“Es un caso de superación”, aseguran los médicos del hospital São João, de Oporto, Portugal, donde Luciano fue ingresado el pasado día 24 en estado crítico.
Cumplió los 100 años el 31 de marzo, en el hospital, pero hoy se recupera y, aunque todavía necesita oxígeno para respirar, espera el alta en los próximos días.
El suyo fue un cuadro típico de Covid-19, que comenzó con tos seca y mucha expectoración.
La alarma se encendió cuando su hija María José y su marido dieron positivo al coronavirus y entendieron que su padre estaba también infectado.
Llegó al hospital con pronóstico reservado, recuerda María José al diario luso Público, pero aún así los médicos se sorprendieron de su buena forma.
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A sus 100 años, conduce su propio coche, es un apasionado del juego de damas y conserva “una memoria bestial y una lucidez increíble”, dice su hija.
La web del hospital relata que Luciano estaba “emocionado y feliz” el día de su cumpleaños, que celebró con un pastel preparado por el hijo de una enfermera como si el paciente fuera su abuelo.
“Casos como este nos dan fuerza para seguir luchando en esta guerra”, sostiene la enfermera Marlene Teixeira.
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“No es ninguna fatalidad ser anciano y tener dolencias. Es apenas un aumento del riesgo”, ha insistido la directora general de Salud, Graça Freitas.
En Portugal, la tasa de mortalidad del virus alcanza al 10,5% en las personas mayores de 70 años.
El presidente luso, Marcelo Rebelo de Sousa, de 71 años, ha sido el primero en dar ejemplo sobre el comportamiento a seguir para protegerse del virus.
Se aisló voluntariamente tras tener contacto con alumnos de un colegio que detectó casos positivos, sale apenas una vez por semana, se protege con mascarilla y guantes cuando va a la compra y pasará Semana Santa en su residencia oficial de Belem.