Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
Más de alguno se ha sorprendido al verlos, parados en un rincón del escenario de algún acto oficial, o recortados en un pequeño recuadro de las pantallas de televisión, gesticulando llamativamente, como si fueran actores de una película muda o mimos de un espectáculo de teatro.
Resultan cómicos para quien no maneja el código de su peculiar lenguaje, pero para miles de personas que carecen del sentido auditivo, la presencia de esos hombres y mujeres que parecen escribir con las manos en el aire, formando palabras en la lengua de señas, son el único puente que les permite escapar de las islas de la incomunicación
“Buscamos ser la conexión de las personas sordas con el mundo, pero apenas podemos estar en unos pocos lugares. La mayor parte del tiempo, estos compatriotas viven sin poder asistir a las noticias por radio o televisión, sin poder disfrutar de una película o de una obra de teatro, sin poder acceder siquiera a gran parte del mundo cotidiano que les rodea”, señala Laura Riveros, presidenta de Anilspar (Asociación de Intérpretes de Lengua de Señas, Intérpretes Sordos y Guías Intérpretes para Sordo ciegos del Paraguay).
A pesar del largo nombre que posee la organización, su alcance es todavía reducido. En los registros solamente existen 37 intérpretes de lengua de señas en todo el país, 2 intérpretes sordos, 1 guía intérprete para personas ciegas, que deben atender potencialmente la necesidad de comunicación de unas 20.000 personas ciegas, estimativamente, en todo el territorio nacional.
“En realidad, ni siquiera podemos saber con cierta precisión cuántas personas sordas existen en el Paraguay, porque el último censo fue un fracaso en este rubro, la pregunta que se incluyó solo sirvió para medir cuántas personas usan audífonos en el país”, cuestiona Laura.
Sin estadísticas, sin escuelas, sin rubros.
Los censos de 1992 y 2002 arrojaron un porcentaje de población con discapacidad cercano al 1%, porque solo unos 55.000 paraguayos y paraguayas con discapacidad fueron censados. Como consecuencia, la Anilspar estima que hay cerca de un millón de paraguayos con discapacidad que no se anotaron en el censo del 2002, y que hoy no existen en los registros.
“Los datos oficiales no se condicen con la realidad, ya que estadísticas mundiales y locales estiman que al menos el 15% de la población tiene algún tipo de discapacidad. Esta falta de información adecuada, de datos estadísticos y de investigación, impide la formulación y aplicación de políticas e inciden negativamente en la asignación de recursos presupuestarios”, asegura un informe de la organización.
La ausencia de estadísticas para determinar la población de personas sordas en el país es solamente una de las muchas carencias.
Tampoco existe una institución educativa que se encargue de la formación profesional de la lengua de señas. Los pocos que manejan el código lo tuvieron que aprender en forma empírica, ya sea por necesidad -porque tienen un familiar con carencia auditiva, con la que requieren comunicarse-, o por espíritu voluntario de servicio, como fue el caso de Laura Riveros.
“A mí me enseñó Emilio Pineda, un gran dirigente pionero del Centro de Sordos del Paraguay, quien además trabajó durante muchos años como dibujante del diario Última Hora. Yo aprendí la legua de señas como voluntaria, buscando ayudar a las personas sordas”, cuenta Laura, quien a su vez sigue siendo instructora de nuevos voluntarios y voluntarias.
Las organizaciones de personas sordas son las que se ocupan de dictar cursos, en forma periódica, buscando contar con más intérpretes.
En este proceso hubo algunos avances significativos, reconoce el sicólogo Cesar Martínez, otro de los apasionados por desarrollar la práctica de la lengua de señas en el país. Desde el 2011, durante el Gobierno de Fernando Lugo, se inició el Centro de Relevo del Paraguay, en la Secretaría Técnica de Planificación, que consiste en una infraestructura montada con computadoras, y otras herramientas comunicacionales, audiovisuales, y sobre todo, intérpretes de lengua de señas, quienes ofrecen el servicio de ser un nexo entre la persona sorda y otra persona con la que necesitan comunicarse. Pero los recursos, proveídos por la embajada de Taiwán en Paraguay, durarán solo hasta diciembre.
También existen intérpretes de lengua distribuidos en algunas pocas instituciones públicas, para ayudar en las gestiones a las personas sordas.
En el Ministerio de Educación hay 2 intérpretes fijos, que prestan sus servicios en los eventos donde participan personas sordas, y que acompañan a autoridades en eventos oficiales.
En instituciones privadas subvencionadas de nivel secundario hay 4 intérpretes. Además hay 1 intérprete en la universidad pública (en la carrera de Ciencias de la Educación), 2 en universidades privadas, 2 en servicios del Instituto de Previsión Social, 1 en el Palacio de Justicia y la Corte Suprema de Justicia, 1 en la Fiscalía, 3 en la Secretaria Nacional por los Derechos de las Personas con Discapacidad; 2 en la Secretaría Nacional de la Vivienda y 3 en la Administración Nacional de Electricidad.
Rezar a Dios sin palabra oral.
Un detalle llamativo es que existen 4 iglesias de personas sordas en el país, que corresponden a la Iglesia Bautista de Sordos, en donde las ceremonias religiosas se realizan con lenguaje de señas, junto con la interpretación a voz para los familiares y asistentes que no tienen carencia auditiva. También se brinda el servicio en la Facultad de Teología de la Universidad Evangélica del Paraguay, y en el templo de los Testigos de Jehová.
En los medios de comunicación, especialmente en los canales de televisión, hubo poco avances. Hace pocos meses atrás, el Congreso Nacional intentó a sacar una ley, que obligaba a los medios televisivos a incluir intérpretes de lengua de señas en sus programaciones, pero la misma fue anulada por inconstitucional.
Algunos canales, como Telefuturo, Red Guaraní y la televisión pública Paraguay TV, son los únicos que acostumbran incorporar a intérpretes de lenguas de señas en algunos programas.
“Casi todo se debe hacer en forma voluntaria. No hay rubros para pagar los servicios, ni en las empresas privadas, ni en los organismos del Estado. Si no fuera por el aporte solidario de representaciones como la Embajada de Taiwán, no tendríamos recursos. No hay voluntad de las autoridades y de la clase política paraguaya para mejorar la inclusión de las miles de personas sordas a través de la lengua de señas. Seguimos trabajando por pasión, por puro voluntarismo”, destaca Laura Riveros.
Una labor admirable... pero que necesita más respaldo y reconocimiento.