Si todas las encuestas tienen razón, para el 22 de abril el presidente electo será Mario Abdo Benítez (h). Será acaso otra cómoda victoria de la Asociación Nacional Republicana ante otros partidos que hasta ahora no logran encontrar la fórmula para derrotarla, a excepción de aquel 2008 en que una fisura interna en la ANR más un candidato interesante, que logró entrar como candidato del PLRA sin ser liberal, hicieron lo imposible hasta ese momento. Aquella victoria parece un hito lejano para la oposición.
En realidad, aquel 2008 encontró a la oposición mucho más unida que hoy. Aunque Alegre tiene a varias nucleaciones políticas apoyando su candidatura, el clima no es el mismo, la fortaleza no es la misma. A diferencia de Mario Abdo, Alegre no parece atinar a dar los pasos correctos para unir a tan variopinto grupo de aliados, pues cada uno está más concentrado en su lista para el Parlamento antes que en trabajar por la dupla presidencial.
Mario Abdo, sin embargo, es el gran ejemplo del pragmatismo y la desvergüenza. Le quedan dos semanas más en que tendrá que aguantar todo tipo de críticas por su incoherencia al entregarse enteramente a Cartes luego de haberle jurado la guerra eterna. Marito no es ningún improvisado en política, proviene de una sólida escuela donde la política se hace con caradurez y sin principios. ¿Qué importa quedar como mentiroso si en dos semanas más será el futuro presidente del Paraguay? Reitero, es cuestión de aguantar hábilmente hasta el 22 abril y luego se reirá en la cara de todos aquellos correligionarios suyos que lo votaron creyendo en su discurso anticartista. Y cuando asuma, seguro se reirá en la cara de todos aquellos que creyeron su pose y discurso de político moderno. Se reirá de todos aquellos que creyeron que cambiaría sustancialmente la política paraguaya. Al más puro estilo maquiavélico, habrá conseguido el poder, sin importar demasiado el cómo.
Un ejemplo de la escuela de donde proviene Mario Abdo es lo que acontece con Óscar González Daher, quien no tiene la menor intención de renunciar a su postulación, y a quien sus correligionarios tampoco quieren sacar. Su permanencia en la lista de la ANR es el mejor ejemplo de lo que es la política nacional, un lugar para conseguir poder y acrecentarlo, para luego rodearse de una impunidad total. La permanencia de González Daher como candidato a senador de los colorados, a pesar de todas las pruebas en su contra en el tráfico de influencias, al menos sirve como recordatorio de cómo son las cosas en nuestra política criolla; es como una herida supurante que no se puede ocultar y está ahí expuesta a la vista de todos.
Como nunca estas elecciones que se vienen anuncian que no habrá cambio, que todo seguirá igual con los mismos en el poder y el mismo estilo de hacer política; es decir, sin interesar el futuro del pueblo. Pueblo, que por generaciones, fue relegado a tener una vida infame, mientras otros se llenaron los bolsillos y el estómago a costa de sus votos e impotencia.
Se viene más de lo mismo, a no ser que un milagro en las urnas dicte otra cosa.