Han pasado tres décadas de la fundación del Mercosur y los resultados son escasos. En términos comerciales, el comercio intramercosur apenas representa el 10% del comercio de los países miembros, con una tendencia decreciente. En el comercio extra regional, consolidamos un perfil de proveedor eficiente de commodities e importador de bienes de capital y alta tecnología. No logramos insertarnos en las cadenas globales de valor que empezaron a desarrollarse en los años 90 en el marco del proceso de globalización. Los países asiáticos lo hicieron mejor, ofrecieron lo necesario y dieron saltos importantes en su desarrollo económico. El Mercosur perdió ese tren por las excesivas regulaciones, la alta protección y por carecer de una logística competitiva. Sin embargo, en estas tres décadas se han desarrollado fortalezas importantes, como la instalación de la marca Mercosur, reconocida y respetada a nivel global, la construcción de una institucionalidad importante; y el bloque representa un tamaño relevante en la economía mundial.
En la actualidad, el escenario internacional va reconfigurándose en torno a la disputa entre EEUU y China. En el proceso se observa un creciente proteccionismo, una reducción del rol de la OMC y del comercio basado en reglas, y un retorno de la ley del más fuerte en las relaciones internacionales. El neo proteccionismo es una amenaza porque se multiplican las políticas de subsidios y se levantan nuevas barreras al comercio reduciendo el dinamismo de la economía mundial que habíamos tenido en las últimas décadas. Pero la disputa entre EEUU y China también genera oportunidades debido a la necesidad de relocalizar las cadenas de suministros para minimizar riesgos, a los cuales ésta vez podríamos insertarnos. A esto se suman las oportunidades que surgen de las políticas de contención del cambio climático, como el desarrollo de las energías renovables y del transporte eléctrico. Las negociaciones externas del Mercosur deberían buscar nuestra participación en esta relocalización de las cadenas globales de valor y el acceso a mercados complementarios, con productos de mayor valor agregado.
Mejorar los resultados en las próximas décadas requiere mucho compromiso de los socios, que se sostenga en las diversas coyunturas políticas y económicas internas de cada país. Además, debemos reconocer la diversidad y las asimetrías. Brasil representa el 80% del PIB conjunto, pero su comercio intramercosur es apenas el 6% de su comercio exterior. Sin embargo, Paraguay es menos del 2% del PIB regional y el comercio intramercosur le representa el 60% del total. Esto define prioridades diferentes y requiere una gran flexibilidad en el sistema de toma de decisiones para compaginarlas.
Los objetivos del Mercosur son ambiciosos, las oportunidades están y, en un mundo donde va prevaleciendo la ley del más fuerte, juntos tenemos más chances. Avanzar sostenidamente requiere mucho pragmatismo de los líderes de los distintos países para alcanzar acuerdos internos y externos y realizar reformas e inversiones que permitan desarrollar cadenas industriales competitivas para insertarnos exitosamente en la economía global generando un creciente bienestar para todos los habitantes del Mercosur.