Con la promesa de llegar “hasta el final”, esta ingeniera industrial de 56 años convenció al país de que su inhabilitación, dictada por la Contraloría hasta 2030, no será impedimento para luchar por unas elecciones libres, competitivas y transparentes el próximo año, cuando espera sacar a Nicolás Maduro del palacio presidencial.
Aunque el camino que plantea para derribar los obstáculos no es del todo claro, hoy recibió un diáfano respaldo del 93,13 % en las urnas, en las que multiplicó la cantidad de votos recibidos la última vez que se midió en una elección, en las primarias de 2012, cuando obtuvo el 3,81 % de los apoyos.
Una radical infatigable
Radical contra el Gobierno, al que tilda de dictadura, Machado ha sufrido durante años las burlas del chavismo, cuyos dirigentes la tildan de “loca” y de “traidora a la patria”, razón por la que la expulsaron en 2014 del Parlamento, luego de haber hablado como embajadora alterna de Panamá ante la Organización de Estados Americanos (OEA), donde denunció la represión gubernamental a las protestas de entonces.
Al año siguiente, las instituciones hicieron caer sobre ella dos medidas que pretendieron sacarla del terreno político: una prohibición de salida del país que lleva ocho años vigente, sin estar juzgada por ningún delito, y una inhabilitación administrativa que le impedía ocupar cargos de elección popular durante un año, aunque la Contraloría comunicó el pasado julio que su veto durará hasta 2030.
Así, prácticamente la última década de la exdiputada ha consistido en un recorrido incesante por cada pueblo de Venezuela, en los que fue sumando adeptos a cuentagotas hasta convertirse en el fenómeno electoral de hoy. El encierro al que la condenaron terminó por fortalecerla.
Ahora bien, el pedigrí de líder indiscutible de la oposición le fue, más bien, esquivo. En cuanto a popularidad, pasó años detrás de otros nombres como Henrique Capriles, Leopoldo López y Juan Guaidó, los mismos que hoy son aborrecidos por el antichavismo de base que ve en Machado a una mujer “coherente”, por haberse negado a negociar con el Gobierno.
Ese mismo ímpetu fue el que la llevó en 2012 a interrumpir a Hugo Chávez (1999-2013) durante su discurso de casi nueve horas ante los diputados. Machado increpó al popular líder socialista al grito de “expropiar es robar”, una consigna con la que ganó notoriedad pero no apoyos.
Infatigable, la política promovió protestas antigubernamentales cada año, entre 2013 y 2019, un sexenio en el que parecía que mermaban los pocos simpatizantes con que contaba, a los que les pidió en 2018 salir a las calles a pedir la renuncia de Maduro, justo cuando el mandatario fue reelegido con la más baja participación en este tipo de comicios.
Una liberal legitimada
Diez años después de fracasar con su oferta de un “capitalismo popular” para Venezuela, la liberal se ganó la confianza de los ciudadanos con un plan de privatizaciones masivas que incluyen a la estatal petrolera Pdvsa, la principal fuente de riquezas del país.
A su modo de ver, es urgente reducir el tamaño del Gobierno y la intervención del Estado en asuntos privados para generar un big bang económico que termine de sacar a la nación sudamericana del atraso en el que se encuentra, luego de ocho años de contracción financiera, si bien los indicadores empezaron a mejorar levemente en 2021.
Hoy, María Corina Machado se ubica en la cima del ecosistema opositor, dividido en tantas fracciones que es imposible cuantificarlas, por lo que deberá, entre sus primeros retos, reunir tantos apoyos como pueda para blindar su candidatura, que será posible solo a través de una negociación con el Ejecutivo.
Fuente: EFE