Era algo que la comunidad científica hacía tiempo que intuía pero que no se había podido demostrar hasta ahora, gracias al estudio liderado por el biólogo Bryan Keller, investigador del Laboratorio Costero y Marino de la Universidad Estatal de Florida.
Para el estudio, Keller usó tiburones cabeza de pala, una especie de tamaño pequeño nativa del continente americano. Su equipo capturó a 20 ejemplares y los ubicó en una bobina para simular las condiciones de campos magnéticos.
Lea más: Llegan elefantes “jubilados” de circos a una nueva reserva natural
En la bobina, los tiburones se movieron en una dirección u otra en función de la ubicación del campo magnético simulado respecto a su hábitat, confirmando las sospechas de la comunidad científica.
“Los cabeza de pala regresan a los mismos estuarios cada año. Esto demuestra que los tiburones saben dónde está su ‘hogar’ y pueden navegar de regreso a él desde una ubicación distante”, aseguró en un comunicado Keller.
Le puede interesar: Nutrias de un acuario de EEUU dan positivo a Covid-19
“Esta investigación -añadió- apoya la teoría de que utilizan el campo magnético de la Tierra como ayuda para encontrar su camino; es el GPS de la naturaleza”.