Un hecho que debemos afrontar al acercarnos a la literatura clásica, o cuanto más retrocedemos en el tiempo, es la necesidad de comprender también el contexto cultural y socioeconómico de la época. De ahí que muchas veces nos cueste sumergirnos en la lectura cuando al fin le damos una oportunidad. Los códigos sociales, culturales e incluso de lenguaje que se manejaban anteriormente no son los mismos que los actuales. Un claro ejemplo son las novelas de Jane Austen.
Así que, para que eso no te pase, vamos directo a analizar cómo cada periodo exploró un aspecto distinto de la dinámica amorosa y las huellas que han dejado en la construcción de este género. Todas exploraron distintas aristas del amor, pero, a medida que nos acercamos a la época contemporánea, vemos cómo todos estos elementos convergen en nuevas narrativas. Acompañame a hacer este recorrido por las obras más influyentes y las emociones que despertaron.
Lea más notas en www.pausa.com.py
El amor idealizado
El Renacimiento fue uno de los periodos más largos (arrancó en el siglo XIV y continuó hasta el XVII) y más fructíferos para las artes en general. En literatura, los autores se inspiraron en la filosofía griega antigua y exploraron el campo de lo platónico, centrados en el amor intelectual y espiritual, enfocados en la conexión de las personas. La mayoría de las obras no eran novelas, sino poemas o piezas para teatro.
El amor se percibía como una fuerza sublime e incontrolable, y se comenzaba a explorar tímidamente la psicología de los personajes. En La arcadia (1504), de Jacopo Sannazaro, se combina la poesía en un relato más amplio (novela) para contar la historia de un joven pastor que deja Nápoles luego de una desilusión amorosa. Cuando encuentra cierta paz, regresa solo para enterarse de que su amada murió. A lo largo de toda la obra se desarrolla el anhelo de un mundo idealizado.
Por otra parte, La Galatea (1585), de Miguel de Cervantes, es una serie de novelas insertadas que incluyen debates sobre el amor. La obra en sí se trata de un medio para el estudio psicológico. Finalmente, Romeo y Julieta (1597), de William Shakespeare, que tiene la sinopsis más reconocida del mundo: dos jóvenes no pueden estar juntos debido a la oposición de sus familias. Esta pieza de teatro es clave porque sienta las bases de la tragedia romántica, un amor que está condenado al fracaso. Se convirtió en una obra maestra al despertar en el lector un amplio espectro de emociones.
Lea más notas en www.pausa.com.py
La contradicción entre el sentimentalismo y la racionalidad
El siglo XVIII marca la transición del amor idealizado a uno más realista. En la novela sentimental, como Pamela (1740), de Samuel Richardson, es un camino hacia la virtud y la recompensa. Sin embargo, Goethe introduce la pasión y la destrucción en Las desventuras del joven Werther (1774), historia que inspiró el movimiento romántico.
Jane Austen (1775-1817) introdujo un enfoque más racional, con romances basados en el respeto, el crecimiento personal y la gestión de las emociones de sus protagonistas, temas que utilizó como crítica de la estructura social de la época. En las obras de este periodo hay una mayor exploración de los aspectos morales y sociales del amor. Las creaciones de la autora son la referencia cumbre del periodo de la Regencia.
La pasión y la tragedia: el summum del romanticismo
Si alguna vez escuchaste hablar del Romanticismo como corriente literaria, de esto se trata: de las obras del siglo XIX que exploran el amor pasional e imposible, donde los sentimientos se anteponen a la razón, así como al idealismo del espíritu humano.
Los escritores románticos se rebelan contra las normas sociales y exploran la intensidad emocional, la nostalgia y la melancolía en sus narraciones. Por supuesto que también tienen mucho destaque en sus obras la grandiosidad de la naturaleza y el destino trágico como ingredientes recurrentes que van unidos.
Esto lo podemos comprobar en Los miserables (1862), de Víctor Hugo, que combina escenarios épicos con tragedias personales, en un relato impactante y emotivo. Sí, esta obra es una de las referentes del periodo. Los personajes experimentan emociones intensas como el amor, el sufrimiento y la desesperación. También aborda el idealismo y la esperanza de cambio, ya que aunque muestra el sufrimiento, presenta la posibilidad de redención y justicia, otro rasgo característico del Romanticismo.
Lea más notas en www.pausa.com.py
Por otra parte, Cumbres borrascosas, de Emily Brontë (1847), tiene como protagonista al lado más oscuro de las pasiones humanas —muchos estudiosos coinciden en que bordea lo gótico— y toma como punto de partida un amor destructivo y obsesivo, que incluye la venganza.
