03 ene. 2025

Memoria

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Es lo que nos falta para aprender. Para recordar. Para no volver a cometer el mismo error. Un país como el nuestro, con tanta historia trágica, debería enfatizar por sobre todo en la memoria. No es suficiente decirlo, hay que hacerlo. De la manera más cruda posible y aunque algunos pueden sentirse profundamente afectados. En Berlín se exhibe al aire libre y en un museo cerrado la Topografía del Terror, en el mismo sitio donde estaba la Gestapo, la SS y el Ministerio para la Seguridad del Estado. Todos los nombres, hechos, fotos y testimonios de los que fueron víctimas del horror nazi desfilan frente a los ojos del visitante, entre los cuales hay niños, jóvenes y adultos, mayoritariamente, alemanes. El sitio que alojó la maldad de Hitler, Himmler, Heydrich, Göring o Mengele —quien luce sonriente con sus dientes separados en una foto—. El mismo al que Stroessner le otorgó carta de ciudadanía paraguaya. Están todos, incluso los delatores judíos que trabajaban para los nazis a cambio de comida, dinero y que no portaran el parche amarillo con la estrella de David en el brazo. Aquí, en el centro de Berlín, con un pedazo de muro en el trasfondo y el Parlamento berlinés como vigía, hay una parte importante de la maldad humana. Pasó de 1933 a 1945, pero fue suficiente para destruir una gran parte del orbe. Unos mediocres que compraban símbolos en el supermercado del mundo fanatizaron a uno de los países más cultos; el mismo que había dado filósofos, músicos o poetas universales se rindió finalmente al terror. dinero y que no portaran el parche amarillo con la estrella de David en el brazo. Aquí, en el centro de Berlín, con un pedazo de muro en el trasfondo y el Parlamento berlinés como vigía, hay una parte importante de la maldad humana. Pasó de 1933 a 1945, pero fue suficiente para destruir una gran parte del orbe. Unos mediocres que compraban símbolos en el supermercado del mundo fanatizaron a uno de los países más cultos; el mismo que había dado filósofos, músicos o poetas universales se rindió finalmente al terror. dinero y que no portaran el parche amarillo con la estrella de David en el brazo.

En la exposición de la Topografía del Terror empieza con el pretexto de perseguir, torturar o matar a los elementos sociales disidentes. La grave situación económica y la corrupción de la clase gobernante hicieron naufragar la democracia de Weimar y allanaron el camino para que un cabo austriaco se hiciera con el poder con un poco más del 33% de los votos. Los restos del aparato de seguridad, que persiguió judíos, gitanos o homosexuales, se exhiben para el que quiera recordar y no repetir. Las delaciones entre amigos y parientes nos recuerdan lo mismo que aconteció en 35 años de dictadura de Stroessner, pero sin memoria. Nuestro llamado Archivo del Terror es una lúgubre oficina irrelevante en una olvidada oficina del Poder Judicial. El sitio está escondido para que nadie se entere y menos los directamente relacionados con ese largo y tenebroso periodo autoritario. Debería estar como aquí en Berlín, abierto y gratis, para que sea una lección de vida que no debería repetirse nunca más.

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La memoria lleva obligatoriamente a un cuestionamiento y cada momento sirve para evitar volver a repetirse en esa sucesión de hechos que llevan a los pueblos a sus grandes equivocaciones. Stroessner llegó a caballo de “paz y progreso"; una parte grande de la población apoyó su propuesta sobre la reciente memoria de la Guerra Civil del 47 y los gobiernos efímeros que los sucedieron, así como en Alemania, que después de la Primera Guerra Mundial atravesó grandes necesidades económicas y una carga de humillación que creían era absolutamente injusta. La corrupción es un disparador enorme de estos graves retrocesos en la vida de los pueblos. Nosotros vivimos con ella y no asumimos su poder de nitroglicerina sobre la democracia y la libertad. Solo falta algún cabo austriaco que lo implosione como lo fue Chávez en Venezuela. El guion es el mismo. Nada cambia. Por eso hay que tener memoria.

Nuestros planes académicos no incluyen el estudio y proceso de aprendizaje de lo que fue el periodo autoritario de Stroessner, porque fueron los mismos que lo adularon y sostuvieron los que hoy se encuentran en los poderes de decisión. No desarrollarán la memoria porque ella los condenará como pasó con muchos de los jerarcas nazis que se suicidaron agobiados por el peso de su historia. Entre los nuestros no hay uno solo que se haya sacado la vida avergonzado por todo lo que hicieron. Una parte interesante de la exposición berlinesa es acerca de los mitos del poder nazi, en especial sobre el supuesto desarrollo que supuso para Alemania. Los cuestiona como recientemente lo hizo Mario Abdo, hijo del secretario privado de Stroessner, quien afirmó que en sus tres años de gobierno asfaltó más kilómetros que el dictador en 35 años. Cuán inútil fue este que uno de los peores gobiernos de la democracia lo haya superado. Abdo con sus amigos fue candidato a presidente ya años anteriores con el nombre de “paz y progreso” de su movimiento.

Los pueblos que no recuerdan pedir a cometer los mismos errores siempre. Debemos hacer un museo, un plan de estudios que rescate la memoria y pueda finalmente hacer que los paraguayos no tengamos que lamentar nuevos gobiernos de terror y de miseria. Recordar para no olvidar.

Benjamín Fernández Bogado - www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com