Esta zona no tiene vida ya que la corriente impide la entrada de aguas ricas en nutrientes de otras partes del océano. Además, los altos niveles de radiación ultravioleta literalmente queman el agua.
Según los científicos, el desierto marino del Pacífico Sur tiene unos 37 millones de kilómetros cuadrados y constituye uno de los sistemas más grandes de corrientes circulares oceánicas.
En el medio de este sitio, llamado punto Nemo, se tiran los satélites usados porque no hay riesgo de lastimar a nadie y se denomina cementerio espacial.
A pesar de las condiciones de distancia, un grupo de investigadores del Instituto de Microbiología Marina Max Planck, realizó una expedición en enero de 2016, a través de esta zona en un viaje de Chile a Nueva Zelanda.
Los investigadores informaron que se logró seleccionar poblaciones microbianas en las aguas remotas a profundidades de entre 20 y 5.000 metros.
La distribución de estas comunidades de microbios dependía en gran medida de la profundidad del agua, que influye en los cambios de temperatura, las concentraciones de nutrientes y la disponibilidad de luz.
La investigación confirmó que el Giro del Pacífico Sur es un “hábitat ultraoligotrófico único”, donde la baja disponibilidad de nutrientes y unas condiciones físico-químicas extremas restringen el crecimiento de organismos y criaturas, informa el portal Sputnik Mundo.
Pero hay un lado positivo en toda esa ausencia orgánica: estas aguas distantes, casi sin vida, son el océano más limpio de todo el mundo, observan los especialistas, citados por Science Alert.