En los dos países golpeados por el desastre se contabilizan también casi 55.000 heridos, muchos con fracturas y cortes de gravedad.
“Aquí en Kahramanmaras, en el epicentro del terremoto que golpeó 10 provincias, puedo decir que por ahora hay 8.574 muertos y 49.133 heridos”, declaró el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, a la prensa durante una visita a esa ciudad.
En medio de crecientes críticas al Gobierno por la ausencia de ayudas en algunas zonas afectadas por el desastre, Erdogan se desplazó a Kahramanmaras y visitará también la provincia de Hatay, una de las más castigadas.
“Creo que mis ciudadanos, que siempre fueron pacientes, seguirán siéndolo, bajo la coordinación de AFAD (la agencia de emergencias turca) el Estado está aquí", declaró Erdogan, que en mayo afronta unas decisivas elecciones que evaluarán sus 20 años en el poder.
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“El primer día hubo algunos problemas, pero el segundo y hoy las cosas están bajo control. Empezaremos a retirar los escombros y nuestro objetivo es reconstruir las viviendas de Kahramanmaras y las otras ciudades afectadas en el plazo de un año”, prometió el presidente, que también anunció ayudas económicas para las víctimas.
Pese a que en Turquía hay desplegados unos 60.000 miembros de equipos de rescate en la zona más golpeada, la devastación es de tal grado y el área tan amplia que todavía hay lugares a los que no ha llegado ayuda alguna.
Numerosos ciudadanos describen una situación dramática en pleno invierno por la falta de servicios y bienes básicos, con la interrupción de los suministros de agua, electricidad y calefacción, la carestía de combustible y dificultades para obtener medicinas.
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"¿Qué ha pasado con los impuestos que pagamos? ¿Dónde está la Media Luna Roja? No hemos recibido nada. Estamos haciendo nuestras necesidades entre cuerpos hinchados. Nos han dado una tienda en la que vivimos tres familias, pero tememos que los niños se congelen”, relataba una mujer superviviente de Kahramanmaras a Halk TV.
Yilmaz Kurt, un médico especialista en urgencias que se desplazó a Maras con su coche cargado de material de primeros auxilios, declaró a EFE por teléfono que “la gasolina y el gasóleo para coches y vehículos encabezan la lista de necesidades”.
“Ninguna gasolinera tiene combustible en la región. Muchos vehículos se detuvieron en la carretera al vaciarse sus depósitos. Las máquinas de trabajo tampoco pueden funcionar cuando se les acaba la gasolina”, aseguró.
Los rescatistas siguen liberando con vida a personas después de llevar más de 50 horas bajo los escombros, pero las tareas son cada vez más desesperadas en medio de temperaturas gélidas y réplicas que complican los trabajos.
En Siria la cifra de muertos por los terremotos ascienden hasta ahora a 2.662 y el número de heridos a 4.985, mientras que cientos de personas continúan atrapadas entre los escombros más de 50 horas después del seísmo inicial.
Las áreas de las provincias noroccidentales de Idlib y Alepo, en manos de la oposición y fronterizas con Turquía, concentran el mayor número de víctimas en un país ya castigado por doce años de conflicto.