peso o de ser modificada según las necesidades de la casa que se vaya a construir.
MENOS GASES. Pueden agregarse elementos tan lujosos como la persona y su bolsillo decidan, explicó Espinosa.
Agregó que aunque es realizada con plásticos, el material demora en calentarse, por lo que las paredes mantienen un ambiente fresco dentro de la casa que evita el uso de ventiladores o aire acondicionado que generan más gases de efecto invernadero. Una casa de este material es 30% más económica en comparación con las convencionales, y requiere de un mantenimiento mínimo. Una construcción pequeña para dos o tres personas puede tardar cuatro semanas en estar lista, pues no requiere de estructura interna y solo necesita una base de concreto.
Espinosa muestra una casa que a primera vista pareciera normal, pero fue construida totalmente con láminas de plástico desde la valla que la rodea hasta el lavamanos.
La mezcla del material reciclado solo es evidente en áreas como las paredes del baño o una habitación en la que la textura y los colores naturales de la placa sirven como decoración. En esta vivienda, la instalación de servicios básicos, como agua, luz y gas, se hace de una forma muy parecida a la de una casa convencional, y no presenta problemas de funcionamiento. Incluso se pueden colocar paneles solares.
El reciclado puede ser una alternativa válida para dar mayor utilidad
El ingeniero Ramón Espinosa y su equipo han desarrollado otras formas de aprovechar este material y producen mobiliario urbano, como bancas de parque, mesas y postes para zonas agrícolas. Además de que pueden servir de rejillas para alberca, carrocería de camiones, casetas de seguridad y aulas escolares.
“Podemos hacer muros, como podemos hacer techos. La placa tiene una diversidad de usos, nosotros no estamos peleados con materiales convencionales, como el acero, la madera o el adobe; la intención es compaginarlos”, aseguró. El tiempo que tarda el plástico para degradarse en el ambiente y por lo que es considerado una amenaza para el planeta es, en este caso, su mayor ventaja. Quien construya una casa de plástico sabe que tardará en deteriorarse, al menos, 150 años, concluyó.