laEn marzo pasan cosas en Paraguay. Es un mes caliente en el calendario político. Por esas raras coincidencias, es un mes en el que se pone a prueba la resistencia de la democracia o los intentos de acabar con ella; hay tensiones, conflictos, sangre derramada. Pero de las cenizas, la frágil institucionalidad se sobrepone para seguir a duras penas su camino.
La frase “Marzo es paraguayo” acuñó un periodista argentino que vino a cubrir la crisis política de 1999, tras el magnicidio del entonces vicepresidente Luis María Argaña, el exilio de un presidente y la matanza de jóvenes. Fue un hito histórico para el proceso democrático protagonizado por la ciudadanía.
Después de este acontecimiento, marzo es sinónimo de alerta política.
Porque pasan cosas. 18 años después se abrieron nuevamente las puertas del infierno. Un 31 marzo del 2017, el Senado votó a favor de la enmienda constitucional para habilitar la reelección de Horacio Cartes. La reacción ciudadana fue implacable tras el asesinato de Rodrigo Quintana en la sede del PLRA. El joven dirigente liberal, que vino de La Colmena para sumarse a las protestas, caía bajo las balas de la Policía Nacional. El crimen de Estado desató la furia popular y con un Congreso en llamas, el empresario presidente se vio obligado a dar marcha atrás.
- Para alivio de todos, marzo de este año no tiene los ribetes trágicos de esos tiempos. Pero el mes dejó sucesos discretos que marcan hitos en la liberación de ciertas instituciones cooptadas por fuerzas corruptas o reaccionarias.
Sin dudas, la elección del nuevo ministro de la Corte Suprema de Justicia es uno de ellos. Este proceso mostró cómo se estaba montando una nueva estructura político judicial con el modelo “González Daher”, personificado por el abogado Jorge Bogarín, designado “significativamente corrupto” por EEUU. Tras la denuncia del senador Pedro Santa Cruz de la coerción cartista para imponer a María Teresa González, la oposición unida y algunos colorados designaron al magistrado Gustavo Santander. Bogarín perdió su banca en el Jurado de Magistrados (JEM), pero permanece en el Consejo de la Magistratura a pesar del pedido de renuncia de sus pares. Por ahora, está maniatado y aislado.
La bomba que explotó posteriormente fue lanzada nuevamente por Santa Cruz, quien denunció una “rosca de aprietes y recaudación” del JEM y nombró al ministro de Corte Suprema, César Diesel, a los diputados Rodrigo Blanco (PLRA) y Hernán Rivas (ANR) y a Bogarín. El presidente de la Corte presentó una denuncia contra Santa Cruz por denuncia falsa. El senador ratificó sus acusaciones: “Estoy en un vehículo sin freno ni embrague, no puedo volver atrás”. Veremos qué epílogo tiene esta disputa entre miembros de dos poderes del Estado.
La poderosa Iglesia Católica también vivió su propio marzo. El que se encargó de meter el dedo en la llaga fue el cardenal Adalberto Martínez con el pedido expreso de desvincular al docente Cristhian Kriskovich de la Universidad Católica, acusado de acoso sexual, pero que había salido airoso hasta de la investigación judicial gracias al invisible poder “del Señor”. Hubo resistencia y pataleo hasta el 23, cuando docentes y alumnos marcharon en silencio reclamando la salida de Kriskovich. El rector de la UC, Narciso Velázquez, ya no pudo resistir la presión vaticana y ciudadana y entregó la cabeza de Kriskovich en bandeja de plata.
Pero eso no fue todo. Narciso Velázquez también perdió otra batalla. Hace días, y luego de permanecer por varios meses con mandato vencido al frente del Cones (Consejo Nacional de Educación Superior) gracias a una maniobra judicial, llegó a su fin. Deja como herencia una gestión cuestionada por habilitar carreras de Medicina como pan caliente, según denunció el Círculo de Médicos, o frenando nuevas universidades como la de los Jesuitas.
Con Kriskovich fuera, con Narciso con menos poder, el tándem empezó a hacer agua. La escandalosa caída de Jorge Bogarín arrastró también a César Ruffinelli, representante de la UC ante el CM.
COINCIDENCIAS. Como cierre del mes, el Gobierno de EEUU informó que incluyó a Tabesa a la lista negra de empresas sancionadas. No es una empresa cualquiera, la tabacalera es la principal fuente de la inmensa riqueza de Cartes, de la que se valió para construir su poder político a fuerza de generosa billetera con la que compró a la ANR para ser presidente de la República, mantuvo su poder a fuerza de sobornos en el Congreso, según consta en el documento norteamericano, y con la que sigue pagando la campaña de su candidato presidencial, Santiago Peña.
Coincidencia o no, la lenta agonía política y económica de Cartes va arrastrando a su paso la pérdida de poder en distintos estamentos que estaban sometidos a su arbitrio: el Congreso, la Justicia, la Fiscalía General, la Iglesia Católica y otros.
En marzo pasan cosas.