05 feb. 2025

Madera en forma

Comprobar que en nuestro país son pocas las industrias que crean objetos fue lo que llevó a Helce Melgarejo a plantearse la posibilidad de fabricar útiles con sello “made in Paraguay”. Así nació Forma, una empresa todavía pequeña que manufactura artículos de madera, entre ellos, marcos para anteojos.

anteojos de madera.JPG
Por: Carlos Darío Torres

Fotos: Fernando Franceschelli

Buenos Aires. Helce Melgarejo asiste a la enésima clase de la carrera de Diseño de Muebles. Como en todas las anteriores, sus profesores se refieren con frecuencia a las maderas que se utilizan en la tarea que les ocupa. Llamativamente para el estudiante, la mayoría de las especies tienen nombres en guaraní, porque el material usado proviene casi en su totalidad de Paraguay. “Tenemos mucha materia prima que no se industrializa”, pensó. Había que hacer algo al respecto.

“De chico quería crear, jugaba con robots, porque quería construirlos cuando grande”, cuenta Helce. Después, ya en el colegio, pensó que la carrera más cercana para cumplir su sueño era Ingeniería Informática. Pero después de tres años de estudio se dio cuenta de que no era lo que pensaba, porque ahí todo era abstracto, se aprendía programación, no a crear.

Desorientado al principio, más tarde descubrió que existía la carrera de Diseño Industrial y decidió probar. Esta vez eso sí se acercaba a lo que pretendía. Podía crear. “Todo lo que vemos está creado por un diseñador industrial. Es el que se encarga de facilitarle la vida a la gente, desde crear una silla confortable hasta un lente ergonómico”, reflexiona.

Un viaje a Europa, gracias a una beca, le permitió seguir un curso de audiovisuales, de tres meses, en Italia. “Tuve la oportunidad de codearme con gente que creaba cosas de cero, tiendas con su propia fábrica, tienditas con su taller. Veía que eran como yo y eso me dio fuerza para ir a estudiar afuera. Hice dos años de especialización en Diseño de Muebles en Buenos Aires. Desde que me fui, en mi cabeza ya sabía que tenía que volver con una marca y hacer algo acá", confiesa.

Helce dice que ese fue el momento en el que abrió los ojos. Volvió a Paraguay con una idea fija en la mente: crear su propia marca pensando en transformar materia prima nacional con el fin de proveer objetos con el rótulo “made in Paraguay” para el mercado local y también para el exterior. Esa fue la génesis de Forma, un taller que a la vez es tienda, donde Helce tiene un socio que se encarga de la parte comercial y otro que hace su parte en la manufactura de objetos utilitarios.

Si bien también trabaja con otros materiales, la madera es su materia prima estrella. “Me parece muy noble, maleable, con ella podés hacer prácticamente lo que querés”, explica. Lo que hace es una combinación de arte, artesanía y máquinas industriales. “El ingeniero industrial hace objetos de uso cotidiano, aunque no tanto por el arte. Pero a mí sí me gusta mucho y trato de encontrar un equilibrio entre arte y utilidad”, agrega.

654572-Destacada Mediana-267994435_embed


Para verte mejor

Helce afirma que usa la madera por una cuestión de sostenibilidad. Dice que es un creador, pero enseguida aclara que tampoco se trata solo de crear, sino de recrear. “Es que todo está creado en cuanto a objetos de uso cotidiano. Yo recreo los lentes, las billeteras, las carcasas de madera para celulares, las sillas. Los lentes de madera ya existen, pero yo les doy mi toque; no los estoy inventando porque en otras partes ya se hacen. En China, por ejemplo, los hacen de bambú, pero eso está muy industrializado”, apunta.

El creativo recurre al cedro, paraíso y trébol. También usa petereby para los estuches de los lentes. Melgarejo asegura que los anteojos de madera son más cómodos y más livianos, pero además tiene la convicción de que hay que cuidar el medioambiente: por eso recurre a un material que es biodegradable.

Asimismo, los marcos de madera son más frescos porque no se calientan como los de plástico y, al ser de madera, tienen aroma y textura. “No tienen un plastificado gigantesco, que les saca la textura. A mí me gusta jugar con eso, que se sienta que es madera”, manifiesta.

Son, además, ergonómicos, y los hay de varias medidas. “Voy aprendiendo de los rostros”, resalta Melgarejo. Son artesanales y a la vez tecnológicos, tienen mucha mano de obra detrás. “Cada objeto que se hace artesanalmente tiene una historia detrás. Es para un consumidor consciente que compra de fábricas pequeñas, de talleres como este. Es como consumir sabiendo que alguien está detrás, todo lo que pasó para llegar a ser ese objeto que ahora está en sus manos”. dice.

Los lentes cuestan G. 500.000. Helce resalta que buscó un precio intermedio, ni tan barato ni tan caro. “Un lente lindo cuesta entre G. 800.000 y G 1.500.000, que es lo que puede llegar a salir el marco de unos anteojos de sol. Un lente barato cuesta G. 50.000. Creo que los míos valen su precio, porque llevan mucho trabajo, los cristales son muy buenos”, asegura.

Helce trabaja con un laboratorio que le provee los cristales, aunque ahora mismo los está importando de Estados Unidos, más flexibles y livianos, producto de una nueva tecnología. Produce principalmente lentes de sol, pero también hay lugar para los de receta. El emprendedor afirma que su idea es la fabricación en línea y tener un stock grande de producción para que la gente elija. Más adelante quizás se dedique a los marcos personalizados.

654570-Destacada Mediana-1924472381_embed

....................................
Minibío
Helce Melgarejo tiene 32 años. Se graduó en Diseño Industrial en la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, y en Diseño de Muebles en la Universidad de Buenos Aires (UBA) de Argentina.

....................................

Preferencia

El público es el que decide qué color de marco prefiere, y en este caso la opción se decanta por las maderas oscuras, como la de petereby. Incluso, a veces, Melgarejo intenta teñir el cedro con un tinte natural, porque la mayoría de la gente prefiere el marrón intenso. “Gran parte de los lentes es de color natural, que es lo que a mí me gusta, pero como esto es un negocio, tengo que adaptarme a lo que la gente me pide”, explica Helce.

La madera también tiene otras ventajas. Puede durar miles de años, señala Melgarejo, y añade que si bien el plástico es más duro, “si te sentás encima también se puede romper”.

El producto tiene un sellador, una cera, que permite que se moje; podés usarlo bajo la lluvia o llevarlo a la playa, sin problema. Claro, si se lo expone por mucho tiempo al agua, se puede descomponer, como cualquier madera. En cuanto a dejarlo bajo el sol, esto no le genera ningún perjuicio al marco.

Melgarejo recurre a la madera de reforestación, que adquiere de un proveedor que ofrece el producto con el sello de reforestado. “También uso madera de desperdicio, objetos pequeños que para la carpintería o para hacer muebles grandes ya no sirven. Y en vez de ser leña se convierte en marco para anteojos”, relata.

Para fabricar los marcos, Helce pasa la madera por un proceso de laminación. Usa la técnica de fabricación de muebles, que aplica a objetos pequeños. Se denomina técnica laminar, que consiste en poner varias láminas en un molde, donde quedan prensadas por un día, un tiempo que sí o sí se tiene que dejar para estacionar la madera. El futuro va cobrando forma.