Mientras, Madame Bovary (1857), de Gustave Flaubert, expone los peligros de lo romántico en la sociedad burguesa. ¿Sabías que existe la palabra bovarismo y se utiliza para referirse a quienes, por idealizar el amor, se desilusionan al poco tiempo de empezar una relación?
El amor en el mundo moderno
A partir de aquí (siglo XIX y XX), el amor se comienza a retratar con mayor realismo, y muestra sus dificultades y consecuencias. En Anna Karenina (1877), León Tolstói lo describe como un fenómeno complejo, influenciado por la moral y la sociedad. F. Scott Fitzgerald muestra la obsesión y la decadencia del sueño americano en El gran Gatsby (1925), mientras que Gabriel García Márquez lo presenta como algo que desafía el tiempo y la distancia, no sin sufrir lo propio, en El amor en los tiempos del cólera (1985). Durante este periodo, el realismo y el naturalismo caminaron de la mano para exponer la crudeza de un mundo en constante cambio, donde la felicidad no siempre es alcanzable. Las emociones son examinadas, pero ya sin idealización.
¿Cómo son las novelas románticas de la actualidad?
A partir del siglo XXI lo que priman son las nuevas narrativas, ya que el amor contemporáneo enfrenta nuevos desafíos (globalización, comunicación digital, roles de género). Lo hace al beber de todas las características de épocas anteriores e, inclusive, las empuja más allá y se fusiona, por ejemplo, con otros géneros, como abordamos recientemente en un artículo anterior dedicado al Romantasy.
Incluye tópicos como la salud mental, la enfermedad y las luchas personales. Por ejemplo, algunos de los títulos que lo ilustran son Bajo la misma estrella, de John Green (2012), donde Hazel, una adolescente que sufre de una enfermedad terminal, aprende que la vida merece la pena. La historia es a su vez una reflexión profunda sobre la amistad, el amor y la necesidad de dejar un legado.
En Yo antes de ti (2012), de Jojo Moyes, Lou es contratada para cuidar de Will y convencerlo de que aún vale la pena vivir. Aunque al comienzo no se llevan bien, desarrollan una relación íntima, pero el desafío está en que ella deberá respetar la decisión de él cuando ya no quiera existir en su condición. Aborda un tema complejo y actual, que incluso se adaptó a una versión cinematográfica.
Normal People (2018), de Sally Rooney, logra capturar la intimidad de las relaciones humanas con una precisión emocional impresionante, lo cual la catapultó a ser considerada una obra clave de la literatura contemporánea. Tanto es así que fue adaptada a una miniserie, que no hizo sino reconfirmar la fama de la obra narrativa.
Sin embargo, eso no es todo pues hay nuevos códigos entre los seguidores de la literatura romántica. Podríamos señalar que existe una terminología lectora propia que se maneja, especialmente cuando de buscar reseñas en las redes sociales se trata (pero las editoriales están muy al tanto y arman listas de recomendaciones con base en ellas) para referirse al desarrollo del amor que se da en las novelas. Va el glosario:
Enemies to lovers o de enemigos a amantes: son historias en las cuales arrancan como enemigos pero acaban enamorándose, como De Lukov, con amor, de Mariana Zapata; La novela del verano, de Emily Henry; La química del amor, de Ali Hazelwood; La letra pequeña, de Lauren Asher, o Alas de sangre, de Rebecca Yarros.
Forbidden lovers o amantes prohibidos: gracias a Shakespeare. Encontramos Crepúsculo, de Stephenie Meyer; Daisy Jones y los seis, de Taylor Jenkins Reid, El experimento del amor verdadero, de Christina Lauren, o Todo, todo, de Nicola Yoon.
Fake-dating o citas falsas: las relaciones empiezan como una mentira pero concluyen como una realidad innegable. Por ejemplo: La hipótesis del amor, de Ali Ha- zelwood; Términos y condiciones, de Lauren Asher; Una historia divertida, de Emily Henry, y Solo por el verano, de Abby Jimenez.
Friends to lovers o de amigos a amantes: amigos que no buscaban nada más, hasta que empezaron a saltar las chispas. Acá nos encontramos con Siempre el mismo día, de David Nicholls; Piso para dos, de Beth O’Leary; El arte de ser nosotros, de Inma Rubiales, y El verano en el que me enamoré, de Jenny Han.
El romanticismo no es algo nuevo, pero hay muchas maneras de explorarlo. ¿Ya sabés con qué título vas a celebrar el mes del amor?
Por Jazmín Gómez Fleitas (@jazgomezf)