Su compañera Beatriz Velilla de Zimardi ayudó en los setenta a levantar aulas de una escuela pobre donde le tocó enseñar, recolectando ladrillo a ladrillo lo necesario para tan enorme tarea.
Ambas curiosidades forman parte del largo anecdotario de las maestras, egresadas de la carrera de Enseñanza Normal en 1965 y ambas también profesoras actualmente en el colegio privado Sol de América de la avenida Quinta.
Llevan medio siglo en el oficio de las tizas y las pizarras, motivo por el cual fueron homenajeadas ayer por la comunidad educativa de la institución, en el marco del Día del Maestro, que se recuerda mañana en todo el país.
Conmovida por el recitado de sus pequeños alumnos, Irma Armoa de Miranda cuenta que “la poesía es lo que mueve a los estudiantes a expresarse mejor en público y les enseña a leer”. Los estudiantes del Sol sorprendieron a todos por la calidad con que recitaban los poemas que dedicaron a sus abnegadas profesoras.
El secreto. “Esta calidad de expresión que ven en los chicos se logra con mucha lectura y dedicación. Pienso que hay que exigir a los alumnos para que salgan adelante en la vida, para que estén bien formados, pero hay que exigirles siempre con una sonrisa”, asegura sin titubeos la docente, quien inició su carrera en instituciones como la escuela básica General Díaz.
Sobre el caso del aplazo al hijo del jefe de Investigaciones de la Policía de Stroessner, Pastor Coronel, la profesora Irma no quiere hablar demasiado. “Si no cumplía tenía que aplazarlo como a cualquier otro chico”, sentencia.
Una de sus hijas, Cielito Miranda, quien también se dedica a la docencia, fue quien relató la anécdota.
En el acto central en el Sol de América, quien se encargó de dar unas palabras fue la profesora Beatriz, quien recordó cómo recolectaban ladrillos para colaborar con la edificación de una escuela pobre donde enseñó. Se acordó también de sus alumnos de años.