Dillon estuvo dos días durante el fin de semana en el estado de Rakhine, en el oeste de Birmania, de donde miles de rohinyá han huido en barcos operados por redes de tráfico de personas, lo que ha causado una crisis migratoria en el Sudeste de Asia.
“Son los más desesperados de entre los desesperados y necesitan ayuda. Primero necesitan que se les proteja y que se les garanticen los derechos humanos”, dijo Dillon a la prensa en Bangkok.
“Vi unos chicos que tenían una mirada de derrota en sus ojos. Nunca quieres ver a chicos con esa mirada”, añadió.
El actor visitó un campo con unos 30.000 desplazados al norte de Sittwe, la capital de Rakhine, donde encontró una situación “muy sombría”, y una aldea de pescadores de la que parten barcos con los que miles de ellos intentan viajar a Malasia.
Dillon, miembro de la junta de Refugees International desde hace siete años, viajó a Birmania tras escuchar una conferencia de Tun Khin, presidente de la Organización Birmano Rohinyá del Reino Unido.
“Sentí que era muy urgente”, explicó Dillon que aseguró que la situación que padece esa minoría es “triste y descorazonadora” pero “solucionable”.
“No se trata de un desastre natural. Esto es una situación humanitaria causada por seres humanos, intolerancia, miedo”, dijo.
“Es una población muy vulnerable. Me pueden hacer fotografías, se pueden utilizar, y si se logra que alguien haga algo o aprenda algo sobre esta gente desesperada y tan discriminada, seré feliz”, concluyó el actor.
Cerca de un millón de rohinyá viven en Birmania, la mayoría en Rakhine, antiguo Arakan, donde sufren una discriminación que les limita la libertad de movimientos, el derecho a la propiedad de tierras o el número de hijos.
Su situación empeoró en 2012 a raíz de dos brotes de violencia entre esta minoría y la mayoría budista rakhine, en la que murieron al menos 140 personas, la mayoría rohinyá, y llevó a otros 140.000 a campos de desplazados.
Desde entonces 153.300, o alrededor de un 10 por ciento de la población, han embarcado en barcos operados por redes de trata de personas para intentar llegar a Malasia, según la estimación de la directora de Arakan Project, Chris Lewa.
Una campaña contra el tráfico de personas en el sur de Tailandia, país de paso habitual utilizado por las mafias, dejó a miles de rohinyá y bangladeshíes abandonados en barcos en el golfo de Bengala, lo que desencadenó una crisis de inmigrantes en la región.
Al menos 5.619, según el recuento de Arakan Project, han logrado desembarcar en Indonesia, Malasia, Birmania, Tailandia y Bangladesh.
Una veintena de países se reunió el viernes en Bangkok para abordar la crisis sin lograr acordar ninguna solución a la discriminación que padecen los rohinyá en Birmania.