Las autoridades encargadas deben proporcionar mayores datos sobre el nuevo endeudamiento y en formatos que la ciudadanía pueda entender, ya que finalmente son quienes deberán pagarla. Además, deben informar en que se gastará con mayor detalle y no con el escueto mensaje del comunicado. La ciudadanía merece saber exactamente qué obras se realizarán con estos fondos.
Adicionalmente, es necesario informar mejor las características de la emisión, como los costos y las ventajas de las tasas de interés, ya que, a simple vista, la tasa en dólares está en el promedio de América Latina entre 6,6% y 6,8%, dependiendo de la fuente consultada, lo que no supondría una ventaja considerando que Paraguay se vende como una excepción de estabilidad en la región.
El Ministerio de Economía y Finanzas señaló que con esta emisión se diversifica la cartera de la Administración Central, aumentando la proporción de deuda en moneda local y extendiendo los plazos de vencimiento de la deuda pública.
Si bien la diversificación puede ser positiva, la extensión de los plazos es claramente un problema si tenemos en cuenta quiénes deberán pagar la deuda. Si no es para aumentar el capital humano de estos, no será un éxito ni en el corto ni en el largo plazo. Al contrario, sin darle mayores herramientas para aumentar su productividad, le estamos dejando endeudados.
Por eso es relevante saber en qué se utilizarán los recursos de la deuda.
Un periodo de 30 años nos lleva a un avanzado estadio de bono demográfico. Un bono que ya fue desaprovechado en parte porque, en 20 años, los años promedio de estudio apenas se elevaron 3 años y, lo que es peor, sin logros en el aprendizaje, tal como lo demuestran las diferentes evaluaciones realizadas en el país.
Más allá de la perspectiva exitista de las autoridades fiscales y monetarias, lo que debe discutirse es en qué se gasta y cómo se gasta. El endeudamiento, al fin y al cabo, es una consecuencia de la incapacidad de generar recursos genuinos, trasladando la responsabilidad a las generaciones futuras.
Dado el mal uso de los recursos públicos evidenciados en los casos que cotidianamente se observan en los medios de comunicación y, que además, quedan impunes, como familias completas de parientes de políticos con altos salarios, sin capacidades y sin funciones específicas, la corrupción en las compras públicas, obras sin proyectos o sin valor por dinero, más deuda se traduce en más recursos para la corrupción.
Un endeudamiento que sirve para continuar dilapidando en medio de un mar de corrupción y sin ninguna medida de mejora de la calidad del gasto no es para festejar, menos aún si el mayor endeudamiento es para pagar deudas anteriores debido a los bajos retornos económicos de las inversiones realizadas con fondos también provenientes en años anteriores de endeudamiento. No es admisible seguir aumentando la deuda sin haber mejorado la calidad del gasto.
Ninguna emisión por conveniente que sean sus características financieras podría ser considerada un éxito si finalmente va a ser dilapidada en detrimento de su ciudadanía que terminará pagando los costos con sus impuestos o con pésimos servicios públicos que poco le sirven para avanzar en su calidad de vida.