En la década de los 90, Ciudad del Este era una de las localidades más conocidas a nivel mundial por ser uno de los centros de triangulación comercial. El estigma de comprar productos a menor precio que reingresaban de contrabando al territorio brasileño era una marca país.
Con el tiempo, la palabra triangulación fue sustituida por comercio de reexportación, y tras los controles estrictos que comenzó a aplicar Brasil en su frontera con nuestro país, Ciudad del Este comenzó a desaparecer del mapa de corrupción y con ello caímos en el absoluto olvido.
Cuando en el año 2013 el Estado paraguayo quiso vender sus bonos en el mercado internacional, nadie nos conocía.
Somos un país inexistente para el mundo. No saben cómo es nuestra economía, nuestro sistema educativo, de salud, judicial. Nada.
Los inversores ni siquiera tienen referencias futbolísticas sobre nosotros. No existimos. Por ello es un reto buscar captar inversión extranjera. Es muy difícil que alguien arriesgue parte de su dinero en algo que desconoce.
Si bien el grado de calificación país que tenemos permite colocar nuestros papeles del Tesoro a tasas interesantes, el trabajo para darnos a conocer es arduo.
Y los adjetivos de “fácil y bonita”, “usen y abusen” y “paraíso fiscal” no ayudan en nada.
El 31 de marzo de 2017, Paraguay iba a presentar al mundo su marca país. Era la fecha fijada para alzar la voz y decir: ¡Aquí estoy, mírenme!, aprovechando que volvía a realizarse una asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo en nuestro país después de 52 años.
Pero la presentación terminó en un bochorno público. Se anunció un gasto de USD 10 millones por copiar el logo de una marca de otro país sudamericano y encima se asoció la imagen a la intención fraudulenta de lograr la reelección.
La idea central de la marca país del gobierno anterior de que Paraguay es “un país económicamente fértil”, fue asociada a la facilidad con que se puede conseguir lo que sea comprando conciencias de ciertos sectores políticos para torcer lo que establece la Constitución Nacional a favor de algunos.
Ahora, el gobierno de Mario Abdo busca un nuevo logo para la marca país. No hay muchos datos aún de cuánto se destinará esta vez, o si el dinero provendrá de parte de esos USD 10 millones.
Pero más allá de un logo nuevo, construir una imagen para lograr captar la inversión pasa, principalmente, por el respeto a las leyes.
Paraguay sigue siendo un país “fácil y bonito” para grupos que amasaron su fortuna en el régimen de Alfredo Stroessner, sin que hasta ahora se haya recuperado parte de ese dinero a favor del Estado paraguayo.
Es un “paraíso fiscal” para personas con ingresos millonarios y mucho poder político, que aún habiendo sido elegidas en cargos legislativos evaden impuestos impunemente.
“Usan y abusan” aquellos que tienen contactos en el Poder Judicial y logran fallos judiciales a su medida.
Mientras continúe el irrespeto a las leyes, será difícil que podamos darnos a conocer. Mientras no haya castigo judicial a quienes roban a la educación y la salud a través de licitaciones fraudulentas, por citar un ejemplo, es difícil lograr avances. La mejor marca país que se puede difundir es: “Aquí funciona la Justicia”.