“Se recomienda, en base a los resultados obtenidos del laboratorio, que se evite el consumo de agua en la zona de toma de muestra, tanto aguas arriba como aguas abajo del río Pilcomayo”. Este encargo figura dentro del informe de resultado de laboratorio del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades). A dos meses del análisis concluido, el dato no salió a luz. El ente nunca remitió el informe a otras instituciones para tomar medidas. El hecho fue confirmado desde la propia cartera ambiental.
La toma de muestra de agua se realizó ya el 18 de agosto de 2022 en Pozo Hondo. Fue en medio de la presión mediática ante el colapso del dique de desechos mineros que ocurrió en julio aguas arriba, en Potosí de Bolivia.
Los técnicos del laboratorio del Mades accedieron a una entrevista telefónica para el diario Última Hora y dictaron los resultados. Directivos en principio se resistieron a mostrar el documento. Finalmente, no tuvieron otra opción tras realizarse la solicitud a través del portal de Información Pública.
Ante la falta de difusión, desde el ente se excusaron que como acciones realizaron el pedido de estudios de Bolivia y la conformación de una mesa técnica dentro de la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Río Pilcomayo.
Resultados. Los encargados del área de laboratorio del Mades indicaron que la contaminación generada en Bolivia aún no alcanzó la Triple Frontera, según los resultados.
Pero algunos elementos aparecieron con valores altos y alegaron que es por la característica natural del suelo; el límite del manganeso es de 100 ug/l y el resultado arrojó 316, el valor del hierro fue de 1.419 ug/l mientras que el límite permitido es solo de 300.
La cantidad de plomo hallado fue de 11 ug/l, que para agua clase II, que comprende abastecimiento doméstico, balneabilidad, irrigación de vegetales y cría de animales para consumo humano, el resultado no debe superar 10 ug/l.
Efecto. Para este trabajo se consultó a especialistas sobre los datos hallados. La doctora Laura Flores, experta en salud ocupacional y ambiental, comentó que el resultado de plomo, que sobrepasó levemente, aún sería considerable. Pero advirtió que para algo se establecen los límites.
En cuanto al hierro y manganeso, que si bien son sustancias que necesita el cuerpo, los valores no deben ser en exceso, enfatizó.
Señaló que el manganeso en altos valores afecta a nivel neurológico, por ejemplo, produce movimientos lentos de manos, piernas, coordinación motora y un poco de temblores.
El plomo, que no es requerido como nutrientes, tiene impacto negativo en los huesos y diferentes tipos de afecciones cardiovasculares, en riñones y sistema nervioso. Desde el lado hematológico, afirma, se puede dar una anemia que no podrá ser explicada porque no es por deficiencia de hierro.
La bióloga de Bolivia, Ludmila Pizarro, explicó que no es garantía que los valores sean bajos, el riesgo se encuentra en la frecuencia de tiempo de consumo y la época. Estas sustancias se van almacenando en el cuerpo y generan alteraciones.
Flores agregó que hay periodos en los que los resultados salen negativos porque el movimiento de metales y metaloides es cíclico. “El resultado negativo no indica que sea así todo el tiempo. Hay que hacer un monitoreo permanente”, advirtió.
“Siempre hubo”. El director de Recursos Hídricos del Mades, José Silvero, manifestó que siempre hubo metales pesados en el Pilcomayo por la actividad minera, “pero no hay un caso como para alertar a la población ni de crear emergencia”.
Mientras tanto, los análisis realizados por la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho de Bolivia, en mayo de 2022, muestran metales pesados presentes en la triple frontera (Esmeralda) con límites que sobrepasaron lo permitido.
La Comisión Trinacional, que monitorea los metales pesados, mantiene bajo clave los resultados. Para acceder se debe contar con un usuario y contraseña, se debe esperar la autorización de los directivos. Señalaron que la información de calidad de agua “que amerite sea comunicada” a los ribereños es competencia de la Comisión Nacional del Pilcomayo y del Mades.
