01 may. 2025

Mario Abdo Benítez, le ruego que me lea

Me dirijo a usted, muy respetuosamente, embargado por un extremo desasosiego ante la situación protagonizada en mi Cuba natal, donde el pueblo es duramente masacrado por las hordas represivas del gobierno dictatorial de Miguel Díaz Canel Bermúdez, solo por manifestar el deseo de ser libres.

Al mismo tiempo, señor presidente de la República, también me preocupa cómo las circunstancias imperantes en la isla caribeña están repercutiendo negativamente en Paraguay, patria que me abrazó como solo lo hace una madre a un hijo querido, desde hace poco más de tres lustros.

Como es archiconocido, mis compatriotas, hastiados por incompetencia gubernamental que durante más de seis décadas ha sumido a esa noble nación, se lanzó a las calles el domingo 11 de julio, en un hecho sin precedentes si se analizan los anales históricos del archipiélago a partir del 1 de enero de 1959.

Los manifestantes no exigían ropa, ni alimentos, ni medicamentos, ni cualquier bienestar de índole material… El clamor fue y continúa siendo único: Libertad, libertad, libertad…

A raíz de lo anteriormente expuesto, el Gobierno –que encabeza el ingeniero Miguel Díaz Canel Bermúdez– inició una escalada represiva derivada en cientos de muertes, torturas, desapariciones, detenidos.

Guarismos inexactos, presidente, cifras extraoficiales porque las oficiales son negadas a la opinión pública, nacional e internacional.

Por otra parte, e insólitamente en Paraguay, mi segunda patria, ciertos sectores, impulsados por la Embajada de Cuba en Asunción, cuyo encargado de Negocios se nombra Francisco Fernández Peña, quien viola flagrantemente lo estipulado en la Convención de Viena de 1969, la cual establece la no injerencia en los asuntos internos del Estado receptor por parte de los diplomáticos del Estado acreditante, apoyan el horrendo actuar de Díaz Canel y sus acólitos, y nos acusan a nosotros de gusanos, apátridas, vendepatrias, mercenarios al servicio del imperio, y otra sarta de improperios que el Poder Ejecutivo de la isla, a lo largo de los años, ha empleado para denigrar a quien se oponga a la obsoleta ideología que profesan.

¿Gusanos? ¿Por qué? ¿Por qué decidimos residir fuera de las fronteras cubanas? ¿Acaso los paraguayos que se han radicado, por ejemplo, en España o Argentina se les tilda de gusanos por su decisión?

¿Apátridas? ¿Nosotros que tenemos dos patrias, Cuba y Paraguay, en lugar de una, merecemos tal calificativo?

¿Mercenarios pagados por el imperio? En estas fronteras guaraníes vivimos de nuestro trabajo. Con alegrías y sinsabores, como en todo proyecto social, devengamos un salario que nos permite una vida digna. Nuestro impulso para luchar por la libertad de Cuba es meramente político, espiritual, no económico.

En una misiva dirigida a ellos, a esos pseudosocialistas, les recordé que en Cuba su partido de oposición acá, sería ilegal en el régimen de sus amores; por lo tanto, les sería imposible ocupar una banca en el Parlamento de allá, siendo que acá la Constitución Nacional se las garantiza.

Paraguay es un país democrático, un estado de derecho, criticable o no, donde priman las libertades de culto, de expresión. Los simpatizantes a la mal llamada revolución cubana, obviamente, tienen sus motivos para convertirse en multiplicadores de sus anquilosados preceptos; no obstante, presidente, le ruego que, sin acudir a los siniestros métodos de su homólogo cubano, evite que esos errados efluvios se adueñen de nuestro querido Paraguay.

Se lo ruego, insisto, en nombre de los asesinados en el remolcador 13 de Marzo, de los masacrados en el río Canímar, de los violentados tras los sucesos del 11 de julio, de los fusilados desde 1959 a la fecha…

Le agradezco su tiempo, presidente.

Atentamente

Aldo Luberta Martínez

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