Producción: An Morínigo
Que la vida empieza a los 40 es una afirmación que se suele escuchar, sobre todo en boca de personas que ya llegaron a las cuatro décadas de vida y sienten que están en la plenitud de su existencia, con una gran dosis de experiencia vital y con la fuerza necesaria para capitalizarla. Ahora, las bondades de los años también empiezan a ser apreciadas por quienes pretenden contratar empleados.
Buscar trabajo cuando ya se ha superado la cuarentena es una tarea ingrata para la mayoría de los hombres y mujeres, pues la demanda pide mayormente empleados con edades comprendidas entre los 25 y los 35 años. Pasado ese límite, el panorama se complica para quienes se acercan a los 40 y se va estrechando a medida que se asciende en la franja etaria.
La situación de desempleo afecta a quien se encuentra parado no solamente en el bolsillo, sino también en su salud psicológica. La ansiedad y el estrés creados por esta realidad pueden combinarse con sentimientos de inseguridad y baja autoestima, a las que se suma también la vergüenza por encontrarse sin trabajo.
Esta situación se acentúa en caso de que el desempleado ya haya superado los 40 años. Quedarse sin ocupación no se toma de la misma manera a los 50 que a los 25. A más edad, la desesperanza aumenta de manera proporcional y el afectado ingresa en un círculo vicioso en el que se ve superado por el desánimo de estar parado, lo que a su vez le resta ganas para tratar de conseguir empleo.
Es verdad que cada actividad laboral posee su propio perfil de candidato y en cada empleo puede variar la edad requerida para un principiante o para un trabajador con experiencia, pero es indudable también que, por lo general, a un veterano le cuesta mucho más conchabarse.
Trabajador paraguayo
Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de 2015, la distribución de la tasa de actividad según grupos de edad muestra una temprana incorporación de las personas en el mercado laboral. La participación de la población de 10 a 14 años en la actividad económica es del orden del 8,9%, con diferencias importantes según el sexo (niños, 12,7%; niñas, 5%).
La ocupación en los varones comienza a aumentar entre los 15 y 19 años y es ascendente hasta los 35 y 39 años, para estabilizarse después y disminuir entre los 60 y 64 años. Es de destacar que el pico de actividad laboral se da precisamente entre los 40 y 44 años, cuando alcanza el 98%.
En el caso de las mujeres, la ocupación laboral también empieza temprano e inicia una curva ascendente entre los 15 y 19 años, tal como los varones. Se estabiliza entre los 35 y 39 años y alcanza su pico entre los 40 y 44 años con un 75,4%; después desciende de nuevo. En general, las elevadas proporciones de la tasa de actividad se mantienen hasta los 59 años de edad, tanto para hombres como para mujeres, para luego ir declinando en las edades más adultas.
En síntesis, el comportamiento de la franja de mujeres es similar al de la población masculina, pero tanto los aumentos porcentuales como los descensos son menos abruptos en el caso de las trabajadoras. Para ambos sexos, la población ocupada predominante está constituida por los mayores de 40 años, lo que significa que se encuentran en la plenitud de sus capacidades, con experiencia acumulada y todavía con vitalidad.
La EPH muestra, además, una disminución del desempleo, que tuvo un abrupto descenso tanto para hombres como para mujeres desde edades comprendidas entre los 15 y 19 años hasta 35 a 39 años para hombres, y hasta 40 a 44 años entre las mujeres. Los hombres, cuyas edades están comprendidas entre los 60 y 64 años, son los que aparecen como desempleados.
Nuevos vientos
Superar cierta edad no significa carecer por completo de oportunidades laborales, aunque también es cierto que resulta mucho más difícil encontrar empleo. No obstante, un candidato de mayor edad, si bien puede carecer de las destrezas tecnológicas propias de un nativo digital, aporta un cúmulo de ventajas a las que, por lo general, los aspirantes más jóvenes no pueden hacer frente.
Entre los factores que se citan como obstáculos para emplear a una persona mayor destacan los que afirman que estos ya no quieren aprender cosas nuevas, no son flexibles, tienen cargas familiares y por eso renuncian a la movilidad, no quieren ser mandados por jóvenes ni quieren asumir riesgos.
Por eso, existe la presunción de que buscar trabajo a los 40 no suele ser una tarea fácil —supuesto que tiene su dosis de razón—. Sin embargo, la tendencia ahora apunta a valorar las eventuales ventajas que ofrecen los cuarentones, quienes se encuentran en la plenitud de su carrera profesional y llevan sobre sus hombros un bagaje de conocimientos que solo los más experimentados poseen.
“Llegando a los 40 años las personas ya cuentan con una experiencia importante en el rubro al que se dedican. Tenemos muy buena afluencia de personas de esa edad que están siendo contratadas en Manpower. Obviamente, nada es fácil en la vida, pero solemos tener muchas vacancias para esas personas”, afirma Matías Tapiolas, consultor de esta empresa de recursos humanos.
