El estudio, liderado por la Universidad Johns Hopkins y realizado con chimpancés y bonobos, demuestra que estos simios tienen una memoria social similar a la nuestra, y que no solo reconocen fotos de antiguos compañeros de grupo a los que no han visto en décadas, sino que, además, se muestran entusiasmados cuando las imágenes que ven son las de sus amigos.
“Nos gusta pensar en nosotros, los humanos, como criaturas únicas y especiales con increíbles capacidades intelectuales muy distintas de las de cualquier otro animal en la Tierra, pero este estudio nos demuestra lo parecidos que somos a los chimpancés y los bonobos”, subraya Laura Lewis, bióloga de la Universidad de California en Berkeley.
El equipo realizó el estudio con chimpancés y bonobos en el zoo de Edimburgo (Escocia), el zoo de Planckendael (Bélgica) y el santuario de Kumamoto (Japón).
Los investigadores recogieron fotografías de simios que habían cambiado de zoológico o que habían muerto, individuos que los participantes no habían visto desde hacía al menos nueve meses y, en algunos casos, hasta 26 años.
Después, se les ofrecía un zumo y, mientras lo bebían, les mostraban dos fotografías, una de un simio que habían conocido y otra de un desconocido. Mediante un dispositivo de seguimiento ocular no invasivo, medían hacia dónde miraban los simios y durante cuánto tiempo.
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Descubrieron que los simios miraban durante mucho más tiempo a sus antiguos compañeros de grupo —independientemente del tiempo que hubieran estado separados— y que miraban durante más tiempo a sus antiguos amigos, con los que habían tenido interacciones más positivas.
En el caso más extremo, Louise, una bonobo que llevaba más de 26 años sin ver a su hermana Loretta ni a su sobrino Erin en el momento de las pruebas mostró un sesgo de mirada sorprendentemente robusto hacia sus fotos en las ocho ocasiones en las que le mostraron las fotografías.
Los resultados sugieren que la memoria social de los grandes simios podría durar más de 26 años, la mayor parte de sus 40 a 60 años de vida media, y podría ser comparable a la de los humanos, que empieza a disminuir a los 15 años, pero puede persistir hasta 48 años después de la separación.
Una herencia evolutiva
Para el equipo, que los humanos y los chimpancés y bonobos —nuestros parientes más cercanos— compartan este tipo de memoria significa que probablemente ya estaba presente en algún antepasado evolutivo común, hace entre 7 y 5 millones de años.
Los autores creen que esta memoria sentó las bases de la evolución de la cultura humana y permitió la aparición de formas de interacción exclusivamente humanas, como el comercio, donde las relaciones se mantienen durante muchos años de separación.
Además, la idea de que los simios recuerdan información sobre la calidad de sus relaciones es otro hallazgo novedoso y propio de los humanos, subraya Christopher Krupenye, autor principal del estudio y profesor de la Universidad Johns Hopkins.
“Este patrón de relaciones sociales que determinan la memoria a largo plazo en chimpancés y bonobos es similar al que observamos en los humanos: nuestras propias relaciones sociales también parecen determinar nuestra memoria a largo plazo de las personas”, comenta Lewis.
El trabajo también ha analizado si los simios echan de menos a los individuos con los que ya no están, especialmente a sus amigos y familiares, un rasgo considerado “exclusivamente humano”, apunta Lewis.
Sin embargo, aunque el estudio no determina que lo hagan, tampoco no descarta, reconoce. “Esa posibilidad está ahí", sugiere la bióloga.
A partir de ahora, el equipo intentará averiguar si estos recuerdos sociales duraderos son exclusivos de los grandes simios o los tienen otros primates y determinar cuánta memoria tienen los simios y si, por ejemplo, poseen recuerdos duraderos tanto de experiencias como de individuos.
Fuente: EFE