Esta forma de espectáculo, que puede ser mudo o sonoro y que cuenta con una rica variedad de presentaciones, es para quienes llevan años en la producción, “una invitación abierta para públicos de todas las edades, rompiendo la idea de que solo los niños pueden disfrutarlo. Incluso, podemos afirmar que es un lenguaje intergeneracional e intercultural”, afirman Tessa Rivarola y Carola Mazzotti, https://kunuutiteres.com/.
Los títeres, señalan ellas, “posibilitan diálogos que acercan distancias entre generaciones y pueden propiciar entendimiento más allá de los idiomas, ya que las acciones y sonidos son su principal forma de comunicar”.
También agregan las integrantes de la compañía paraguaya Kunu’u Títeres (2009), “el lenguaje de los títeres es un lenguaje de la ternura”.
En sus inicios, Kunu’u Títeres realizaba funciones en cumpleaños infantiles y plazas. Con los años, crearon y realizaron proyectos itinerantes con los cuales llevaron talleres y funciones a diferentes comunidades de Paraguay.
El objetivo de la compañía es difundir el arte del títere y generar intercambio con colegas extranjeros, “organizamos funciones de artistas internacionales y concretamos coproducciones con compañías extranjeras, logrando estrenar, de esta manera, las obras Todos los caminos conducen al monte (2017), bajo la dirección de Gabriela Céspedes (Arg) y Secretos de ñandutí , con la dirección de Leticia Guimaraes (Brasil, 2022)”, recuerdan.
Desde el año 2012 forman parte de varios festivales internacionales en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y en los últimos años también en Europa, concretando giras y talleres en Islandia, Italia y España.
COMUNICAR, ENCONTRARSE
Tessa Rivarola señala: “Podemos mirar el arte de los títeres como un lenguaje de comunicación y encuentro que tiene potencial para la creación de espectáculos y talleres educativos”.
Rivarola y Mazzotti, desde su perspectiva como titiriteras, coinciden en que si un infante asiste a un espectáculo de títeres “tiene la posibilidad de aprender y experimentar a través de un tipo de lenguaje artístico que les permite ser y también imaginar”.
Las titiriteras comparten que han leído que en edades tempranas de la infancia –periodo irrepetible y sensible de la vida donde está en su esplendor el desarrollo neuronal y de las emociones–, “es el estadío con las mejores condiciones para aprovechar lo que los títeres posibilitan”.
A su entender, los títeres ayudan a “desarrollar y ampliar la mirada, desde distintas técnicas, poéticas, estéticas, historias, todas formas de comunicar a niños y niñas, un valor, una idea, una emoción, una vivencia”.
Comentan que en los talleres de construcción de títeres desarrollados a lo largo de 15 años de trabajo, “percibimos que a través del juego y los objetos, niñas y niños no solo replican lo que ven; lo reelaboran, combinan y transforman para construir nuevas realidades que responden a sus propias necesidades internas”.
En ese proceso, los títeres juegan un papel “crucial” al permitirles explorar y manejar la realidad por medio de la emoción y no únicamente de la razón.
“Haciendo la simple prueba de colocarse una media en la mano y hablar, se observa en el niño cómo se detonan emociones diversas. Los espectadores aprenden a distinguir entre ficción y realidad, y esta comprensión les permite disfrutar y entrar en la convención teatral”, consideran.
Ese espacio de juego entre lo real y lo ficticio, opinan, es “fundamental para su desarrollo”.
PROYECTOS
Al retornar de Islandia, Tessa Rivarola iniciará el proyecto comunitario Sæhjarta, historias transformativas, círculos de mujeres inmigrantes en el este de la isla que culminará con una performance con títeres.
Además, a mediados de setiembre, la obra Confusión elemental , de Carola Mazzotti, participará en el 8 Titiritiando por las montañas de Antioquia, Colombia, con el apoyo de Iberescena.