Gucci, Alexander Wang, Givenchy, Dolce&Gabanna, Jeremy Scott, Arianne Phillips y su querido Jean Paul Gaultier han construido, reinventado y pulido una imagen capaz de estar a la altura de sus deseos y del escándalo desde que un día como hoy publicara su primer álbum.
Su música se ha vendido tanto por su talento como por el estrépito que causaban sus videos y las fotografías de Feingold, Peter Cunningham y George DuBose que sirvieron para fijar una idea siempre de renovación y transgresión.
Cuando en 1983 sacó su primer álbum Madonna, lucía una estética pseudopunk con el pelo alborotado, camisetas caladas que dejaban al descubierto la ropa interior y pendientes excesivos de los que pendían cruces religiosas.
Un estilo tan copiado que hasta ha pasado a las estanterías de las tiendas de disfraces para aquellas que quieran emularla.
Poco después, se convirtió por obra y gracia de un buen tinte en la Marilyn de la música. Su cabello corto, rubio platino y un estratégico lunar hicieron el resto.
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Blonde Ambition World Tour fue “la gira”. Si había alguien en el planeta que no la conociera dejó de existir cuando apareció con un corsé de pechos cónicos de Jean Paul Gaultier, el espaldarazo definitivo a la carrera del diseñador francés.
Por contra, otro de sus escándalos sobre el escenario llegó con un sencillo, pero ajustado pantalón y camiseta negra y un recatado moño durante los MTV Video Music Awards 2003 cuando, flanqueada por Britney Spears y Christina Aguilera, besó en los labios a ambas mientras cantaban Me against the music.
Otra de las imágenes más controvertidas fue del video de la canción American Life –que llegó a retirar– por su contenido bélico y crítico con Estados Unidos, en el que aparecía con ropa militar y lanzando una granada contra un personaje con un gran parecido al presidente estadounidense, George W. Bush, quien la toma y se enciende un puro, justo durante la intervención armada de Estados Unidos en Irak.
En 2006, en su gira Confessions, comenzaba colgada de un gigantesco crucifijo construido con cristales de discoteca, lo que provocó las críticas de distintas iglesias por abusar de la imaginería cristiana; incluso llegó a recibir amenazas de la mafia rusa y la oposición de la Iglesia Ortodoxa a que actuara en ese país.
No era nueva la utilización de símbolos religiosos. En 1989, la Iglesia Católica la consideró “blasfema” por sus imágenes en el video Like a Prayer, en el que aparecía con ropa sugerente rezando frente a la imagen de un hombre negro.
En la gala del Museo Metropolitano (MET) de Nueva York de 2018 titulada “Cuerpos celestiales: moda e imaginación católica”, paseó por la alfombra roja como una virgen gótica con un ramo de rosas negras en la mano y luciendo un voluminoso vestido que dibujaba una cruz transparente a lo largo del torso, el rostro cubierto con un velo de rejilla y una corona repleta de crucifijos.
Su gusto por los trajes de flamenca y los de torero en distintas ocasiones ha sido habitual. Armani le confeccionó uno para su actuación en los Grammy en 2015, que acompañaba con una capa que la hizo caer y culpó al creador del desastre.
Ese mismo año, la sastrería española de Zaragoza Utebo le confeccionó dos trajes de luces completos para su gira Rebel Heart Tour.
Su estética y su deseo de que el tiempo no se refleje en su rostro es también motivo de comentarios, a los que ella reacciona desde sus redes sociales acusando a quienes la critican. Fue de las primeras en ponerse carillas de oro y diamantes en los dientes y en llevar transparencias cuando nadie lo hacía.
“Nunca me he disculpado por ninguna de las decisiones creativas que he tomado ni por mi aspecto o mi forma de vestir y no voy a empezar a hacerlo”, escribió no hace mucho en sus redes sociales, donde se definió como una “pionera para que todas las mujeres que vienen detrás puedan tenerlo más fácil”.
Fuente: EFE