El año pasado se registraron 247 millones de casos de malaria (también conocida como paludismo) en todo el mundo, lo que supone un aumento del 0,8% respecto al mismo dato del año pasado y un incremento del 6,07% si se compara con los contagios reportados en 2019.
Según el jefe de la unidad de información estratégica para la respuesta del programa mundial contra la malaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Abdisalan Noor, de mantenerse estas tendencias, el mundo no alcanzaría el objetivo de reducir en un 90% las tasas de incidencia y mortalidad de la malaria en el año 2030.
Los efectos de la pandemia en la distribución de herramientas de prevención y las interrupciones totales o parciales de la prestación de servicios sanitarios causaron “un aumento de la carga de malaria en muchos países”, según Noor.
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Estas alteraciones pudieron suponer 63.000 muertos y 13 millones de casos adicionales de paludismo entre 2020 y 2021.
Por regiones, África continúa siendo el principal foco de la malaria, con más del 96% de las muertes registradas a nivel global y más del 95% de los casos contabilizados, según el informe de la OMS.
Casi el 80% de los decesos que tuvieron lugar en África fueron de niños menores de cinco años.
Cuatro países del continente africano concentraron casi la mitad de los casos de paludismo en el mundo: Nigeria (26,6 %), la República Democrática del Congo (12,3%), Uganda (5,1%) y Mozambique (4,1%).
Las muertes caen un 18,33% en América
En 2021, 334 personas murieron a causa de la malaria en América, una caída del 18,33% respecto al mismo dato de 2020.
Por su parte, se registraron 600.000 nuevos casos de paludismo en el continente, un 8,11% menos que en el año anterior.
Los casos de malaria contabilizados en el continente americano supusieron tan solo el 0,2% de los contagios globales.
Venezuela, Brasil y Colombia encabezaron la lista de países con un mayor número de contagios, aunque los casos descendieron notablemente en los tres lugares.
En Venezuela se reportaron 223.000 casos de paludismo en 2021, un dato que contrasta con el de hace dos años, antes de la pandemia, cuando los casos de malaria anuales en el país caribeño eran 467.000, el doble que en 2021.
Sin embargo, la OMS alertó del aumento de malaria en Honduras y Panamá, especialmente después del estallido de la covid-19.
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En Honduras se registraron 2.290 casos, cinco veces más que en 2019; mientras que en Panamá se contabilizaron 4.585 contagios, el doble que hace dos años.
Por otro lado, El Salvador fue el único país americano que recibió la certificación como país libre de malaria en 2021, después de cuatro años consecutivos sin registrar ningún caso autóctono.
A punto de alcanzar esta meta se encuentra también Belice, que encadenó en 2021 su tercer año seguido sin contagios autóctonos.
Las muertes por paludismo en toda América -incluidos EEUU y Canadá- han caído más de un 64 % desde que comenzó el siglo y el número de casos anuales ha pasado de un millón y medio en el año 2000 a 600.000 en la actualidad, un 60 % menos.
Las mosquiteras y los test pierden efectividad
Pese a este descenso global, el informe de la OMS alerta de la pérdida de efectividad de algunas herramientas de control de la malaria, como las mosquiteras impregnadas en insecticida o los tests de diagnóstico de la enfermedad.
Según Noor, la resistencia física de estas redes de prevención ha disminuido desde que comenzase su distribución generalizada en 2004.
“Otros factores que repercuten en su efectividad son el uso inadecuado y el cambio de comportamiento de los mosquitos, que parecen picar temprano, antes de que las personas se acuesten, y reposan fuera de las viviendas”, añadió Noor.
Para intentar preservar la efectividad de las mosquiteras, la OMS recomendó cambiar la combinación de insecticidas que se aplican sobre las redes y aseguró que la organización realizará un seguimiento de su durabilidad física.
En cuanto a las pruebas de diagnóstico, las diversas mutaciones de los parásitos infecciosos han provocado la pérdida de sensibilidad de estos tests.