El estudio, que publica este lunes Frontiers in Marine Science y firma el Centro Griego para la Investigación Marina, indica que en el Mediterráneo “flota actualmente una cantidad impresionante de micro y macroplásticos”.
El modelo aplicado apunta a que la carga total anual de plásticos que va a este mar es de unas 17.600 toneladas, de las cuales 3.760 están actualmente flotando.
Del total de plásticos que llegan al mar, el 84% acaba en las playas y el 16% restante en la columna de agua o en el fondo marino.
La producción mundial de plástico ha aumentado cada año desde la década de 1950, con 368 millones de toneladas producidas en 2019 y se estima que más de 250.000 toneladas de residuos plásticos flotan actualmente en los océanos de todo el mundo.
El Mediterráneo se considera un punto caliente de contaminación por plásticos, probablemente debido a que sus costas están densamente pobladas, a la pesca, la navegación, el turismo y a un flujo limitado de aguas superficiales hacia el Atlántico.
El modelo creado por los investigadores realizó una simulación para el periodo 2010-2017, haciendo un seguimiento de los plásticos procedentes de fuentes terrestres, como los ríos y las ciudades costeras, y teniendo en cuenta importantes procesos de dispersión, como el hundimiento, el viento y las corrientes.
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El modelo mostró “una habilidad razonable” para reproducir las distribuciones observadas de los plásticos en el medio marino y puede usarse para evaluar el estado actual de esa contaminación y valorar el impacto de futuras acciones de limpieza y planes de gestión, según el autor principal del documento, Kostas Tsiaras.
Las fuentes de microplásticos –como las plantas de tratamiento de aguas residuales– se encontraron principalmente cerca de las ciudades metropolitanas y de las zonas muy pobladas de las costas francesas, españolas e italianas.
Los microplásticos de mayor tamaño se localizaron en áreas con gran cantidad de aguas residuales no tratadas, como las costas de Grecia y Turquía.
Los macroplásticos, por su parte, eran abundantes en zonas con un importante aporte fluvial, como las costas de Argelia, Albania y Turquía y cerca de ciudades metropolitanas y costas muy pobladas como en España, Francia e Italia.