La primera ministra británica Theresa May consiguió la aprobación de los líderes europeos al acuerdo del brexit, un importante paso en el camino a la salida de la Unión Europea (UE) que, sin embargo, se ve empañado por la difícil situación que se le plantea ahora en el Parlamento británico.
Ahora May debe someter a votación el acuerdo en la Cámara de los Comunes. Una votación que supone el siguiente gran reto para la premier, quien no cuenta con el respaldo de casi un centenar de los 316 diputados de su propio Partido Conservador ni de los diez parlamentarios del norirlandés Partido Democrático Unionista (DUP), socios de su Gobierno en minoría.
La líder del DUP, Arlene Foster, aseguró que bajo ninguna circunstancia su partido votará a favor del acuerdo porque, a su juicio, pone en peligro la integridad territorial del Reino Unido y otorga a Irlanda del Norte un estatus diferente al del resto del país (Escocia, Gales e Inglaterra), a fin de preservar la invisibilidad de la frontera con la República de Irlanda.
Una negativa a la que también se sumó ayer el jefe de la oposición británica, el laborista Jeremy Corbyn, que calificó el acuerdo de “malo” para el país y sostuvo que el laborismo votará en contra.