Quien más quien menos alguna vez en su vida tuvo algún jefe o profesor insoportable: uno de esos a los que nada les calma, el típico Gata Flora, maleducado y amenazante. Quien más quien menos lo trató con cortesía y si se quiere hasta con deferencia, mientras para sus adentros fantaseaba las mil y una venganzas. A veces estas peleas mentales se trasladan al grupo y en torno a una máquina de café surgen las ideas: ¿Si le pintamos su auto con aerosol rojo? ¿Si le llamamos a su señora y le contamos que tiene una amante? Vamos na a esperarle en la esquina y le molemos a patadas; vamos a reventarle su coche. Quien más quien menos, sin haber tomado una gota de cerveza, propuso la brillante idea de contratar un sicario y ahí es cuando la perrada se hace la película de que en la terraza del país se consiguen matones desde 40.000 guaraníes (por descontado, en Pedro Juan hay personas buenas y laburadoras, pero también hay de las otras).
Así que es fácil entender lo que pasó: En esas fantasías estaban los senadores, cuando a una se le ocurre contratar a un sicario. El clásico chistecito del recreo fue infausto desde todo punto de vista. Sin embargo, como diría Paulo Coelho o algunos de eso maestros de sabiduría zen, toda mala experiencia esconde un aprendizaje.
Así que esta filtración de un grupo de whatsapp sirve para dejar unas cuantas lecciones a la clase política y a los simples mortales que la reman todo el santo día para festejar el Día de los Enamorados, comprar útiles escolares, comer la chipa de Semana Santa, regalar en Navidad y vueeelta a empezar en el eterno círculo de la vida.
Lección 1: Nunca dejes por escrito nada que pueda comprometerte.
Lección 2: Nunca hables mal de tu prójimo en un chat o una red social, aunque lo odies y estés segura de que los interlocutores son confiables. Aclaración al margen: La hora del tereré y la fumata en la calle también se consideran redes sociales.
Lección 3: Si sos político tenés que cuidar lo que decís porque tu actuar nos puede joder a todos, como en este caso en que se está usando la estúpida broma para un propósito: hablar de golpe, magnicidio, complot, todo con el fin de tomar medidas drásticas para restablecer el imperio de la ley. Ya sabemos a dónde nos llevan las situaciones de emergencia: la creación de fuerzas de orden público con poderes extralimitados sin ningún tipo de control; la fabricación de presupuestos especiales para cubrir las necesidades innecesarias de estas fuerzas y la instalación de barreras en las calles que limitan nuestro libre tránsito y también nuestro libre deseo de manifestarnos. Y lo peor de todo: la detención sin previo juicio de personas como nosotros, cuyo único delito es no estar de acuerdo con el gobierno, por más de que sus métodos de lucha nos resulten escandalosos, escatológicos o argeles.
Así que la próxima vez que decidas abrir tu bocota o escribir un mensaje, pensá que alguien, o quizás toda una sociedad, puede salir perdiendo.