Pasada la medianoche local y tras cerca de tres horas de ocupación, los manifestantes abandonaron el Parlamento una vez que confirmaron la inminente llegada de la Policía al edificio y dada la gravedad que conllevaría para ellos el ser detenidos.
Cientos de efectivos antidisturbios abandonaron finalmente a esa hora sus cuarteles en el cercano distrito de Wan Chai y se dirigieron hacia la sede legislativa desde diferentes direcciones.
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Los policías emplearon entonces gases lacrimógenos y gas pimienta para disolver a grupos de cientos de personas que se concentraron en las grandes avenidas del centro de la ciudad adyacentes al Parlamento.
La manifestación era multitudinaria, la mayor de un 1 de julio en los 22 años transcurridos desde el traspaso de la soberanía a China por parte del Reino Unido en 1997, y reunió, según sus convocantes, a 550.000 personas.
No superó, sin embargo, a los más de 1 millón de ciudadanos que ocuparon las calles de la ciudad el domingo, 16 de junio, pidiendo la retirada del proyecto de ley de extradición a China y la dimisión de su impulsora, la jefa del Gobierno local, Carrie Lam, que se niega todavía a retirar la iniciativa y tan solo la mantiene en suspenso.
“No a la extradición a China”, “Hong Kong levántate”, se leía en muchos carteles que portaban los manifestantes, en su gran mayoría jóvenes vestidos de negro, que recorrieron pacíficamente los cerca de 3 kilómetros que separan el Parque Victoria de la zona de Admiralty, donde se encuentra el Parlamento y la sede del Gobierno.
Al llegar a Admiralty varios cientos de manifestantes se dirigieron hacia la sede del Legislativo y allí un grupo de ellos comenzaron a derribar las barreras de acero que protegían la entrada de la institución para después usarlas de ariete contra las puertas de cristal blindado de la misma.
Fue un trabajo duro. Duramente casi cinco horas los manifestantes se afanaron –con barras de hierro, piedras y todo tipo de utensilios– en forzar las puertas y destrozar los cristales, ocultos tras una nube de paraguas para no ser reconocidos.
La gente que llegaba de la manifestación se fue congregando también ante el Parlamento de Hong Kong y el adyacente Parque Tamar con lo que por momentos llegaron a sumar varios miles los que aguardaban a que se franqueara el paso al edificio.
En ningún momento las fuerzas policiales, muy criticadas por su dureza con los manifestantes en anteriores ocasiones, hicieron acto de presencia.
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Finalmente, cerca de las nueve horas local, consiguieron abrirse paso a la vez por dos puertas diferentes. Con prudencia ante lo que pudiera llegar desde dentro, donde esperaban que estuviera la Policía, al principio entraron solo unas decenas de personas.
Pero al comprobar que no había peligro pronto pasaron a ser centenares de manifestantes campando a sus anchas en la sede del legislativo, arramplando con el mobiliario, libros, cuadros, papeles y estanterías en los despachos o realizando pintadas en las paredes.
“Hong Kong no es China”, “Tú lo has querido”, escribían en cualquier pared que se encontraban a su paso los manifestantes en referencia a la reiterada negativa de Lam para atender a sus peticiones.
El majestuoso hemiciclo de los diputados hongkoneses tampoco se libró de la ira de los jóvenes asaltantes, que rompieron pantallas de video, arrancaron cajones y llenaron de pintadas el frontispicio sobre la tribuna de oradores.
Acudieron también a la sede parlamentaria algunos diputados opositores que, aunque mostraban su rechazo a la violencia, destacaron que los manifestantes habían agotado su paciencia tras semanas de masivas protestas sin que el Gobierno local atendiese sus demandas.
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“Estamos en la crisis política más grave desde el traspaso de la soberanía a China, es una situación sin retorno”, dijo a Efe el diputado independiente y activista, Eddie Chu, que expresó su temor a una intervención del Ejército chino en Hong Kong si Lam no es capaz de resolver la crisis políticamente.
Sea como sea, lo sucedido este lunes en Hong Kong marcará un hito en la historia del movimiento de protesta prodemocrática en la ex colonia británica.