Según el entrevistado, las personas de 40 años “son mucho más estructuradas, ya vienen con un chip establecido y ya no se les debe estar moldeando, mientras que a los más jóvenes, sí. Esa es la gran diferencia. Los mayores son más responsables, faltan menos, su estructura ya está hecha y ya no tenés que esforzarte en moldearlos, porque el personal ya sabe lo que tiene que hacer”.
No es lo único que los más experimentados tienen para ofrecer. Los mayores de 40 años son menos proclives a tener accidentes laborales, según estadísticas internacionales. Además, son menos dados a ausentarse de sus labores y, como seguramente ya tienen hijos mayores, es menos probable que pidan permisos parentales.
También permanecen más fieles a su empresa y son menos propensos a pasarse a la competencia; como son personas que ya tienen más claras cuáles son sus metas, se reducen las probabilidades de que se molesten por nimiedades en su ámbito laboral.
Un trabajador mayor de 40 años seguramente ya ha liderado proyectos, grupos y su familia, experiencia que puede ser aprovechada por la empresa que lo contrate. Los números también muestran que son menos propensos a robar o a engañar a la firma que lo emplea.
Asimismo, normalmente tienen las habilidades comunicativas completamente desarrolladas, lo que es una ventaja en empleos en los que hay tratar con clientes o proveedores. Los individuos mayores tienen mejores habilidades de negociación y contar con ellos es altamente recomendable para conseguir alcanzar mejores acuerdos.
En el caso de las mujeres, estas cuentan con un adicional a su favor, ya que los empleadores prefieren inclinarse por ellas a la hora de contratar mano de obra con experiencia, pues estas ya no están en edad reproductiva; a partir de los 40 años, son pocas las que se embarazan.
Qué piden
Un trabajador con experiencia, y que sabe que su aporte es demandado, quizás sea más selectivo en cuanto a sus expectativas. ¿Cuáles son los puestos que prefieren ocupar? “Quienes llegan a los 40 aspiran a cargos más elevados. En caso de que tengan esa edad y no cuenten con una experiencia forjada con trabajos básicos, ahí sí ya costaría que encuentren vacancia. Igual, en Manpower siempre tratamos de encontrar un espacio para que esa persona pueda trabajar”, responde Tapiolas.
En cuanto a las empresas que buscan personal con una edad mayor a 40 años, el especialista señala que “no hay un rubro específico que solicite en mayor medida, gente con experiencia”. Eso sí: la demanda varía según la escala de importancia del puesto, pero obviamente es mucho menor la vacancia para cargos importantes —de alto vuelo— que para cargos básicos.
“En los cargos más bajos siempre existe mayor vacancia, porque hay una mayoría de la población que cuenta con poca experiencia. Tenemos empresas que solicitan gente de más de 35 años para sus perfiles, porque necesitan cierta experiencia que una persona joven no te va a dar”, resalta el consultor.
Claro que no siempre la edad es un punto a favor de los trabajadores experimentados, ya que estos aspiran a conseguir estabilidad y calidad de vida. Por esta razón, muchas veces las empresas prefieren contratar trabajadores más jóvenes, con aspiraciones mucho más bajas de las que una persona mayor de 40 años pueda tener.
Por supuesto, también existen razones para que, en determinadas circunstancias, un empleador opte por un novato. La ventaja principal de contratar personal sin experiencia es que los jóvenes suelen estar muy motivados, debido a que tienen muchas ganas de estrenarse en el mundo laboral e intentarán hacerlo lo mejor posible.
Asimismo, aportan ideas frescas, novedosas y se mueven en un entorno global en el que las nuevas tecnologías y la actualidad están a la orden del día, por lo que pueden aportar nuevas ideas y metodologías de trabajo. Además, su falta de experiencia es la perfecta ocasión para la empresa de formarlos según sus objetivos y expectativas.
No se debe dejar sin considerar la cuestión salarial. Alguien que recién empieza a trabajar siempre va a ser más barato —hablando de remuneraciones— que un trabajador con experiencia y demandará menos cargas familiares.
Se busca equilibrio
Entonces, ¿un empleador debe preferir a un joven inexperto con entusiasmo o a un veterano menos dinámico pero con experiencia? “Claro que en las empresas, o en cualquier empleo, lo que se busca es un equilibrio entre juventud y experiencia”, asevera Tapiolas.
Llegar a la cuarentena y quedar desempleado no debería ser motivo de angustias, pues las oportunidades laborales sí existen y —afortunadamente— también hay un cambio de mentalidad en los empleadores, quienes están empezando a valorar a los trabajadores, hombres y mujeres, que todavía tienen capacidad productiva que ofrecer y con el adicional de conocimientos y experiencia que no se posee a una edad menor. La vida laboral también puede recomenzar a los 40.
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