Silvero citó como única medida del Mades la recomendación de evitar el consumo de agua cruda, casualmente, la última recomendación redactada quedó guardada en el cajón.
En el Pilcomayo siempre hubo metales pesados atendiendo a que históricamente la fuente del río fue zona de minería. José Silvero, director de Mades.
“Es muy pequeña la población que bebe del río Pilcomayo”
El director de la Comisión Nacional de Pilcomayo, Arthur Niedhammer, reconoció que en el Chaco, tanto el agua subterránea como el de Pilcomayo de por sí contienen “muchos” metales pesados y minerales, pero sostuvo que no se mezcla con el agua sino que queda en el sedimento.
“De que hay exceso de minerales y metales pesados es normal en el Pilcomayo. Son muy pocas las poblaciones que se surten del río, la mayoría tiene pozo profundo”, justificó en contacto con una radio estatal.
Sin embargo, los especialistas consultados para este trabajo, tanto la doctora Laura Flores como profesionales de la UNA, coinciden en que los animales, sobre todo de la vida acuática, absorben el lodo. Explican que consumir un animal que se alimenta de un río alterado es una forma indirecta de contaminación.
El director expuso que los metales pesados quedan en las vísceras y en los huesos de los pescados, no en la carne.
“Acostumbrados”. Niedhammer declaró que el agua es bebible al desinfectar con cloro y que en el Chaco están “luego” acostumbrados a dicho proceso. “Esa agua turbia si se hierve o se le pone sulfato de aluminio precipita el sedimento; queda agua clara y eso se recomienda poner un poco de Ayudín (lavandina) uno o dos gotas y ahí se desinfecta o se hierve”, declaró en una radio estatal sobre la investigación transfronteriza.
Agregó que “se tiene que beber mucho para intoxicarse”. Pero los doctores indican que con el hipoclorito de sodio no se eliminan los metales pesados.
Niveles. Niedhammer aseguró que en reuniones se les avisa a las municipalidades y a gobernadores sobre la calidad de agua. No obstante pobladores entrevistados en el marco de esta investigación, que beben agua cruda, expresan no recibir informes sobre la situación del caudal que los alimenta.
Por su parte, el funcionario dijo que en los análisis de la Trinacional nunca salió fuera de rango la presencia de metales pesados.
Pero la contaminación por metales pesados se confirmó en un análisis de agua superficial del río Pilcomayo, realizado por especialistas del laboratorio de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS) y del Centro de Estudios Regionales Tarija (Ccerdet), quienes llegaron hasta la triple frontera y otros dos puntos aguas arriba en mayo de 2022 para hacer la toma de muestras y posterior estudio a pedido de los medios Última Hora, Acceso Investigativo (Bolivia) y El Tribuno (Argentina).
Fueron detectados: manganeso, níquel y plomo, con valores de entre dos y siete veces por encima de lo aceptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Padrón de Calidad de Agua de Paraguay (Resolución 222/2).
Para esta investigación también se analizó una base de datos de 760 resultados de metales pesados medidos en la cuenca durante tres años consecutivos (del 2015 al 2017) por la Oficina Técnica Nacional de los Ríos Pilcomayo y Bermejo (OTN-PB), en el 2021 por la Secretaría de Recursos Hídricos de Salta-Argentina y en el 2022 por el Ministerio de Ambiente de Paraguay, que nunca antes habían salido a la luz pública aunque el Gobierno los tenía. Las autoridades siempre han sabido de la existencia de metales tóxicos en el agua del Pilcomayo en el Gran Chaco Americano.
Entre 2015 y 2017, en Villa Montes, Chaco boliviano, a cerca de 150 kilómetros de la triple frontera, por río, el agua también traía cromo, arsénico y cadmio con valores hasta 190 veces superiores a lo permitido para la salud.
Lea el material transfronterizo: El veneno no declarado del Río Pilcomayo.