Las elecciones del domingo tienen visos de desembocar en una situación relativamente bien conocida en la región. Resultados preliminares muy ajustados que abren la puerta a una espera hasta bien entrada la noche, con posibilidades inclusive de extender la incertidumbre por días. Así, por lo menos, nos indican las cifras de las encuestas. Según el diario El País, de España, el promedio de las últimas quince encuestas da un empate técnico con un Milei levemente en punta, por una diferencia de 2,3 puntos, pero cayendo dentro del margen de error.
Sin embargo, las encuestas no dicen todo y podemos vernos sorprendidos por una victoria mucho más definida que la esperada. ¿A quién le podría favorecer ese elemento sorpresa? Difícil de saber, todo depende de cuán exitoso ha sido el esfuerzo de cada uno por ampliar su base electoral para el balotaje. En este último tramo, los candidatos se han enfrentado a uno de los desafíos más difíciles de superar en una campaña electoral; la conquista de los márgenes. Esa etapa en la que se debe convencer a los escépticos, los independientes, los dispuestos a votar al menos peor, los que están pensando votar en blanco, los que se fijan en las propuestas políticas con detenimiento y no se dejan llevar por la identidad y la emoción. Entre muchos otros.
A juzgar por los acontecimientos, en ese trajín de conquistar los márgenes, cada uno de los candidatos ha tenido que lidiar con su propia falta de credibilidad. Por un lado, Milei, ha tratado de pasar del voto bronca y la motosierra a la figura del político que puede efectivamente sacar al país de la crisis y que tiene la idoneidad requerida. Por el otro, Massa que ha continuado con su discurso de la unidad nacional y su diferenciación del kirchnerismo para convencer de que a pesar de ser el ministro de Economía del peronismo, su asunción a la Presidencia significará un giro político importante.
Curiosamente, cada uno de los candidatos ha debido fortalecer su credibilidad con aditamentos muy distintos. Milei se ha acercado al macrismo y el ex presidente ha salido de la palestra para rodear al libertario y darle un sostén político, intentando quitarle esas aristas de outsider estrafalario que para muchos causaban temor. Massa, en cambio, ha reforzado su carácter de político de recursos propios con capacidad de gobernar con autonomía, sin padrinos o madrina.
Uno de los aspectos más interesantes de este último tramo de la campaña electoral es que tanto nacionalmente como internacionalmente las aguas se han partido de manera distinta a cómo se daban las oposiciones en las primeras etapas del proceso electoral. Nos referimos a que en estas últimas semanas se ha visto surgir una más clara línea divisoria entre la propuesta de un Estado social de derecho y un Estado subsidiario. Una disputa muy clara entre lo que podríamos denominar un neoliberalismo ortodoxo y una vertiente más de centro izquierda, cercana al liberalismo social o una socialdemocracia a la latinoamericana. Son esas visiones antagónicas de si la opción es convocar a la sociedad para que cada uno encuentre la manera de salir delante de manera individual o si debemos de alguna manera pensar en encontrar formulas más colectivas para asegurar el bienestar de todos. Obviamente, los votos vendrán por medio de la participación y en eso incidirán las estructuras, teniendo el peronismo gran capacidad para movilizar, sobre todo, en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, como punto de síntesis se pondrá a consideración esas dos visiones que son también maneras de entender nuestro futuro común en la región. Necesitamos, efectivamente, concebir una sociedad en la que cada uno se siente que puede surgir por su propio mérito y en libertad, pero al mismo tiempo reconocer que no todos somos adultos en su plenitud, con el mismo capital humano, sino que la familia humana es diversa, algunos más dependientes que otros. Reconocer esa interdependencia, nos conmina a tener previsto mecanismos de seguridad social, sin por ello dejar de exigir un Estado fiscalmente responsable, eficaz, eficiente y honesto en esa búsqueda legítima del bienestar social.